Ley aberrante
¬ Salvador Estrada martes 19, Nov 2019Folclor urbano
Salvador Estrada
En la cámara de diputados de la Ciudad de México están tratando de legislar sobre una ley que es una estulticia por no decir algo más grave, porque resulta que esa ley es para interrogar a niños sobre su sexualidad.
¿Quién es el leguleyo que salió con su batea de babas? No es posible que en ese recinto parlamentario se pongan a discutir el tema de la sexualidad para los pequeños.
Los padres de familia deberían ser los primeros en ser consultados al respecto y seguro que ninguno aceptaría y hasta les mentaría la madre.
A un pequeño de seis años y a una niña de igual edad, que son puros, ingenuos, casi casi angelitos, no les puedes preguntar ¿quieres dar a conocer tu preferencia sexual? A esa edad los niños no tienen maldad alguna, ni pueden entender la pregunta.
Los padres no harían esa consulta que es aberrante, y tampoco permitirían que persona alguna lo hiciera porque sus hijos son lo máximo y piensan en que sus hijos serán, mujeres u hombres, profesionales, científicos, maestros, grandes deportistas, un ser destacado y no que serán homosexuales o lesbianas.
Y esa ley es lo que pretende que los niños o niñas digan si cuando crezcan van a ser lo uno o lo otro.
Paren esa iniciativa, “cochinitiva de ley” porque atenta contra la moral de las familias mexicanas y es un absurdo querer legislar sobre ella porque no se gana ningún provecho, no sirve para nada.
Los legisladores deben trabajar por leyes que ayuden a la sociedad y no que discutan esas aberraciones porque México necesita de buenos legisladores, de buenas leyes y que sea contrapeso para la gobernadora de la ciudad de México y no estar cometiendo estulticias
Debe avocarse a otros asuntos de vital importancia, como ver por la seguridad de los periodistas y sus familias.
Los periodistas necesitan de protección ante tantos asesinatos de colegas. En lo que va del dos mil para el dos mil diecinueve han asesinado a trece periodistas y las autoridades solo señalan que no habrá impunidad y que serán castigados con todo el rigor de la ley.
Desgraciadamente son puras palabras porque hasta la fecha no hay detenidos y tampoco protección para las familias de los periodistas que cayeron en el cumplimiento de su deber.
Hemos pedido en diversos foros que se les dé un seguro de vida por un millón de pesos a las familias de los periodistas asesinados, porque ante su muerte se quedan en la orfandad y ninguna autoridad les da la mano
Urge legislar al respecto en el mecanismo de protección para las personas de los derechos humanos y los periodistas a fin de que éstos estén asegurados lo cual les daría al Congreso capitalino una dimensión extraordinaria y no que estén ofendiendo a las familias con su iniciativa aberrante y “jija de la jijurria”.