La crítica a AMLO, necesaria para que se ponga las pilas en la 4T
Francisco Rodríguez jueves 3, Oct 2019Índice político
Francisco Rodríguez
Desde hace cuatro décadas las poderosas empresas mundiales han demostrado que no tienen adversario al frente.
Todas las etapas de penetración financiera, mercantil, ideológica, bélica, comercial y política se han ejecutado en perjuicio de los condenados de la tierra. Sólo existe un valladar: las masas de pensamiento crítico.
Un desquiciado al frente del poder formal del imperio estadounidense y la parsimonia, la catatonia y la abulia de sus pares dentro de ese país y en los aparatos extranjeros, revelan la fragilidad y la inoperancia de los sistemas de poder establecidos para defenderse. El mundo es débil cuando se pone a prueba de la manipulación y el vasallaje que imponen las súper estructuras.
El indulto “me da la posibilidad de perdonar los insultos de la prensa y a mí mismo”, dijo hace algunos meses el loco Donald Trump, creyendo las perfidias de su mente, después de una alharaca militar en la que mandó un mensaje de cien mil toneladas de misiles al mundo y nadie dijo nada.
“Estoy usando a México para proteger nuestra frontera, porque los demócratas no cambiarán las lagunas en el asilo”, dijo apenas. Y nadie dice nada. Los poderes de las empresas bélicas, de plácemes. El mundo está acojonado. Las grandes empresas lo utilizan como marioneta.
El pensamiento crítico de las sociedades nacionales no ha dicho la última palabra. Los investigadores no han rehuído el análisis crítico de la realidad demoledora, la que pretende arrasar con todo.
No ha pagado su deserción ante el tribunal de la Historia. Sabe que, si lo hiciera, despojaría a las letras de su poder fundador. Actualmente es casi la ultima ratio.
Perder la brújula del pensamiento crítico es un suicidio. Debemos hacer de él una masa de orientación y revelación ciudadana.
Es la única arma, la de la defensa cultural, que le queda a un país en la miseria. La única defensa ante los ignorantes y entreguistas que piensan en la adopción de la civilización exterior como norma de perfección.
Y es que, desde la imposición del dogma neoliberal —aún ahora con la incógnita 4T— y la asunción de la aldea global como pauta general del reino del dinero y sus injusticias, se endereza un ataque frontal contra los sistemas de vida nacionales y sus pueblos para desprestigiarlo todo, instituciones, costumbres de vida, consumo y leyes, y provocar en ellas crisis de credibilidad y convertirlas en pasto digerible para los grandes monopolios.
Tienen socios invaluables en nuestra nación.
Con unos amigos así no necesitamos enemigos. Estamos frente al desmantelamiento absoluto del Estado como éste se ha concebido desde las últimas centurias de la civilización occidental. Al interior de nuestros países, en especial México, las clases políticas ingenuas, codiciosas, implacables e ignorantes se creen “modernas” y hasta “revolucionarias”.
Ceden permanentemente, interés de por medio para sus bolsillos, ante la seducción y agudizan, consciente e involuntariamente, las contradicciones inherentes a todo proceso político de independencia económica y soberanía nacional.
Pisotean toda ética, normatividad, exhiben ramplonamente una falta de vergüenza lastimosa.
No sólo eso, aseguran la explotación económica sin ventaja alguna para la población, bajo el supuesto de su permanencia política al frente del abarrote, pues, dicen, ésta les brinda viabilidad y protección judicial y política.
También fiscal, como es el caso de los “perdonados por el SAT”, recién dados a conocer. Sólo logran recalcar su ignorancia y refrendar su propia condición de explotados y de rehenes a la disposición de los externos, a quienes también han robado.
Por falta de una efectiva masa de pensamiento crítico no tenemos una mínima idea de país, de programa de gobierno, ni proyectos de gran visión y tampoco de sobrevivencia en el mundo actual. Somos un país despedazado, hecho trizas por mercachifles locales que se deslumbran ante cualquier espejito.
A falta de gobierno o de un sistema político adecuado a los desafíos del presente, presenciamos indefensos el imperio de la delincuencia sin freno, medios de comunicación que elevan al nivel del paroxismo mensajes ridículos y parodias infames que envenenan gravemente el pensamiento popular.
Mecanismos insulsos que exaltan nuestro descenso vertiginoso al último lugar de la competitividad y productividad internacional, a rangos de empleo, hambre y miseria propios de colonias anquilosadas, con una dependencia mono exportadora que ya no alcanza ni para cubrir elementales gastos burocráticos. Que se engullen las pocas pensiones para sus negocios personales.
Queman incienso a la atadura a generosas remesas de sobrevivencia que envían los sufridos trabajadores expulsados al exterior por un sistema económico injusto, por un deficiente aparato económico y por la rendición paulatina y constante de una aparente democracia que recalcitra y agudiza el autoritarismo.
Han dejado el circulante monetario, las transacciones comunes de cualquier economía en las manos de los flujos que produce el negocio del narcotráfico; es el único cuño posible, pues las actividades productivas brillan por su ausencia.
Miles de millones de pesos dirigidos al aparato obeso del INE, y al alcahuete TRIFE, solamente para engrosar todas las causas del despojo político, del atraco contra la voluntad popular, de la convalidación de las peores trampas contra la libertad y el respeto al sufragio ciudadano. Lo demás, para el intercambio de favores políticos y económicos, a cargo de nuestros impuestos.
Balaceras, asesinatos, ejecuciones, degüellos humanos, destazamientos, secuestros, robos en despoblado, son el pan de cada día en nuestro sufrido país, todo, con la complacencia de indignos y descastados que jamás debieron ser autorizados para ejercer cualquier poder de decisión.
La desintegración familiar, la pobreza y el desempleo, acompañadas por la crisis económica, política, de liderazgo, de identidad, de justicia, de partidos políticos, del ejército y de la seguridad pública y nacional, florecen en un sistema político sin orden, sin diques legales y sin instituciones medianamente aceptables.
Aquí priva la ley del más fuerte, del más corrupto, del mejor armado, del más impune.
La democracia, ese sinónimo de estabilidad, paz y desarrollo no ha sido conocida por los mexicanos que tienen menos de cincuenta años de edad. Las leyes y las instituciones tiene tiempo que han dejado de existir. Es el páramo de la orfandad política y social. El reino de la prevaricación, la improvisación, las ocurrencias y el pillaje.
La parálisis gubernamental y el entreguismo han colapsado todo el sistema cultural, político y económico, además de los daños casi irreparables que ha causado en el tejido social, desgarrado por donde se le quiera ver. Combatir esa manera de ser, en grado de badulaques, es una urgencia que no tiene demora.
Debemos apuntalar al Estado para atemperar las reglas ciegas del mercado de tramposos y execrables.
Brindar bienestar económico, seguridad en la convivencia, justicia social e individual y acabar con cualquier forma de inmunidad, como la que hoy ofrecen en charola a los tolucos y a sus cómplices.
Volver a instalar la seguridad y la justicia en este país va a ser una tarea gigantesca y costosa que requiere el apoyo de una gran masa de pensamiento crítico, ante la pasividad e ineficiencia hasta ahora mostradas por el nuevo régimen. Es una condición sine qua non. Después de eso, reconstruir todo lo demás. Al revés no se puede. Aplicar la ley y limpiar la justicia, para seguir con el ensanchamiento del mercado interno, el efecto…
… multiplicador de las actividades que integren mayor cantidad de mano de obra y empleos formales, restablecer las reglas de un sistema comercial y económico estable, abrir nuestros mecanismos de exportación y captación de divisas, hacer que el nombre y la marca México puedan volver a tener algún valor.
Que podamos volver a tener las ganas de enseñar la cara frente al mundo. Soportar la vergüenza de haber entronizado a un ignorante como Fox, a un dictadorzuelo como Calderón, a un ratero como Peña, a un gesticulador como AMLO ha sido más de lo que cualquier país en su sano juicio puede soportar. Llegamos a ser el hazmerreir del mundo civilizado.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: Debe reconocerse la libertad de expresión vigente, aunque de vez en vez el propio Presidente de la República se lance desde el templete en contra de sus críticos a los que moteja como “fifís”, “conservadores”, “irresponsables”… y otras linduras más. La verdad es que no hay comunicación entre los gobernantes y los gobernados, pese a las cotidianas conferencias prensa matutinas. Y sí, falta contexto.
Ninguno de sus secretarios tiene acercamientos para abundar en lo que cada mañana se escucha desde Palacio Nacional… lo encargados de la comunicación social en las dependencias son figuras de ornato que no producen información… los spots son casi idénticos a los de administraciones federales pasadas. Quizá a ello obedezca la crítica. En buena medida a la falta de verdadera información.
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