Alianzas y coaliciones
Ramón Zurita Sahagún lunes 28, Feb 2011De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Hace seis años, en Nayarit desde el poder se pretendió impulsar la candidatura de la esposa del gobernador en funciones. Hoy desde la misma vía se intenta empujar la nominación del cuñado del gobernante en turno.
Martha Elena García Gómez, esposa del entonces gobernador Antonio Echevarría Domínguez, no tuvo la fortuna de ser nominada al gobierno estatal, por lo que un sexenio más tarde lo intenta nuevamente.
La diferencia entre esta ocasión y la anterior es que su marido ya no es gobernador y ella ya mostró que cuenta con fuerza política, luego de ganar una diputación federal de mayoría.
Lo que se pretendió, sin éxito, hace seis años con ella, ahora se busca con el cuñado del actual gobernador, el senador Raúl Mejía González.
En aquel entonces, el gobernador provenía de una alianza concertada por el PAN y PRD y su desastroso gobierno fue coronado con la derrota electoral. Hoy, gobierna un priísta que recuperó para su partido ese territorio y que lo puede devolver a manos opositoras.
Una alianza entre perredistas y panistas hundió al priísmo en esa zona. En la actualidad otra alianza se prepara para enfrentar al candidato que elija Ney Manuel González, el gobernador que recuperó el estado para el partido tricolor.
Y es que el empecinamiento del actual gobernador por posicionar a su cuñado, el senador Mejía González, puede ocasionarle otra dolorosa derrota al Partido Revolucionario Institucional, ya que la alianza opositora está aceptada y solamente le falta definir al candidato.
En Nayarit, la coalición opositora cuenta con dos cartas fuertes, la ya mencionada Martha Elena García y el también diputado federal con licencia, Guadalupe Acosta Naranjo, ex dirigente nacional del partido del sol azteca.
Pero podría aparecer un tercero en discordia, el alcalde de Tepic, Roberto Sandoval, militante priísta que también busca la candidatura tricolor y que es considerado como la mejor opción de este partido para la nominación, pero que se pretende relegarlo para dar paso a la candidatura de Mejía González.
Esa posibilidad le abre la opción a Sandoval de explorar otros terrenos y se asegura que la alianza de los partidos de derecha e izquierda lo cacharía, sin el mínimo rubor.
Nayarit se presenta como un escenario complicado para el priísmo que en la misma fecha, tres de julio, tendrá otros procesos electorales, tal vez, más interesantes y con mayor atracción mediática.
En esa fecha, los electores del Estado de México y los de Coahuila elegirán a sus nuevos gobernadores, lo que atrae la atención de propios y ajenos.
Los mexiquenses por tratarse de la elección de la que surgirá el sucesor de Enrique Peña Nieto, al que se le trata de endilgar que si pierde el PRI ese estado se frenan sus aspiraciones presidenciales, las que en caso de darse se reducirían considerablemente.
En Coahuila, los electores irán a las urnas en la primera elección en la que su gobernador con licencia funge como dirigente nacional de su partido (PRI), pero además para discernir si respaldan o no al hermano de ese mismo personaje que busca continuar la tradición familiar de gobernar el estado en que nacieron.
Ante estos escenarios, el proceso electoral de Nayarit pierde interés nacional y atrae la atención solamente de los locales, que deberán definir entre las dos opciones que se construyen en sendas alianzas.
Por un lado, ya se confirmó que Acción Nacional y el de la Revolución Democrática van de la mano, con sus satélites de Convergencia y el Partido del Trabajo.
Del otro lado, el PRI lleva como aliados a Nueva Alianza y al Verde Ecologista, con el candidato que decida el tricolor.
Las dos coaliciones pretenden sumar esfuerzos y ganar con sus respectivos candidatos, para sumar esa porción del territorio nacional a los estados conquistados con anterioridad.
Los aliancistas de derecha e izquierda sumarían, en caso de ganar esa entidad a los estados de Sinaloa, Puebla y Oaxaca, que actualmente gobiernan y pudiera darse el caso de que ganarán en la misma fecha –como sucedió el cuatro de julio pasado- dos al mismo tiempo, si es que se concreta la alianza en el Estado de México y ganan en las urnas el tres de julio próximo.
Y es que la efectividad de la alianza entre derecha e izquierda está plenamente comprobada, aunque sea criticada, ya que los triunfos en Chiapas, Yucatán y Nayarit, además de los ya mencionados de Sinaloa, Puebla y Oaxaca, dan cuenta de ello.
Claro que también existen los fracasos como son los casos de Chihuahua, Tamaulipas, Durango, Hidalgo y otros más, donde los candidatos promovidos por la alianza de derecha e izquierda no lograron la confianza del elector y cayeron ante los candidatos del tricolor.
AMLO NO QUIERE EL PRD
De manera hábil, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano puso la pelota en la cancha de Andrés Manuel López Obrador y le sugirió aceptar la presidencia nacional del partido, para resolver la problemática interna.
AMLO se deslindó de ello y aclaró que su proyecto va más allá del partido y hasta de la izquierda nacional, por lo que la rechazó de inmediato.
De esta forma, la disputa interna en el PRD y fuera de él, en la que se encuentran inmiscuidos los grupos y el propio AMLO se polariza todavía más, por lo que la elección del nuevo dirigente nacional amenaza con derivar en una crisis que podría incrementarse con la decisión de ir junto con el PAN en la tan sobada alianza en el Estado de México.