El péndulo mexicano
¬ Edgar Gómez Flores lunes 14, Oct 2019Con mi mano izquierda…
Edgar Gómez Flores
Mario Vargas Llosa llamó a la gestión de casi 70 años del Partido Revolucionario Institucional (PRI) de nuestro país como “la Dictadura Perfecta” (hasta el sexenio del presidente Zedillo), esto porque un solo régimen bien engranado hizo que las fuerzas políticas de un país se concentraran en un grupo político y logró confinar a la oposición en solo eso.
La bien pensada estructura del PRI, haciendo a un lado el salvajismo de su policía secreta y sus métodos de represión social, tuvieron un gran pensamiento, hacer que, por sexenio, el país fuera de izquierda a derecha.
Es decir, barría en doce años (dos sexenios) las fuerzas y clases sociales de nuestro país con apoyos y con políticas públicas. Solo así explicamos que el General Lázaro Cárdenas, presidente de México (1934 – 1940), escogiera como su sucesor al presidente Ávila Camacho en lugar de al general Francisco José Múgica, quien podría haberle dado continuidad ideológica a sus políticas sociales.
Así pasamos de presidentes como Miguel Alemán a otros como José López Portillo. La estructura del PRI, tanto la formal como la informal, le dieron un pensamiento y una acción totalitaria.
Sus estructuras base; como la campesina, la obrera y de organizaciones sociales eran complementadas con empresarios que desde su dicho se consideraban soldados de este priísmo.
En un sexenio se incrementaban los impuestos, mientras en otros se repartían recursos para cultivar las tierras. En unos se creaban becas de apoyo científico y en otros se creaban desarrollos turísticos de dimensiones globales.
Ante este sistema, cuasi perfecto, para gobernar un país de estas dimensiones, la poca disciplina financiera y presupuestal, hizo que este péndulo se quedara firmemente afianzado en una derecha preocupada por fortalecer una clase media, controlar una inflación, mantener déficits fiscales en niveles controlables, etc.
Sin embargo, durante estos poco más de treinta años, esa derecha fue incapaz de hacer que el péndulo, aunque sea en el discurso, volteara los ojos hacia las clases vulnerables del país y con esto, retomar el balance del sistema político mexicano.
Así nos podemos explicar la llegada de Andrés Manuel López Obrador. Por eso, no es tan difícil digerir lo que el primer mandatario señala cuando habla del “período neoliberal”.
Él se refiere a este período donde fue violentado el péndulo mexicano. Sin embargo, el presidente pretende retomar este regreso a la izquierda con un país que se encuentra en una realidad distinta. Después de este “período neoliberal” el país cuenta con 40 millones de habitantes adicionales, con la firma de tratados de libre comercio con una cuarta parte del mundo, con controles medioambientales que no permitirían regalar tierras de selvas y humedales como se hizo en el sureste mexicano en el “período socialista” mexicano.
El discurso de esta cuarta transformación, en un primer momento, le ha permitido a la sociedad mexicana, un respiro en un ambiente de tensión, casi incontrolable.
La población que se sentía vulnerada con los gobiernos de la derecha mexicana, desde Carlos Salinas hasta Enrique Peña, ven con buenos ojos la llegada de un grupo que habla de la historia mexicana y sus tradiciones con más solvencia, que desdeña el extranjero, que parece hablar desde lo más bajo de los estratos sociales. El discurso de este nuevo grupo en el poder conectó perfectamente con el deseo de venganza y el deseo de ser escuchado de un segmento de la población mexicana. Ahora, su tarea es hacer que este discurso se transforme en políticas públicas que mínimo por un sexenio, hagan sentir a esta población parte de la estructura social y de poder.
El sistema comentado sirvió por su buena estructura. Sin embargo, con la realidad de la nueva transformación, como lo es el crecimiento “cero”, con un presidente juzgando la nueva movilización social, con un presupuesto público alejado de la ciencia, la educación y la salud; esta estrategia como sistema de gobierno podría ser malentendida, de oscilaciones sexenales a movimientos aleatorios.
Del discurso de izquierda por las mañanas, a la austeridad republicana (neoliberal) por las tardes. Así el péndulo del sistema político mexicano podría volverse el rehilete de la trasformación.