Delincuencia sin límite
Armando Ríos Ruiz miércoles 6, Nov 2019Perfiles de México
Armando Ríos Ruiz
Hace unos días, nuestro Presidente dijo que la mayoría de los mexicanos lo respalda y no permitirá que le den un golpe de estado. Tal aseveración despertó, avivó, la imaginación de la gente, aun cuando está alerta por tanto que se dice sin ton ni son. De entrada, muchos pensaron que no estaba en sus cabales, mientras otros demandaron que diga quién, de dónde provenía tal aseveración; cuando sería; qué más sabe al respecto.
Para otros más, se trató de una invención para distraer la atención en torno a lo que ocurrió en Culiacán el 17 de octubre, cuando detuvieron a Ovidio Guzmán López, hijo del Chapo y luego lo soltaron, debido a que por más disculpas que buscó el gobierno, se vio escaso para encontrar la mejor, la que convenciera de inmediato a los ya desconfiados compatriotas.
Se dijo asimismo, que nuestro mandatario busca victimizarse, igualmente, con la misma intención de acabar con la crítica al fallido operativo que dejó en entredicho a la Guardia Nacional y a otras fuerzas que intervinieron, sólo para demostrar al pueblo, que no hay suficiente preparación para sostener un enfrentamiento con la delincuencia, pues cuenta con armas poderosas y con estrategias de combate suficientes,
Tal vez el discurso del experimentado, culto, serio y preocupado general Carlos Demetrio Ochoa, lo hizo concebir que el Ejército está enojado con él, lo que parece cierto, debido a la exhibición ante grupos de estúpidos que lo ha increpado en diferentes ocasiones, en las que ha tenido que aguantar vejaciones, porque la orden es permitirlas.
Aunque a mi parecer, la alocución fue más bien para expresar el compromiso de las fuerzas armadas con México, pues entre otras cosas, para eso se educan los militares, aunque las palabras hicieron además, referencia a la dignidad, a la vergüenza y a la entrega de la institución a las mejores causas, que por ningún motivo permitirá que se quebranten con nada.
Quizá algo vio en la sociedad mexicana nuestro máximo mandatario, porque también la inacción ante la delincuencia que crece cada día de manera espantosa y preocupante, despierta como alarma la conciencia de la sociedad, debido a que la estrategia para combatirla es la menos indicada que se haya conocido. Si los anteriores Presidentes utilizaron tácticas diferentes, peor ha resultado cruzarse de brazos
Nada menos el lunes, México se estremeció con el brutal asesinato de la familia LeBarón, en el norte del país. Los asesinos no tuvieron miramientos para disparar inclusive contra niños. La autoridad no hizo nada. Absolutamente nada, acusaron familiares.
Resulta increíble que hasta en casos como este, se insista en que la culpa es del pasado. La realidad es que se gobierna ahora y que todo lo que ocurra desde que se asumió el mando, el primero de diciembre del año anterior, es responsabilidad del sucesor. Se aceptó el timón con todo lo bueno y malo que existe y con la inmensa responsabilidad de erradicar las perversiones y preservar lo que vale la pena.
Todos los gobiernos son herencia de uno anterior, se quiera o no. Lo que debe hacerse en materia de seguridad, es implementar estrategias, las mejores, para defender a los gobernados. Nadie, ante situaciones de delincuencia como las que vive México, puede pregonar que se acabó la guerra contra los delincuentes.
Es parte de un buen gobierno poner en práctica ideas para acabar con el mal que hacen los malhechores. Pero aquí parece que merecen un premio y que pueden continuar inmersos en hacer el mayor daño posible, para escarmiento de los enemigos. Descabezar, descuartizar, inmovilizar con cintas adhesivas hasta que el contrario muere, son prácticas modernas.