El desvanecimiento del sueño chileno
¬ Edgar Gómez Flores lunes 25, Nov 2019Con mi mano izquierda…
Edgar Gómez Flores
Fue una gran sorpresa para América Latina despertarnos con una movilización social de grandes dimensiones en Chile. Un país lejano para nuestra región, pero siempre presumido por nosotros. Su orden, su disciplina económica, su ingreso per cápita y su respeto por las instituciones hacían, a este país andino, un ejemplo a seguir. Por esto, busqué a un líder estudiantil en la época del golpe de Estado, a un funcionario público en los gobiernos de la concertación y ahora comentarista político, Patricio Tombolini, quien nos permitirá darnos un marco más completo de estas nuevas movilizaciones en aquel país
—Patricio, ¿Qué tanto sorprendió la movilización social del pasado mes de octubre a los chilenos?
-Desde hace tiempo sentíamos que, poco a poco, se incubaba una molestia creciente en la sociedad chilena, la cual se refería a las limitaciones que le imponía el modelo económico. Que si bien, les permitía acceso a los bienes de consumo, esto se lograba a costa de altos niveles de endeudamiento. Escuchábamos, de manera recurrente que la macroeconomía andaba muy bien, pero la microeconomía, referida al bienestar personal, no estaba funcionando. Pero jamás percibimos la profundidad de la insatisfacción y la violencia con que ha explotado. Las encuestas por mucho tiempo nos decían que los niveles de satisfacción personal eran altos en todos los niveles de la sociedad chilena.
—Pienso que la magnitud de la movilización se debe a una acumulación de resentimiento social. ¿Desde cuándo empezó el chileno a estar inconforme con sus gobiernos o con su condición de vida?
-Son procesos largos y acumulativos de insatisfacción, versus las oportunidades de vivir mejor. Particularmente en la gente joven que se incorpora al mercado laboral y del consumo. Más que inconformidad con los gobiernos, la molestia se dirigió hacia el modelo económico clásico de crecimiento capitalista, el cual va dejando a la ciudadanía un poco abandonada a su propio esfuerzo. Las faltas de oportunidades para progresar, cada vez más, en una sociedad muy informada y las inseguridades que genera el modelo en la estabilidad del empleo, los gastos eventuales de salud, el plantear a la educación como un bien de consumo más que de un derecho y las malas pensiones para nuestros adultos mayores fue incubando este malestar que hoy nos desborda sin control.
—Vimos cómo los manifestantes quemaron el edificio de la empresa eléctrica ENEL y como dañaron 70 estaciones del Metro de Santiago. ¿Consideras que el presidente Piñera está frente a un legítimo movimiento social o existe una influencia política y económica que patrocina la movilización?
-Todo movimiento social puede tener algún grado de espontaneidad; sin embargo, con el transcurso del tiempo, éste adquiere influencia política y económica. Lo que caracteriza este “alzamiento chileno” es que no se identifica una marcada influencia ni liderazgos tan característicos en las movilizaciones. Hoy, las redes sociales, han jugado un papel importante en las convocatorias que se han realizado. Estamos en presencia de movimientos de izquierda no democráticos, anarquismo y grupos no identificables (antisistema y anticapitalistas). El gobierno no ha sabido entender frente a qué tipo de activismo se enfrenta. Por una parte, gente que reclama los abusos del sistema y otros, que usan éste, para generar caos y desorden afectando bienes públicos como: el metro, oficinas públicas, hospitales comercios, etc. Todo esto agravado por una torpe represión de las fuerzas pública (carabineros) y por otra parte, errores de una parte de las fuerzas políticas de la centro izquierda y la izquierda democrática que al principio, frente a los actos vandálicos, tuvo una actitud un poco contemplativa
—Entiendo que estuviste cerca de la candidatura de Alejandro Guillier, postulado por la izquierda chilena en la pasada elección presidencial. Consideras que, de haber ganado la presidencia de Chile, la movilización hubiera sido distinta o el Sr. Guillier hubiera podido tener un margen de maniobra mayor al del presidente Piñera?
-Sebastián Piñera fue electo porque le ofreció al pueblo chileno satisfacer determinadas condiciones de crecimiento y estabilidad económica que estaba demandando la sociedad chilena. Además de una demanda por la seguridad frente al crecimiento de la delincuencia, la cual no ha cumplido. Nuestra propuesta de gobierno apuntaba a un mejoramiento de las condiciones sociales de Chile, percibíamos que había un problema de abuso del sistema, especialmente en el ámbito económico y en particular en áreas de la salud, educación, pensiones y estabilidad del empleo. Yo creo que también habríamos vivido un estallido social; sin embargo, los gobiernos de izquierda democrática y centro izquierda tenemos, por nuestra naturaleza, un margen mayor de maniobra frente a este tipo de crisis. Sabemos anticiparnos a estos hechos por nuestra cercanía histórica a los movimientos sociales y a las fuerzas que lo representan.
—Duele ver a un Chile partido por la mitad. Platícame, como ciudadano y como político de izquierda, ¿cuál es tu sentimiento al respecto?
-Me duele profundamente lo que ocurre. No fuimos capaces de descubrir que detrás de los equilibrios macroeconómicos, tenías un país profundamente insatisfecho frente a las oportunidades y seguridades que creíamos le estábamos entregando a nuestros ciudadanos, al punto que hoy, su actitud violenta, no asegura la estabilidad democrática que se requiere. Hay una ruptura del orden público. Y, restaurarlo, tendrá costos altísimos. Luchamos por recuperar la democracia y construir un país más justo, más inclusivo y con oportunidades para todos. El resultado final, es un estallido de insatisfacción que no anticipamos.
—Por último, ¿qué le espera a Chile en los siguientes meses: en lo económico, en lo social y principalmente en lo político (con énfasis en los partidos políticos y en la gestión del presidente Piñera)?
-Hoy no existe, ni consenso social, ni político de cómo resolvemos el conflicto a pesar que, semanas atrás, la totalidad de las fuerzas políticas; con excepción del Partido Comunista, firmaron un acuerdo por La Paz para iniciar los trámites del cambio de la Constitución. El modelo económico chileno esta definitivamente en crisis y nuestra clase política muy desprestigiada. Con más de 30 días de protesta, la economía esta resintiendo sus efectos; principalmente con caídas en el consumo, aumento del valor del dólar, aumento del desempleo y caídas en la inversión. De continuar las cosas igual, con un gobierno débil y bajo apoyo ciudadano, el sistema democrático está amenazado y debilitado. Existen sectores, tanto de la ultraderecha como de la ultraizquierda, que no ven con malos ojos el quiebre institucional. La salida a la crisis es política y eso requiere de la élites (política y económica) estén dispuestos a renunciar a sus intereses para que, por la vía del dialogo, se encuentre una salida democrática. Debemos sacrificar la ortodoxia del modelo económico para asegurar estabilidad democrática y recuperar el orden público. De no ser así, vamos directo al despeñadero y habrá una grave alteración del sistema democrático.