La barbarie, imparable
¬ Augusto Corro miércoles 6, Nov 2019Punto por punto
Augusto Corro
Tres mujeres y seis niños fueron asesinados en un ataque de un grupo armado en una carretera ubicada entre los estados de Chihuahua y Sonora. Las víctimas alcanzadas por las balas: un menor de 11 años, una niña de 8 y dos gemelas de un año.
Informó lo anterior el secretario de Seguridad, Alfonso Durazo, quien dijo que otros seis niños resultaron lesionados.
Las personas agredidas tienen la doble nacionalidad mexicana-estadounidense. Todos integrantes de la familia LeBaron, practicantes de la religión mormona.
Las autoridades iniciaron las investigaciones sobre el móvil de la sangrienta agresión contra el convoy de camionetas en las que viajaban solo mujeres y niños. Iban de un asentamiento mormón en la localidad de Bavispe, en Sonora, hacia otro conocido como La Mora, en Chihuahua.
Aunque no es difícil suponer que los delincuentes forman parte de las bandas que se disputan el territorio de las montañas de estados mencionados.
Los hechos se registraron alrededor de las nueve de la mañana. Esta tragedia se suma a otras masacres que impactaron a la sociedad por el grado de violencia.
Otros integrantes de la familia mormona en aquella zona sufrieron hace varios años secuestros y agresiones de criminales.
La terrible vecindad
Ayer en la mañana, el magnate Donald Trump se comunicó con el presidente Andrés Manuel López Obrador para ofrecer la ayuda estadounidense, en una guerra contra los cárteles de la droga y los borre de la faz de la tierra.
El mandatario mexicano manifestó en otras ocasiones que no se puede enfrentar violencia con más violencia: “la política se inventó para evitar la guerra”.
Si el deseo de Trump es acabar con los narcos, debe empezar con la disminución del consumo de drogas en el mercado estadounidense, el más grande del mundo.
Luego, algo difícil para él, controlar el contrabando de armas. Los cárteles de la droga, para nadie es un secreto, cuentan con un armamento sofisticado como se vio en los enfrentamientos con los representantes de la ley.
La vecindad con EU llevó a la formación de cárteles de la droga que tienen muchas actividades ilegales derivadas de su producción y venta.
Las pugnas entre los grupos de narcotraficantes sumieron a México en el terror. La seguridad desapareció hace mucho tiempo. Los daños fueron mayúsculos. Principalmente en las pérdidas de vidas humanas.
Miles de personas fueron asesinadas, secuestradas y desaparecidas.
Aún sin resultados positivos
Con la llegada del nuevo gobierno, encabezado por Andrés Manuel López Obrador, se pensó que empezaría a disminuir la violencia y la población viviría con seguridad y paz.
No fue así. Quizás la novatez de las autoridades fue un obstáculo para el desempeño correcto de sus actividades.
A nivel federal, los errores continúan como en sexenios anteriores. Aunque ahora se cuenta con la Guardia Nacional, un ejército de elementos civiles-militares que se encargarán de brindarnos seguridad.
A la fecha aún no se ven resultados positivos, quizás porque apenas empiezan adaptarse a sus nuevas tareas.
Plantados en la realidad, debemos entender que el problema del narcotráfico continúa como el eje de la espiral de violencia en México.
Uno de los intentos para solucionarlo fue el de enfrentarlo con el Ejército. El presidente panista, Felipe Calderón Hinojosa, le declaró la guerra.
Sin ninguna estrategia, los cárteles de la droga no vieron amenaza alguna que los dañara. En algunos casos se trató de darle un escobazo al panal sin mayor trascendencia.
Algunos grupos de narco se dividieron y surgieron más frentes de guerra para Calderón que sin estrategia solo fortaleció a sus enemigos.
¿Y las autoridades municipales y estatales?
A las autoridades municipales y estatales se les hizo fácil dejar toda la tarea del combate al narcotráfico al gobierno federal.
La lucha de alcaldes y gobernadores contra la delincuencia no se ve por ningún lado. Inclusive organismos internacionales sugirieron una mejor preparación de los cuerpos policías que en México dan pena ajena.
Es muy marcada la ausencia de gobernadores y presidentes municipales en la lucha contra la delincuencia organizada. No se les ve por ningún lado. Ni siquiera pronuncian sus discursos demagógicos para condenar la violencia.
Tenemos el caso de una abuela y sus cuatro nietos secuestrados a mediados de octubre y nada se sabe de ellos. El gobernador Héctor Astudillo sigue sin mover un dedo para localizar a las víctimas de los plagiarios.
En fin, vamos a esperar, pacientes, que las autoridades nos regresen la seguridad y la paz ausentes.