Cómo se acerca la muerte
¬ Sócrates A. Campos Lemus viernes 22, Nov 2019¡Que conste,.. son reflexiones!
Sócrates A. Campos Lemus
Muere en la Ciudad de México, Engelberto Esquerra, “El Chito”, un extraordinario amigo y director fundador de la revista Quehacer Político, descanse en paz.
Cada vez que muere un amigo se piensa mucho en la muerte, algo total de lo que no se salva, nacemos con rumbo a la muerte y muchos miedos y terrores, vienen de su fama y de su forma, cuando nos podremos imaginar descarnados y cumpliendo aquello de que “del polvo vienes y en polvo te convertirás”, sin duda, muchos, no tenemos la capacidad de pensar y menos de prepararnos para dejar este mundo, quisiéramos que se eternizaran los tiempos y con ellos la inmortalidad, pero eso es lo irreal, la realidad es que un buen día las cosas terminan, a veces, en un largo sufrimiento de enfermedades y tragedias, otras, con esa calma que deja en el rostro su ida cuando están durmiendo, y como si quisieran dejar, con amor, este mundo.
Hace apenas unos días comentaba con uno de mis amigos, que lo que sucede es que estamos ya en la lista y en el orden que no conocemos, muchos de nuestros amigos menores, han perdido la vida, y otros, están en condiciones difíciles que nos hacen pensar que se terminan los tiempos, en fin, creo que lo importante es pensar que desnudos llegamos en un llanto que mostró el primer jalón de vida, y terminamos, dejando llantos y tristezas o buenos recuerdos a lo largo de la partida, así que debemos esperar lo que venga, al final de cuentas, nadie puede decir que ha logrado todas sus metas, cuando uno tiene ánimos de vida no hay tiempo que alcance para lograr los sueños y los objetivos, pero, todos, debemos entender que hay límites y que el mejor tiempo es el dedicado a los que uno ama y a los amigos, no para que tengan buenos recuerdos, sino para que, al final de cuentas, entendamos que todos entramos en los caminos del más allá, un buen día.
Seguramente, cuando podemos vivir los momentos del presente es cuando mejor saboreamos el buen tiempo, como el buen vino, hace apenas unos días recordaba que el maestro Gustavo Baz Prada, a sus muchos años, cada día leía algo nuevo y lo comentaba, cuando terminaba un libro lo regalaba y no se me puede olvidar aquella imagen, cuando estableció el préstamo del libros a domicilio, y uno de los encargados le dijo: “Doctor, pero si los prestamos a los estudiantes, muchos de esos libros no regresarán, se los pueden robar”, y el maestro, dijo solamente: “PUES QUÉ BIEN, LIBRO PERDIDO ES LIBRO LEÍDO”. Así, cada día, desde muy temprano, se dirigía al Club Campestre Churubusco con el primer grupo para jugar golf, en un promedio de caminata de cinco kilómetros, no era un buen jugador, pero gozaba el caminar entre el verde del pasto y las plantas y rodeado de sus amigos, comentando las cosas políticas del día, explicando que, lo “primero que envejece, son la rodillas, por eso hay que caminar, porque no se requiere jugar golf, se puede caminar en las calles con zapatos viejos y cómodos y es el mejor deporte ,mucho más barato que cualquiera”. Cuando pensábamos en eso, no lo comprendíamos hasta que un buen día sufrimos un accidente y perdimos mucha movilidad y sabemos lo que es la tragedia de la vejez o la de los accidentes, pero esto no quiere decir que ya no nos movemos, al contrario, nos deja un buen sabor de boca el que, sentados, podamos hacer el mejor ejercicio, el ejercicio del pensar y del callar, del silencio y la meditación.
En lo personal, no me gusta perderme en los caminos del ayer ni buscar los del mañana, me gustan el momento presente, y así, vamos abriendo paso a la reflexión sobre la muerte y estamos tranquilos y en paz, contentos, porque sabemos que al final de cuentas, hemos logrado muchas cosas que nos permiten agradecer mucho por lo que tenemos a lo largo de la vida. De niño soñaba con un buen plato de frutas y de carnes, pero soñaba con una casa en medio de los árboles y las plantas, pensé, algún día, escribir algún libro y llevo varios que me salen de la mente y de los recuerdos y son muchas las vivencias que nos han dejado una enorme experiencia, a lo mejor, no es la más grande, pero es la mía, y es, la más importante, nadie me puede quitar ni arrebatar mis sueños, mis esperanzas, mis temores, mis recuerdos y sobre todo, por lo que debo agradecer en mis seres a los que amo y quiero en todo momento. Hay muchos seres que no tienen nada que agradecer, me dicen, alguna vez, cuando platico con ellos, y en verdad pienso que andan mal, pero ellos saben las razones por las que afirman esto, nadie puede pensar lo de otros, solamente reflexionarlos cuando los conoce, los pensamientos y emociones son algo muy bello que no se puede controlar ni tener entre las manos, se van los sueños y los pensamientos y nadie sabe cómo nacieron ni como seguirán sus rutas en el mar de los recuerdos y los agradecimientos.
Ahora, veo, y tomo en el presente, un hermoso árbol de pirú, caen sus ramas como buscando el agua, y otros dicen, como llorando, el caso es que todos reconocen este árbol como un árbol de poder y mágico, de ahí salen los ramos para las rameadas o las limpias del mal de ojo o de las malas vibras y a los mejor, ahí, escondido entre sus ramas, de pronto siento como que llega el nahual o anda el tonal, y los pensamientos mágicos dan vuelta que dan por las noches, al igual que doy vueltas en el insomnio, pienso que es bueno y no tan malo el no dormir, al final de cuentas, entraremos en el sueño profundo para no volver, andamos entre los recuerdos y los suspiros, y por ahí, también, vemos los demás que nos dan los limones, las mandarinas, el mango, el zapote, el bello árbol del pochote, el canto de pájaros que van y vienen y ahí revolotean confundiéndose entre las nubes que van cambiando de forma, cómo cambia la vida o como cambiará la muerte a la vida misma, y las notas de Mozart y de Bach o Beethoven, o las pinturas de Andriacci que me llevan a la niñez y a los sueños y las alegrías o los cuadros de mi amigo Eloy, que pinta capillas, y vive en Xoxo, los bordados y los alebrijes, las bellas construcciones de nuestros antepasados, en fin, la magia y el color que siempre quise tener lo tengo y doy muchas gracias por ello, así que a lo mejor, estoy teniendo claro que el morir no es dejar, sino llegar a otro lado que nadie sabe, pero a lo mejor, por ahí andamos…como cuando la tortilla se está cocinando en el comal de barro y el chile hace toser y llorar… o buches de mezcal que arden el buche y saca la alegría del corazón…