Culiacán, una amarga derrota
¬ Augusto Corro lunes 21, Oct 2019Punto por punto
Augusto Corro
El cúmulo de errores en la captura y liberación del capo Ovidio Guzmán dejaron en ridículo a los máximos responsables de la seguridad en nuestro país. Las autoridades sufrieron una amarga y humillante derrota.
En Culiacán, Sinaloa, se vivieron horas de angustia ante el alarde de fuerza de los narcotraficantes que sobrepasó el poder de las autoridades.
Durante ese tiempo se llenaron las redes sociales de escenas violentas, de pánico, con un vacío total de información oficial sobre los hechos.
La comunicación, una de las grandes fallas de este gobierno, empezó a fluir con una dosis considerable de mentiras.
Primero dijeron, que Ovidio, el hijo de Joaquín Guzmán, El Chapo, no había sido detenido cuando ya las fotografías comprobaban lo contrario.
Las autoridades, tras horas de permanecer calladas, aceptaron que se trató de un operativo para capturar al heredero de El Chapo.
La salvaje respuesta de los narcos obligó a los captores a soltar a su presa; pero el daño ya estaba hecho: los habitantes se encontraban aterrorizados.
Culiacán fue sumido en el caos y la desesperación. La tarde y noche del jueves, la capital de Sinaloa vivió momentos de angustia. La gente pernoctó donde pudo protegerse.
Ignorancia e ineptitud
No son nuevos los hechos violentos de la narcodelincuencia cuando se trata de defender a sus capos.
Los bloqueos como los registrados se dieron ya en otras ciudades, aunque quizás no con la intensidad de lo ocurrido en Culiacán.
¿No sabían los encargados de la seguridad en México no sabían del peligro latente que existe en una entidad controlada por los señores del narco?
En Sinaloa, tierra de narcotraficantes, con lo registrado el jueves se confirmó que quienes mandan en esa entidad son los dirigentes de la delincuencia organizada.
¿Cómo mantener el floreciente negocio de las drogas si no es con la ayuda de las autoridades locales?
Todo mundo sabe que en esa región la policía, si es que la hay, actúa en contubernio con los criminales. Desde hace varios sexenios, Sinaloa es una de los estados donde los narcotraficantes son dueños de vidas y haciendas.
¿Los responsables del gabinete de seguridad no conocían esa historia? Parece que no, pues enviaron al matadero a sus subalternos. ¿Cómo ordenar la detención de un capo, como Ovidio, sin la fuerza suficiente para lograr con éxito el objeto de la misión?
No es suficiente que las autoridades reconozcan su derrota en el operativo de la captura del hijo de El Chapo. No hay pretexto que valga.
Los Errores
¿A quién se le ocurrió enviar a un grupo de elementos torpes a una misión tan peligrosa? Son muchos los pretextos para justificar ese terrible error.
Las investigaciones sobre la derrota de la fuerza pública en Culiacán tendrán que arrojar la verdad de lo ocurrido.
No convence la declaración de que se optó por dejar en libertad a Ovidio para evitar un derramamiento de sangre. Quizás las autoridades tengan un poco de razón.
Pero sí de salvar vidas se trataba, la operación de captura del capo debió efectuarse en otro horario y en condiciones óptimas de seguridad para los sinaloenses. Ocurrió lo contrario.
Ante la magnitud del evento, era necesaria la participación de la mayor fuerza pública y de la mejor información para ofrecer resultados positivos.
Ya se vio que la delincuencia organizada actuó con el arrojo y la disciplina como un cuerpo de paramilitares con objetivos claros.
¿Y las autoridades no escucharon alguna advertencia de los servicios de inteligencia sobre el riesgo que se corría de no llevar la fuerza suficiente para enfrentar al Cártel de Sinaloa en sus dominios, en un narco-estado?
Las autoridades informaron que el operativo fallido dejó ocho muertos, entre ellos cinco gatilleros, un civil, un elemento de la guardia y un reo del penal de Aguaruto. Otros quince elementos de distintas corporaciones resultaron heridos.
Se contabilizaron 19 bloqueos y el ataque al centro de vigilancia de la Secretaría de Seguridad Pública, a las instalaciones de la Novena Zona Militar y al complejo habitacional del Ejército.
Se informó, además, de la fuga de alrededor de 20 internos del penal de Aguaruto, en Culiacán.
Opinión de las autoridades
El viernes en la mañana, en conferencia de prensa, los secretarios de Seguridad y Protección Ciudadana, Alfonso Durazo, y de la Defensa Nacional, Luis Crescencio Sandoval, dijeron que el operativo para capturar al hijo de El Chapo “fue precipitado, mal planeado y, al final de cuentas, fallido”.
Reconocieron que además de no medir las consecuencias de la misión, “los elementos de la Guardia Nacional no tenían en su poder la orden de cateo que les permitiera ingresar al inmueble donde se encontraba (Ovidio), lo cual derivó en que, en su espera, fueran agredidos “por una fuerza mayor” y se iniciaran balaceras y bloqueos. Esto no solo afectó a la población civil, sino que también llevó a dar marcha atrás al arresto de Guzmán”.
Lo ocurrido en Culiacán debe analizarse a fondo y un buscar un aprendizaje de los errores. Fue deprimente la actuación de la fuerza pública. ¿Qué tienen que hacer las autoridades para borrar esa imagen deprimente que enviaron con la fallida captura de Ovidio?
Para empezar, el presidente Andrés Manuel López Obrador y los funcionarios de su Gabinete de Seguridad tendrán que decidir si se continúa con la misma estrategia de lucha contra la delincuencia organizada, o se aplican otros métodos para combatirla.
A la fecha no ha cambiado aún el estilo de enfrentar a la delincuencia organizada. Las masacres continúan en entidades donde existe mayor presencia del crimen organizado: Tamaulipas, Michoacán, Guanajuato, Veracruz, Guerrero, etc.
En el presente, las autoridades deben regresar a Sinaloa y recapturar a Ovidio para que empiece volver la confianza de la gente.
La inseguridad se extendió por todo el país. Los errores como el ocurrido en Culiacán por parte de la fuerza pública no nos auguran tiempos de paz.