La Armada gringa
Freddy Sánchez martes 12, Nov 2019Precios y desprecios
Freddy Sánchez
¡Gracias, pero no…
Franca y claramente hay que decirles a nuestros vecinos del norte que en México por más que se perciba un clima de inseguridad que se recrudece con tantos y tan bestiales crímenes, la mayoría no estaría de acuerdo en aceptar la ayuda de los militares norteamericanos para combatir a las mafias del delito.
Una inquietud que quizás algunos (o tal vez muchos), en el gobierno y fuera de éste, dadas las circunstancias actuales que se viven, cada vez abriguen con mayor intensidad suponiendo que es indispensable y sería lo más apropiado como medida extrema para devolverle al país su tranquilidad.
Y en ese tenor, oportuno sería preguntar, qué otra cosa podría hacerse contra el crimen organizado, antes de seguir tomando en cuenta la oferta estadounidense de darnos apoyo militar, si es que prosiguiera al alza la molestia colectiva que provoca ver que los grupos delictivos mantengan en plena operación sus actividades, dejando a su paso, una estela de muerte.
La respuesta en sencilla: las propias fuerzas armadas de México están capacitadas para desplegar una acción frontal contra los grupos criminales, con reformas legales que les permitan, entre otras medidas, igualar e incluso superar el armamento que usan las organizaciones criminales, además de que los soldados y marinos no queden necesariamente sujetos a restricciones legales en torno a la investigación de las actividades ilícitas de las mafias criminales.
Para ser más precisos, habría que decir que con las ataduras normativas que se imponen actualmente para las acciones de autoridad contra los delincuentes organizados, difícilmente se logrará poner al mismo nivel de combatividad y eficacia los recursos institucionales con todos aquellos de los que disponen las bandas dedicadas al delito.
Que por ser grandes organizaciones, con elementos técnicos, administrativos y financieros ampliamente sofisticados y modernos, superan con creces el potencial de acción de los cuerpos policiacos.
Eso al menos es lo que hace creer la evidencia de que el poder económico de las asociaciones criminales, (pese a un sinfín de actos de autoridad en su contra, con la captura de delincuentes de alto nivel o su muerte en tiroteos), se mantiene en auge con sus capacidades prácticamente incólumes.
Por tal razón, es imprescindible un cambio de tácticas con acciones distintas por parte de la ley, a fin de lograr la descapitalización real de los grupos que contrabandean, trafican, extorsionan, secuestran y falsifican, lo cual les permite una generación de recursos económicos que no sólo se guardan en alguna clase de escondrijos, sino que necesariamente terminan en cuentas bancarias, grandes y medianas empresas y bienes materiales de todo tipo.
Y ahí es donde los cuerpos de seguridad tienen que esmerarse para dar con las estrategias apropiadas que les faciliten detectar los bienes mal habidos, encubiertos bajo múltiples disfraces de riquezas en apariencia lícitamente adquiridas, aunque esa solo es la fachada en la que se encubre el atesoramiento económico del crimen organizado.
De modo que en vez de seguir empeñados en combatir a las organizaciones delictivas, primordialmente con el poder mortífero de arsenales balísticos, lo que se necesita es una más eficaz inteligencia financiera para el decomiso de cualquier fortuna multimillonaria cuyo origen no sea de un origen legítimo, y por lo tanto, susceptible de expropiación para debilitar a las mafias. Lo que hay que hacer y pronto, antes de que cunda más el pánico y con ello la necesidad de adoptar acciones de pronóstico reservado. Y es que de llegar a ocurrir una serie de medidas extraordinarias, en manos militares, los quebrantos a la tranquilidad podrían ser de otra naturaleza.
Así que más vale no seguir incitando a la gente para que reclame que sea el Ejército mexicano el que tenga que salir a las calles para combatir al hampa con medidas extraordinarias de cualquier tipo o lo que sería más inquietante aún: que lo haga de plano la Armada gringa.