¿Siempre chivos?
Armando Ríos Ruiz viernes 6, Dic 2019Perfiles de México
Armando Ríos Ruiz
Cuando el gobierno de Estados Unidos dijo que declararía las acciones de los narcotraficantes mexicanos como “narcoterrorismo”, con la amenaza vinculada de que sus policías entrarían a territorio nacional para exterminar a esos delincuentes, medida que adoptarían después del ominoso crimen de mujeres y niños de la familia LeBarón, la reacción inmediata de nuestros políticos fue en el sentido de no permitirlo por ningún concepto.
El Presidente de México señaló que aquí había elementos suficientes para encargarse del caso y para acabar con el llamado crimen organizado, que por cierto no se han utilizado y por lo que sabemos jamás ocurrirá, porque la política es de amor y paz para sepultar a los criminales. En una ocasión dijo, respecto a la amenaza de Trump: “cooperación sí. Intervencionismo no”.
Es obvio imaginar que de inmediato instruyó a las instancias policíacas a iniciar una cacería sin descanso para dar con los responsables. Pero la traicionera imaginación nos llevó a pensar en lo que tradicionalmente se hace en casos como este, en los que hay que encontrar a los ejecutores de un delito importante a como dé lugar. El método más efectivo, que inclusive evita desgastes innecesarios es la captura de chivos expiatorios.
Ha ocurrido infinidad de veces. Recuerdo que cuando asesinaron al conductor de programas de televisión, Paco Stanley, fueron detenidos varios sospechosos, en torno a quienes se tejieron historias de todo tipo, desde las románticas hasta las relacionadas con el narcotráfico. A la larga fueron desvirtuadas y los detenidos puestos en libertad, pero después de año y medio en prisión.
Samuel del Villar, procurador de Justicia, hizo detener sin elementos probatorios, a Mario Bezares, Paola Durante y a Erasmo Pérez Garnica, alias “El Cholo”. El último, sólo porque respondía a una descripción hecha por otro de muchos chivos expiatorios. Un investigador de la Procuraduría me dijo que estaban haciendo verdaderas porquerías, porque su jefe, el procurador, quería resultados ya.
En el caso de la familia LeBarón ya hay detenidos. Sólo que todo indica que para dar con los presuntos asesinos se utilizó el mismo método cómodo, de aprehender a quien se atraviesa e inculparlo de un crimen con historias fabricadas. Imposible que la familia agraviada desee, ni nadie en un caso similar, una solución de ese tamaño.
Familiares de los detenidos en Chihuahua, Héctor Mario “N” y Cipriano “N” se manifestaron para exigir su libertad, con la insistencia de que son inocentes y por lo tanto, no son más que chivos expiatorios. Eso hace necesario que la investigación se realice a fondo para determinar su culpabilidad o no.
Hace unos días, las autoridades investigadoras dijeron con aires de presunción, que ya había detenidos por el crimen múltiple. Solo falta que sean los verdaderos. No se puede admitir que gente inocente pague por delitos que otros cometieron.
Un cuñado de los detenidos afirmó que Luis está dedicado de tiempo completo a cuidar a su padre enfermo y Mario es ganadero.
Unos 300 policías rodearon la casa y algunos con violencia después de romper un cristal arrojaron un paquete hacia adentro. Manuel abrió la puerta para que su padre, postrado en una cama, no se asustara.
Negaron que el paquete fuera suyo, pero las explicaciones no sirvieron de nada. También acusaron de que el hermano era jefe de la Plaza de La Línea, brazo armado del cártel de Juárez. La familia de los detenidos insistió en que se trata de chivos expiatorios, pues además, ninguno de los aprehendidos tiene antecedentes penales.
Las armas decomisadas son de caza y están en regla, alegan.