De “La Quina” a Romero Deschamps
¬ Arturo Ríos Ruiz viernes 18, Oct 2019Centro..!
Arturo Ríos Ruiz
- Similitudes de casos a la distancia
La salida de Carlos Romero Deschamps, nos lleva a recordar a Carlos Salinas de Gortari y el “Quinazo”, Joaquín Hernández Galicia, “La Quina”, entonces poderoso líder del Sindicato petrolero al que caravaneaban los presidentes que desde que eran candidatos lo amacizaban.
Durante su dirigencia “La Quina” integrado a la estructura de la organización de sindicatos del PRl, controlaba la designación de diputados federales, senadores, municipios puestos y nombramientos en las zonas petroleras. Un poder enorme entre caciques sindicales.
Después de tres décadas al frente de los trabajadores, el fin del poder llegó el 10 de enero de 1989 por órdenes del ya presidente, Salinas de Gortari, un mes después de tomar posesión bajo fuertes sospechas de fraude electoral para obtener legitimidad.
“La Quina”, ante la visita obligada del aspirante siempre priista: “Señor Candidato, yo ya me siento cansado, quiero dejar la dirigencia”, la respuesta fue la misma:
“No me diga eso don Joaquín, México y los trabajadores y el futuro Presidente lo necesitamos ¡Usted se lo debe al país! Aceptaba “humildemente”; sólo Miguel de la Madrid se quedó callado, pero lo dejó todo el sexenio. Le tocó a Salinas.
Cuando candidato “La Quina” supo que lo derrocaría, contrató a José Luis González Meza, un activista temerario, que escribió el libro “Un asesino no puede ser Presidente”, narró el percance de los niños Salinas de Gortari que, en un juego accidental, mataron a su sirvienta.
La edición fue, cien ejemplares que José en improvisada presentación, él solo, en Sanborns Lafragua, Paseo de la Reforma; regaló a periodistas, un ejemplar a cada uno y con eso se hizo el escándalo.
Se investigó y se supo el qué, cómo, cuándo, cómo y quiénes intervinieron en ese trabajo con el que intentaba frenar al priista y todos fueron encarcelados.
Sólo José Luis se fue a Los Estados Unidos y se exilió, regresó y aún anda dando guerra por ahí, litigando y denunciado como siempre ha sido su costumbre.
Entre Carlos Romero Deschamps y AMLO, no se conocen desaguisados, sólo recordamos que en la campaña le llenó a José Antonio Meade el evento en Tabasco con sus petroleros de la región, con el intento de opacar al morenista en su propia tierra. Como sabemos, de nada sirvió.
La otra que es indudable que le metió, como la costumbre, buena lana a la campaña del tricolor para seguir de poderoso en el sindicato que lo hizo adinerado e intocable. Le llegó su final, aunque más terso, hasta ahora.