En 1968 despertó la conciencia política de la sociedad mexicana
Francisco Rodríguez miércoles 2, Oct 2019Índice político
Francisco Rodríguez
Cuatro fueron los pasos que en la segunda mitad del siglo anterior dimos los mexicanos para avanzar a la categoría de sociedad y dejar de ser “pueblo”, cual aparecíamos despectivamente en la vieja oratoria de los “grillos” y gobernantes priístas.
El primero de esos pasos, sin duda, fue el de la conciencia política.
Y arrancó a partir del 2 de octubre de 1968, cuando la fuerza represora del aparato estatal fue brutalmente lanzada en contra de los jóvenes que entonces comenzaban a vivir en carne propia –a partir de un pleito estudiantil sofocado a golpes, en las vecindades de una escuela privada y otra oficial cercanas a La Ciudadela capitalina–, del agotamiento del modelo del desarrollo estabilizador y, por ende, del inicio del ensanchamiento de la brecha que separa a los pobres de los ricos.
Se vivía entonces el encarcelamiento de líderes sociales, la represión de la que habían sido víctimas los médicos y, antes, los ferrocarrileros.
Los de Valentín Campa, Demetrio Vallejo, y hasta el de Siqueiros eran nombres proscritos. Los delitos de disolución social e incitación a la rebelión se aplicaban en contra de cualquiera que se atreviera a disentir, a hablar, a escribir, incluso a pintar.
Ocho años después se dio el segundo de esos pasos, el de la conciencia de la fragilidad económica del país, al devaluar Luis Echeverría, en 1976, al peso en su relación frente al dólar que, hasta ese momento, y tras 22 años, se mantenía en 12 pesos con 50 centavos por cada billete verde con la efigie de George Washington en el anverso. Paridad que hasta en los libros de texto de la época se consignaba.
Nueve años después, en 1985, dimos el tercer paso cuando despertó la conciencia social al llenar los mexicanos el vacío que el medroso gobierno de Miguel de la Madrid provocó al ausentarse de los trabajos de rescate y apoyo a las víctimas de los terremotos del 19 y 20 de septiembre.
Finalmente, hasta el año 2000, último del siglo XX, los mexicanos nos percatamos de que ya como sociedad teníamos el poder de contravenir al oficialismo y, en las urnas, la mayoría dio un revés a 70 años de un régimen que sólo cambiaba caretas, pero que sustancialmente era el mismo que reprimía, como en 1968; que empobrecía a los mexicanos, como en las sucesivas devaluaciones –y lo que las provocaba–, a partir de 1976; que evadía sus responsabilidades para con los gobernados, como en 1985 y en muchas otras ocasiones más.
Por eso, entre otras cosas, el 2 de octubre de 1968 no se olvida, ni se debe olvidar.
Y es que el movimiento estudiantil del ’68 que culminó el 2 de octubre con los sucesos de Tlatelolco, fue para unos el paredón donde se ametrallaron los sueños de libertad y para otros la atalaya donde se salvaguardó la seguridad de la nación.
Pero el gran problema que se expresó en 1968 fue el de la libertad, ya que esta no existía.
No es una coincidencia azarosa, más bien es una resultante histórica. No fueron ni el movimiento obrero ni el movimiento campesino los que lograron plantear el problema de la libertad; fue la clase media, la gente de mayor escolaridad, los universitarios, los intelectuales.
El ‘68 fue un incidente policiaco retomado, elaborado y convertido por intelectuales en un problema de libertad, en un problema de derechos, en un problema de legalidad que urgía resolver.
Se produjo una protesta que fue mucho más allá de lo que el gobierno esperaba y ante el cual se atemorizó, que desbordó toda expectativa y se convirtió en una rebelión de gran alcance, sobre todo por la torpeza de la autoridad de ocupar militarmente la Escuela Nacional Preparatoria y, más adelante, todas las instalaciones de educación pública superior.
Pero aquel 2 de octubre fue también la fecha en la que el gobierno estadounidense finalmente se percató de la incapacidad del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz para mantener la estabilidad del país que, además, ponía en riesgo la seguridad de los participantes y visitantes a los XIX Juegos Olímpicos que se inaugurarían diez días más tarde.
Año tras año, pues, nos acordamos de esa fecha que, pese a todo, no se olvida.
La diferencia en este 2019 es que hubo ya un indiciado por estos crímenes que mancharon con sangre a la historia del país: Luis Echeverría Álvarez, el único de los culpables de la matanza que, en su residencia de San Jerónimo, sobrevive con más penas que glorias.
No olvidemos eso para que no se nos olvide que no se olvida.
Por eso el 2 de octubre, reitero, no se debe olvidar.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: Las marchas conmemorativas que esta tarde se llevarán a cabo en distintos puntos de la geografía nacional, corren otra vez el riesgo de que en sus filas se infiltren las hordas que tienen como objetivo desprestigiar a los movimientos sociales legítimos y, por supuesto, encender las tentaciones represoras del “uso legítimo de la fuerza” que el Estado tiene como prerrogativa.
Los llamados a la civilidad del Presidente de la República y, particularmente, las medidas precautorias anunciadas por la jefa del gobierno de CDMX tendrán como respuesta de los violentos el ya casi clásico “¡fuchi guácala!”, lo que es de lamentar.
+ + + En su cada vez más leído Pachacate Informativo 2019 —que se reparte a través de correos electrónicos—, don Francisco Sánchez editorializa: “El fin de semana fue inaugurado un nuevo aeropuerto en Beijing, la capital de China. Su costo, 11 mil millones de dólares.
Al tipo de cambio actual, 220 mil millones de pesos. Es uno de los más grandes del mundo y no conlleva la clausura del aeropuerto actual.
El presidente Xi Jinping quiere que Beijing se convierta en un gigantesco hub internacional. De acuerdo a Bloomberg, la nueva terminal moverá a más de 100 millones de pasajeros al año.
En comparación, Texcoco costaría 14 mil 300 millones de dólares (286 mil millones de pesos) con una capacidad para mover 70 millones de pasajeros, en una primera etapa. La diferencia principal no está en el precio sino en la legislación.
En China un funcionario ladrón puede ser llevado al paredón junto con sus socios. En México se enojan porque se les cayó el negocio de las manos y recurren a los jueces para que los autoricen a consumar el atraco.”
+ + + En contraste, me informa Rodolfo González Sarrelangue, cuarenta grupos ecologistas preparan una cruzada nacional en contra de la construcción del llamado Tren Maya y de la Refinería de Dos Bocas por representar un atentado a la naturaleza. Apunta que las magnas obras significarán la deforestación de 1 mil 500 kilómetros de selva en la península de Yucatán, las devastarán en 704 hectáreas en Tabasco, además de la desaparición de manglares, poniendo en riesgo especies de mamíferos, reptiles y aves.
Greenpeace y el Centro Mexicano de Derecho Ambiental, son dos de los cuarenta grupos ecologistas que llevarán a cabo la cruzada nacional contra las obras en construcción. + + + Por si estaba preocupado, le informo que finalmente, en la sesión de adjudicación del contrato de servicios tecnológicos para la Financiera de Desarrollo Rural de la que le platiqué aquí el lunes, Kio Networks y la banda que conformara José Antonio Meade no consumaron el “asalto”. El contrato se lo llevaron SContinuidad Latam y Seidor México.
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