Morena, quién gana y quién pierde con renovación de dirigencia
Jorge Luis Galicia Palacios lunes 18, Nov 2019Como veo, doy
Jorge Luis Galicia Palacios
En el contexto político que vive el país, el saldo de los últimos acontecimientos que han trascendido a nivel nacional (La liberación del hijo del Chapo en Culiacán; las acciones de violencia por todo el país; la imposición de Piedra Ibarra al frente de la CNDH; el cobijo diplomático al ex presidente, Evo Morales, luego de su renuncia ante el repudio de una mayoría en Bolivia; el retraso de la aprobación legislativa del PEF 2020, entre otros eventos) no han sido positivos para el gobierno tetra transformador y así, con un escenario de caída en las encuestas de popularidad, es como cerrarán el primer año de gestión gubernamental.
Según el cristal con que se le quiera observar, habrá quien diga que los conflictos del país han sido bien sorteados y también quien haga ver que éstos se han enfrentado con improvisación y mucha falta de pericia a la hora de la toma de decisiones. Aunque, ante los magros resultados en cuestiones de crecimiento y desarrollo económicos, seguramente la salida seguirá siendo el discurso de los otros datos.
Es un hecho, ser gobierno desgasta en lo político y esto de inmediato se refleja en la organización interna del partido político en el poder, en este caso Morena, por lo que resulta extraño que no obstante el adverso diagnóstico que empieza a mostrar el gobierno en turno, en donde a estas alturas se podría estar trabajando para reforzar el capital político de su líder, por el momento no se asoma por ningún lado una solución de unidad en la renovación de su dirigencia, que legalmente debería concluir el 20 de noviembre el periodo que encabeza Yeidckol Polevnsky, y que ahora sabemos el nuevo líder se elegirá mediante una encuesta, pero sin fecha aún por precisar.
Entonces, más allá de los problemas nacionales, el gobierno y su partido saben que el verdadero conflicto es de carácter interno, y tan lo saben que, incluso, su líder moral, Andrés Manuel López Obrador, envió un mensaje a quienes están empecinados en dinamitar el proceso de elección de los nuevos cuadros dirigentes: “Si Morena se echa a perder, renunció al partido”, señaló recientemente AMLO al referirse al proceso electivo que se vive en esa organización partidista.
No es un asunto menor, y aunque dicen que no “son lo mismo”, cuando se habla de fallas y vicios mostrados por gobiernos pasados, lo que es cierto es que en la estructura gubernamental hay un reacomodo de fuerzas y los principales alfiles quieres llevar agua a su molino de la política, igual que sucedió al inicio de la administración de Enrique Peña Nieto, ¿o que ya no recuerdan las disputas palaciegas de cotos de poder en la llamada triada Osorio-Videgaray-Nuño?
Quién gana y quién pierde, en la disputa por la dirigencia de Morena, es una pregunta recurrente en las filas de la militancia del partido gobierno. Yeidckol, Secretaria General con funciones de presidenta, busca permanecer por otros cuatro años como líder; Bertha Luján y Alejandro Rojas, son los otros prospectos para dirigir los destinos del partido que llevó a AMLO a ocupar la silla de águila, los tres juran y perjuran que son los mejores aliados del presidente para seguir fortaleciendo la causa del tabasqueño, pero la falta de acuerdos deja ver ambiciones que nada tienen que ver con la 4T y más bien hacen “futurismo” personal, de equipo o corriente interna.
¿Quién de los prospectos estará dispuesto a hacer un lado sus aspiraciones en aras de la unidad partidista? ¿Quién gana o pierde con la decisión de que el nuevo dirigente surja por la vía de la encuesta? ¿Quién intentará llevar hasta sus últimas consecuencias el pleito interno?, esas y otras preguntas se hacen entre las bases militantes de ese partido, quienes por cierto son los mismos que en primer lugar buscan una solución a temas en materia de inseguridad, desempleo, apoyos al campo, mejores oportunidades de estudio, etc.
VA MI RESTO.- Los frentes críticos en los asuntos de la gobernabilidad del país en gran medida han sido la causa de la baja, aunque mínima, en los niveles de aceptación, por lo que el gobierno de la 4T ya no debe estar tan seguro de contar con el apoyo de aproximadamente 30 millones de personas que votaron por un cambio de partido y de formas de gobernar, y tal vez una señal de entendimiento o de corrección en las líneas trazadas sea la reestructuración de perfiles en el gabinete.
Hay que decirlo, muchos funcionarios, lejos de ayudar, son un lastre tanto de imagen como de nulos resultados, y aunque el Presidente diga que en su administración “no hay floreros”, los ejemplos sobran. A Bartlett no lo bajan de corrupto; Durazo se ganó a pulso el mote de mentiroso; No de ahora, sino de muchos años atrás a Jiménez Espriú lo siguen identificando como “mister ten per cent”, por algo será; voluntariosa como es, la ministra Olga Sánchez Cordero hace lo que puede como encargada de la política interior del país, pero ha quedado claro que los asuntos estratégicos en la agenda presidencial no hay la confianza para conferírselos al área que encabeza, por ejemplo, el tema migratorio.
Hay muchos otros nombres que bien podrían estar en la tablita de posibles movimientos de fin de año, pero es tan gris su trabajo que solo ellos saben qué hacen, esos puntos críticos son lo que deberían tener ocupada a la actual administración federal y no temas de conflictos internos de tipo partidista, ojalá pronto entiendan que ya son gobierno, y hasta ahí porque como veo, doy.