El Caballo de Troya mexicano
¬ Edgar Gómez Flores martes 8, Oct 2019Con mi mano izquierda…
Edgar Gómez Flores
Cuando los griegos decidieron crear un caballo para engañar a los troyanos, como supuesto regalo y poco después introducir un ejército enemigo que tomara el control de una guerra que parecía perdida; seguramente los riesgos de un éxito o fracaso de esta estrategia estaban presentes.
Ahora, al trasladar este pasaje mítico histórico de la antigua Grecia, vienen a mi mente los artilugios con los que la Cuarta Transformación se involucraron en quien es considerado un “electorado conservador”, como lo es el mexicano.
En este sentido, más que un análisis estructurado de lo sucedido en estos primeros diez meses de gobierno, quiero hacerme la pregunta:
¿Qué viene dentro de este Caballo de Troya mexicano? Así, me nacen las siguientes preguntas previas a afirmar que, lo que tenemos enfrente, es un plan detallado disfrazado de democracia: (1) ¿Lo que la gente pensó antes de votar por el presidente Andrés Manuel López Obrador es semejante a su forma de Gobierno?, (2) ¿la carga de ideales vertida en la campaña tiene un sustento en la estructura de la Administración Pública que ha planteado el Presidente? y por último (3) ¿esperamos que lo prometido se vuelva realidad?
Sobre esto trataré de abordar las preguntas señaladas con un enfoque realista de lo que ha pasado en este período de gobierno. En este sentido, puedo señalar que el Presidente, aún cuando ha dejado claro, en el discurso que día a día pronuncia en sus conferencias mañaneras, que su gobierno debe asentarse en la austeridad y combate a la corrupción. Sin embargo, de manera paralela, ha dejado entrever dos temas que estratégicamente han quedado soslayados por la opinión pública:
- El Presidente no se comporta como el Presidente de México y por el contrario, se asume como un Presidente regionalista (del Sureste). De primera instancia, para soportar este dicho, cuento con sus proyectos prioritarios los cuales se ubican en esa zona (Tren Mmaya, refinería de Dos Bocas, el Tren Transístmico). Adicionalmente muestra, de distintas formas, desdenes hacia el centro y norte del país; ya sea al cancelar a mano alzada un Metrobús en la zona de La Laguna o cancelar un aeropuerto en la Ciudad de México. Por esto, el Presidente debe identificarse como un regionalista del sureste mexicano y centroamericano; situación que pudiera en el mediano plazo afectar la calidad de vida de los ciudadanos del centro y norte del país.
- Por otro lado, el mandatario se ha manifestado como partidario de los pobres y esto parece una posición loable para cualquier humanista del mundo. Sin embargo, cuando se es Presidente de una nación, como la mexicana, es imposible que la decisión de virar hacia la pobreza te dé el derecho de abandonar a las clases medias y /o a los inversionistas mexicanos que han apostado por la estabilidad económica y jurídica del país. Autoproclamarte como el benefactor de los pobres al estilo “Robin Hood” lo único que generará es un satisfactor de corto plazo que no propondrá un multiplicador de bienestar futuro.
Ante esto, retomo mi análisis inicial, ¿qué viene en ese Caballo de Troya?; seguramente puedo identificar una Suprema Corte “a modo”, después de la renuncia del ex procurador Medina Mora, una erosión de la estructura económica del gobierno al no existir un plan multifactorial de crecimiento; una clase muy necesitada del país volcando su incondicionalidad a nuestro Presidente, por los apoyos que en 2020 deberían llegar a sus manos y, por último, identifico una población dividida entre buenos y malos, entre opositores y correligionarios de la 4T; muchas de estas diferencias ocasionadas por la región donde habitamos los mexicanos.
El gran ejército enemigo dentro de este Caballo de Troya es traspasar las fobias de un hombre a un pueblo que debiera pugnar por su desarrollo, su libertad y su igualdad, sin duda alguna.