Tambores de guerra
Freddy Sánchez jueves 7, Nov 2019Precios y desprecios
Freddy Sánchez
“Morena”, proclamada por su fundador como “la esperanza de México”, podría convertirse en un triste remedo de la más deleznable y vieja marrullería política con su dechado de malas artes y desvirtudes.
Nada que ver con un “bien nacido”, que sea ejemplo de cualidades como fecundo precursor de un nuevo estilo de vida en el ejercicio democrático sin manipulaciones perversas de control impositivo para que sus programas de acción y conducta social logren impulsar un “cambio verdadero” en bien de la colectividad.
Y no que con una falsa moral se recurra a la tantas veces reproducida farsa en los quehaceres partidistas a la hora de tomar el mando de las áreas estratégicas de representación.
Cosa que, a todas luces, se evidencia con notoriedad en la lucha por el manejo del partido más influyente para la toma de decisiones en México, desde que Andrés Manuel se hizo de la batuta presidencial, al tiempo de manifestar sus intenciones de no querer manipular al partido que forjó, hizo crecer y catapultó hasta la cima del poder nacional.
Aquella “sana distancia” que en su tiempo el priista Zedillo anunció que mantendría con respecto al PRI, a diferencia del influjo notable de carácter partidista por parte de su antecesor Salinas de Gortari, el actual jefe del ejecutivo, simple y llanamente se declaró ajeno a los asuntos de su partido, (el suyo, ciertamente, porque él y nadie más lo creó), asegurando que no se involucraría en la decisiones de la institución política que gracias a un “enorme” triunfo electoral, adquirió dominio legislativo casi total en las cámaras federales y las locales en el interior del país.
Por eso, inequívocamente, “Morena” es en este momento algo así como un trasatlántico, “dueño y señor de los mares”, cuyo pilotaje despierta la codicia de no pocos interesados en constituirse en “herederos” del legado político con mayor riqueza en “el mercado de valores” de la política nacional.
Baste decir que el Partido del Movimiento para la Reconstrucción Nacional, está en posibilidades de llevar al poder a una importante cantidad de gobernadores y presidentes municipales, en los dos años por venir, además de ser “la aduana” encargada de aprobar el paso para los futuros diputados federales, lo que si bien igual dependerá de los “arreglos” en otras organizaciones partidistas con capacidad para postular candidatos, nadie en su sano juicio descartaría que la vía más segura para llegar a ocupar esas posiciones está en el territorio de los “morenistas”.
Los mismos exactamente, que por lo pronto tácitamente “andan a la greña”, incapaces de reconocerse así mismo como depositarios de una fuerza electoral que ninguno de ellos consiguió, puesto que si “Monera” es lo que es, se lo debe exclusivamente a Andrés Manuel.
De modo que estando las cosas como están, al borde de un colapso, quizás el creador de “la gloria” de este nuevo gran trabuco electoral, reconsidere su postura de no intervención en las elecciones internas de “Morena”, a fin de evitar que la falta de una sola “voz cantante” en las decisiones a tomar, continúe y se ahonde el “desconcierto de muchas voces”, que se sienten con ínfulas para mandar lo que se debe hacer y lo único que están haciendo es un desbarajuste donde no debería haberlo porque cuando se tiene un poder “casi absoluto” en una organización que dicta la reglas para todos los demás en una competencia, lo único que le puede afectar al grado de desajustar y atrofiar su maquinaria es el torpe manejo de sus propios operadores.
Y como lamentablemente para la sana evolución de esta institución partidita, sobran actrices y actores que se creen de primera línea, a estas horas quizás sintiéndose con más capacidad de mando que el mismo Andrés Manuel, el hecho de que el fundador de “Morena” cumpla su palabra de mantenerse ajeno a lo que suceda en el partido, podría afectar sus propias actividades de gobierno.
“La Cuarta Trasformación”, quedaría expuesta a sufrir los perjuicios del “toma y daca” entre los integrantes del partido que para garantizar la continuidad de los planes de gobierno, tiene que mantener el control de la cámara de diputados y por lo mismo es imprescindible que vuelan a la tranquilidad y armonía en “Morena” y se guarden “los tambores de guerra”.