Cisma en el PRD
¬ Augusto Corro martes 22, Feb 2011Punto por Punto
Augusto Corro
Al fin, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) solicitó licencia para separarse del Partido de la Revolución Democrática (PRD), mientras que la dirigencia perredista mantenga “contubernio” con el presidente Felipe Calderón y el PAN.
En la carta que envió el tabasqueño al presidente del Consejo Nacional de su partido, explicaba que las posiciones adoptadas por la dirigencia del PRD son opuestas a sus ideales y convicciones, así como contrarias a los principios que dieron origen a la organización política mencionada.
Textualmente, el ex candidato presidencial señaló lo siguiente: “Por este medio me dirijo a usted de manera respetuosa con el propósito de que ponga a consideración del consejo que preside, mi solicitud de licencia como militante del partido por el tiempo que se mantenga el contubernio de los dirigentes nacionales del PRD con Felipe Calderón y su Partido Acción Nacional (PAN)”.
Y subrayó que “ha decidido dedicar todo su tiempo a seguir fortaleciendo al Movimiento Regeneración Nacional (Morena), en el cual participan militantes del PRD, PT, Convergencia y ciudadanos sin partido”.
Sostuvo que de ninguna manera puede convalidar el proyecto de lo que llamó “la mafia del poder”, que pretende consolidar un bipartidismo de derecha, con el PRI o con el PAN, que al final de cuentas, representan lo mismo. Es decir, prolongar el régimen de opresión, corrupción y privilegios que está destruyendo al país y afecta cada vez más el bienestar y la tranquilidad de la mayoría de los mexicanos”.
Para el “chucho mayor”, Jesús Ortega, presidente nacional del PRD, es incomprensible que AMLO hubiera tomado la decisión de pedir licencia al PRD.
Terminó así una relación atropellada y de constantes enfrentamientos entre AMLO y Jesús Ortega, que se agudizó cuando este último, apoyado por el gobierno panista, derrotó a Alejandro Encinas en la lucha por la dirigencia perredista. Posteriormente, el “chucho mayor” decidió aliarse con los blanquiazules para competir en elecciones estatales. La confusión política fue total en las filas perredistas y panistas.
Por ejemplo, en Guerrero, ya lo señalamos, un priísta de abolengo fue designado como candidato del PRD a la gubernatura. Nos referimos a Ángel Aguirre, quien estuvo el sábado pasado en el consejo perredista y fue exhibido como trofeo de caza por parte de Jesús Ortega. Posteriormente, el “chucho mayor” se aferró al cargo y en vez de entregarlo en diciembre pasado, lo cederá el próximo mes.
Y al final, la relación entre los perredistas “chuchos” y los panistas fue de total camaradería, porque necesitaban apoyarse para sobrevivir políticamente, después de la debacle de las elecciones intermedias para renovar la Cámara de Diputados.
Después de las elecciones presidenciales del 2006, los perredistas de hueso colorado pugnaron porque AMLO se alejara del PRD y formara otro partido. Era una petición general que no escuchó el tabasqueño, quien terminó refugiándose en el Partido del Trabajo (PT) y desde esa base bombardeó a los propios perredistas. Esto ocurrió, por poner dos ejemplos, en las elecciones locales de Iztapalapa y Guerrero.
En el primer caso, AMLO designó al famoso “Juanito”, petista, para que participara como candidato a jefe delegacional y una vez que triunfara le debería entregar la estafeta a Clara Brugada. El candidato lopezobradorista compitió con los perredistas que perdieron. Y en las elecciones guerrerenses, cambiaron de color municipios importantes por los conflictos internos. AMLO ordenó votar por los petistas y les fue imposible mantener en su poder la denominada “joya de la corona”: Acapulco.
Los propios amarillos sabían que las cosas no marchaban bien en la cúpula del poder y anhelaban que AMLO abandonara definitivamente su partido. Ese deseo se les cumplió después de varios años. Es posible que el tabasqueño ya no regrese a su antigua militancia partidista. En el PRD son múltiples los problemas que existen debido al número de tribus que ambicionan el poder y que no se encuentran sujetas a un orden.
Con la salida de AMLO la desbandada de perredistas será mayúscula, se convertirá en un verdadero cisma. Como último intento por salvaguardar la unidad, el tabasqueño y varios dirigentes perredistas, si no es que todos, le rogaron a Lázaro Cárdenas Batel que aceptara el cargo de dirigente nacional. El michoacano rechazó rotundamente la invitación. Pero como dijo el propio ex líder moral del PRD, Cuauhtémoc Cárdenas, ni con un milagro se lograría la unidad de los perredistas. Ante ese panorama se presenta la solicitud de licencia de AMLO, quien aceptaría aliarse con cualquier partido, menos con Acción Nacional.
En lo general, la izquierda política mexicana se encuentra en sus peores momentos. Las alianzas partidistas se encargaron de dividir lo poco que estaba unido. Los adversarios de los candidatos priístas son los propios priístas inconformes que no fueron tomados en cuenta por su partido y decidieron pasarse a las filas contrarias. Aspirantes renegados a gobernadores: Ángel Aguirre, en Guerrero, y Mario López Valdez (“Malova”) en Sinaloa, entre otros. Ambos se presentaron en las justas electorales sin doctrina alguna y sin programas o planes de trabajo.
Finalmente, los partidos de la denominada izquierda mexicana se encuentran de capa caída. El tiempo de las elecciones está sobre ellos y no se ve cómo superarán esa cadena interminable de obstáculos, en primer lugar el profundo divisionismo. AMLO alargó el tiempo para abandonar las huestes perredistas. Se trataba de una salida anunciada que provocará mayor debilitamiento de la multicitada izquierda, el “chucho mayor”, Jesús Ortega, deberá felicitarse porque eso era lo que buscaba. Su activismo para dividir a los perredistas lo cumplió fielmente. No se alcanza a distinguir esa línea divisoria doctrinal o ideológica entre “chuchos” y blanquiazules. La mescolanza partidista rindió sus frutos: se podrá votar por el PAN o por el PRD, pues los mismos ofrecen las mismas opciones políticas que consisten en las ambiciones desmedidas por alcanzar el poder. Las supuestas corrientes de derecha e izquierda que muestran como se puede mezclar el agua con el aceite.