La Guerra en la Paz… Bolivia
¬ Edgar Gómez Flores martes 19, Nov 2019Con mi mano izquierda…
Edgar Gómez Flores
En un mes América Latina se encendió, tanto en lo político como en los ánimos de las personas que, en contra de gobiernos de derecha como de izquierda, luchan por encontrar un nuevo rumbo. En este momento de movimientos socio-políticos se encuentra Bolivia, un país que tuvo elecciones el pasado mes de octubre, donde el presidente de origen indígena, Evo Morales, buscó su reelección y por otro lado el candidato de la derecha boliviana, Carlos Mesa, intentó regresar a la primera magistratura del Estado boliviano. A más de 1,200 kilómetros de distancia, es complicado descifrar la génesis de la problemática, la renuncia del presidente Morales, su aceptación de asilo en México y, en general, la orfandad política de Bolivia en este momento. Con una Policía Nacional en rebelión, un aparato militar anonadado ante la situación actual y una presidente autoimpuesta, con biblia en mano, la derechista Jeanine Áñez, me di a la tarea de charlar con la antropóloga paceña, Gabriela Núñez, quien ha dedicado parte de su tarea profesional a ser investigadora, profesora y además activista en derechos de la mujer y a trabajar hombro a hombro con la comunidad indígena boliviana, la cual representa el 70% de la población total de aquel país sudamericano.
—Platícanos ¿cuál es la situación que vive la gente en Bolivia?
Es una situación bastante tensa. Muchos ciudadanos nos encontramos en una situación de terror y caos. Se han visibilizado muchas divisiones en la sociedad: desde regionalismo, clasismo y todo tipo de racismos. En este momento se han vandalizado los comercios de muchas personas. De hecho, la Plaza Murillo, donde se encuentran las oficinas del Gobierno Central, permanece bloqueada por militares y policías.
—¿Qué pasó del 20 de octubre a la fecha para que el país saliera de control?
En el primer conteo de votos, el Partido Comunidad Ciudadana, de Carlos Mesa, se encontraba en ventaja. Se corta el conteo de votos y poco después los resultados dan la vuelta a favor del partido del presidente, el MAS (Movimiento al Socialismo). De ahí el presidente Evo Morales se dio a la tarea de viajar por algunas regiones del país para proclamarse ganador rotundo de las elecciones, sin contar con la aprobación de la Organización de Estados Americanos (la OEA). Esto, empieza a enardecer a las personas, principalmente clases medias e indígenas opositores al presidente. Por otro lado, un personaje “oligarca de Santa Cruz” (capital económica de Bolivia), Luis Fernando Camacho, viaja de manera sorpresiva a la Paz e intenta entregar una carta donde solicita la renuncia del presidente por fraude. Su visita genera encono entre opositores y, por ende sus simpatizantes salen a su defensa. Mientras tanto, en la ciudad de Cochabamba, se inicia la rebelión de la Policía Nacional. En este momento, una parte importante del gobierno empieza a renunciar y algunos militares le dan la espalda al presidente. Evo, al sentirse acorralado, viaja a su base política cocalera el Chapare, Cochabamba, y presenta su renuncia. Empiezan las celebraciones por parte de la derecha boliviana y se ve a Camacho como un líder popular por su capacidad de convocatoria. Sin embargo, la derecha boliviana a partir de esta renuncia entra al Palacio Gubernamental con la biblia bajo el brazo. Lo que empieza a dividir al país.
—¿Entonces consideras que a partir de este momento se ha incrementado el clasismo y racismo en Bolivia?
A partir de la renuncia de Evo Morales se ve en los medios de comunicación como empiezan a derribar la Wiphala (símbolo indígena en Bolivia) y otros la empiezan a quemar. A partir de ahí se visibiliza el clasismo y racismo que estaba encubierto en tiempos del gobierno de Evo. Es decir, la colonialidad de poder y las relaciones desiguales étnicas y de género han seguido perviviendo a pesar de haberse implementado el pensamiento decolonial en la Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia.
—¿Cómo evaluará Bolivia al MAS y al gobierno de Evo Morales?
El MAS sí logró un desarrollo social a la comunidad más necesitada, a través de vivienda social y bonos entregados a la sociedad vulnerable. Sin embargo, dejó algunos pendientes como la masacre de los indígenas del Tipnis, la entrega de apoyos a asociaciones ligadas al MAS y la quema de tierras para beneficio de la agroindustria. Por otro lado, el MAS desarrolló una clase media indígena (principalmente comerciante). Sin embargo, en palabras del antropólogo Raúl Rodríguez, el MAS nunca desarrolló una forma de entender a esta nueva clase media que fuera consistente con la ideología del partido.
—¿La salida de Evo Morales proviene de un golpe de Estado?
Estoy de acuerdo con que el Gobierno fue el que propició este malestar social con las manipulaciones de los resultados electorales y con la corrupción comprobada en el MAS.
Sin embargo, yo creo que a la comunidad de antropólogos nos reta a entender nuevas formas de golpe de estado, dado que reiteran que fue un golpe de Estado “cívico, político y policial”. Es decir, este golpe de Estado se fue visibilizando en el proceso de la crisis que agobia actualmente al país.
—Parece que Bolivia no ha superado la colonización ¿Qué piensas?
El problema colonial es muy fuerte en mi país. Nosotros arrastramos socialmente ciertas clasificaciones discriminatorias étnicas – raciales y sexual – genéricas; las cuales fueron llevadas hacia el gobierno del MAS. Todavía mantenemos una relación de poder patriarcal.
—Por último, ¿qué se opina del asilo político recibido en México?
Su salida debilita mucho a su partido, el MAS. La clase indígena considera que Evo Morales los ha traicionado al salir del país. Muchos piensan que abandonó a su base indígena. Que hubiera sido mejor viajar con su base cocalera en el Chapare o hubiera regresado a su tierra natal en Oruro. Ahora, también critican que haya sido recibido como huésped distinguido en la Ciudad de México y además con un salario superior al que tiene el mismo Presidente de México.