¿Servirá de ejemplo?
Armando Ríos Ruiz miércoles 13, Nov 2019Perfiles de México
Armando Ríos Ruiz
Después de una niñez y parte de su juventud miserables, obligado a estudiar y a dejar la escuela en repetidas ocasiones, debido a las mudanzas constantes de sus padres a causa de tener que buscar la manera de sobrevivir, Evo Morales logró hacerse de la Presidencia de Bolivia, como el primer indígena en un país en donde más de 50 por ciento tienen esa condición.
Algunos analistas le han dado trato de gigante y de uno de los líderes más importantes del mundo, mientras otros aseguran que como innumerables mandatarios, se enamoró del poder y trató de conservarlo con el recurso más socorrido: el fraude y las faltas a la Constitución. De todas formas, logró ser el mandatario que más tiempo gobernó en la historia de su patria: 14 años.
El antiguo líder de cocaleros de Cochabamba, a cuyo gremio defendió con denuedo de las intenciones de los norteamericanos de acabar con la siembra de coca, a quienes se opuso con el argumento de que el consumo no se abatiría despojando de trabajo a los productores, admitió, una reforma constitucional, que permite que un presidente busque sólo una vez la reelección.
Luego de ciertas peripecias con el tiempo de gobernar, de no existencia de la norma prohibitiva, de que no contaba por estar sujeto a otro régimen, y demás, así como de haber llegado a la Presidencia con más de 50 por ciento de los votos; de perder en el referéndum de revocación, logró ser postulado de nueva cuenta para una cuarta reelección.
Ya se había atrevido, en 2016, a preguntar al pueblo, si recibiría su apoyo para un cuarto mandato, pero perdió la consulta por estrecho margen.
Con todo y eso, sus partidarios hicieron lo indecible para anular el resultado de la consulta, con el propósito de facilitar la reelección de su presidente y con el argumento de que se atentaba contra sus derechos políticos. Dicho razonamiento hizo mella en un tribunal para tal efecto, que aceptó la candidatura por cuarta vez.
En la primera vuelta de la nueva campaña hizo múltiples promesas y hasta aseguró que sería su última postulación, aunque cada vez que había participado para un nuevo período, afirmaba lo mismo. Se hizo costumbre pues.
El resultado ya se conoce. Evo Morales se declaró triunfador en comicios que ofrecieron demasiadas dudas y que inclusive fueron declaradas fraudulentas.
Lo anterior dio origen a una agitación que enfrentaba a simpatizantes y a enemigos, mientras las fuerzas militares adoptaron como medida no enfrentarse a los manifestantes, que también fue copiada por policías, con la finalidad de evitar problemas mayores.
Todo lo anterior desembocó en el acuerdo tomado por los anteriores, para pedir a Evo Morales su renuncia. No ocurrió como se dice, que éste fue quien decidió dimitir para evitar derramamiento de sangre.
El gobierno de México le ofreció asilo y ahora se hospeda aquí, desde donde continuará haciendo política, como ya declaró y en donde podrá moverse a sus anchas, como también ya declararon las autoridades correspondientes.
Alguien me preguntaba: ¿servirá como ejemplo para otros países en donde los presidentes se reeligen cuando quieren, porque las constituciones de sus países, reformadas a su gusto, lo permiten? Obviamente que no.
Las mieles del poder son demasiado atractivas y curiosamente, no empalagan. La ley se arregla precisamente para eso: para continuar indefinidamente. Si fuera posible, para transponer la misma muerte, aun cuando sabemos que no hay mal que dure cien años.
Los casos así suelen percibirse cuando se aglutina todo el poder y los preceptos constitucionales comienzan a ser cambiados. Verbigracia: California o Jaime Bonilla.