Se inunda Dos Bocas
Armando Ríos Ruiz viernes 1, Nov 2019Perfiles de México
Armando Ríos Ruiz
Durante su campaña, el Presidente López Obrador se comportó como el burro del aquimichú: dando pasos hacia adelante y hacia atrás. Finalmente acabó por insistir en la cancelación del aeropuerto de Texcoco. Esgrimió como argumento que se proyectaba un centro comercial ambicioso, como un nuevo Santa Fe. “Se está construyendo un barril sin fondo”, dijo.
Cuando arribó a la Presidencia, seguramente encargó a su secretario de Comunicaciones, la elaboración de las mejores excusas que sirvieran de puntal a su decisión de llevar a efecto el capricho. Javier Jiménez Spriú construyó muchas, que tienen que ver con el impacto ambiental, urbano, social y técnico.
Se realizó un remedo de encuesta, cuyo resultado fue la cancelación en Texcoco.
Otros expertos en el tema dijeron exactamente lo mismo de Santa Lucia, en donde aún es menos propicio construir el aeropuerto y en donde se toparon, meses después de haber decidido por este lugar, con un cerro que curiosamente nadie había visto. Nada importó. Como en Dos Bocas, adelante.
El barril sin fondo se duplicó, debido a que con la cancelación se perderían más de cien mil millones de pesos y se emplearía otro tanto para la nueva edificación en Santa Lucía. De esto, ni una palabra.
Si la resolución hubiera sido al revés y se hubiera pedido igualmente al secretario de Comunicaciones un estudio inverso, hubiera encontrado mil y una razones para decir que el aeropuerto estaba a pedir de boca en Texcoco y el resultado de la encuesta hubiera sido igualmente en ese sentido.
Respecto a la refinería de Dos Bocas, expertos mexicanos y extranjeros opinaron que no era viable, que no se construiría en el tiempo que el Presidente desea y que costaría mucho más del cálculo que le dieron, de ocho mil millones de dólares.
Gustavo de Hoyos, líder nacional der la Coparmex dijo en repetidas ocasiones que construir esa refinería era inviable. Pidió el Presidente dejar a un lado el “me canso ganso” y hacer una reflexión profunda.
El Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), alertó en un informe que dicha refinería impulsada por el Primer Mandatario, tenía escasamente dos por ciento de probabilidades de éxito.
Añadió que en 98 por ciento de los escenarios, dicho proyecto de inversión generaría más costos que beneficios.
El Instituto Mexicano del Petróleo, indicó que la refinería de Dos Bocas no debería efectuarse, porque es técnica, operativa y financieramente inviable. Muchas empresas internacionales, con amplio historial y experiencia probada, que fueron invitadas a concursar, afirmaron que el proyecto no podía llevarse a cabo, ni al precio ni en el tiempo que el gobierno había previsto.
Las citas no acabarían si deseáramos invocar a todos los que han emitido una opinión en contra, mismas que siempre se toparon con una sordera necia.
Por mi parte, pregunté a un conocedor mexicano, quien me respondió que era mucho más fácil construir en Texcoco, en donde el suelo es fangoso por haber sido madre de un lago y por lo tanto, existe un gran riesgo de inundarse, que en Dos Bocas.
Me dijo que en el estado de México, la tecnología podía superar todos los obstáculos, pues ya estaba probado que era viable contener la inundación y otros problemas, mientras que en dos bocas es imposible, porque aquí existe otras condiciones que coadyuvan con las inundaciones y con el hundimiento.
Con la reciente época de lluvias, el lugar enclavado en Tabasco y destinado a cumplir un capricho contra todos los pronósticos, no pasó la prueba del ácido… y se inundó.
El gobernador del estado y el mismo Presidente desestimaron las travesuras de la naturaleza. La refinería de todos modos, ¡va porque va!