Cierran Penal de Topo Chico, tras 76 años de operación
Seguridad martes 1, Oct 2019- De las penitenciarías más ingobernables del país
Este lunes cerró oficialmente el Penal del Topo Chico, una de las penitenciarías más antiguas e ingobernables del país donde las fugas, asesinatos, extorsiones y el autogobierno del crimen organizado, crearon una «bomba» que explotó cíclicamente en varias ocasiones en los últimos años.
Aunque desde noviembre de 2018 un equipo de asesores penitenciarios dirigido por Eduardo Guerrero Durán retomó el control del penal, el gobierno del estado decidió cerrarlo por ser un vetusto inmueble de 76 años de antigüedad, además de un emblema de publicidad negativa que ya quedó en medio de la ciudad de Monterrey.
En los últimos años incluso había pasadizos entre el área femenil y masculina, una bodega con armas, un bar VIP, un jacuzzi, decenas de restaurantes controlados por el grupo del crimen organizado en el poder e internos que permanecían encadenados en áreas sociales, como en el Salón Polivalente, porque si los ingresaban a los ambulatorios seguramente serían asesinados.
El pasadizo denominado “Uber” en las regaderas del baño de lo que fue el ala de mujeres, hasta antes de noviembre de 2018, era utilizado para pasar a las internas al Topo Chico y prostituirlas o abusar de ellas. Cuando las autoridades se dieron cuenta, clausuraron el pasadizo, un muro falso hecho con tabla-roca.
En la bodega en un drenaje de doble fondo había armas y cajas de whisky. Encontraron un fusil R-15 y cuatro cortas.
Esa bodega estaba junto a un bar VIP, donde el grupo que controlaba el autogobierno, Los Zetas, hacía fiestas y borracheras.
Otro signo de la característica explosividad del Topo Chico es que durante años, las autoridades estatales de Nuevo León simplemente sobrellevaron su ingobernabilidad.
Porque nunca lo adecuaron a su evolución poblacional, ni atendieron su objetivo de reinsertar a la población penitenciaria. Casi desde sus inicios, los internos vivieron hacinados y sin esclusas que los dividieran, al menos por la peligrosidad particular de cada bando criminal.
Delincuentes del crimen organizado, sicarios, violadores, ladrones, viciosos, defraudadores y pandilleros, convivían líbremente unos con otros, e incluso con jóvenes procesados por delitos menores y pacientes mentales.
El comúnmente conocido como Penal del Topo Chico abrió sus puertas el 3 de octubre de 1943 y fue inaugurado por el entonces gobernador de Nuevo León, el General Bonifacio Salinas Leal, quien estaba a unos días de cumplir con su ciclo administrativo.
Fue un edificio construido para albergar a 600 internos, pero apenas algunos años después empezó a ser un recinto con sobrepoblación, factor que empezó a definir un lastre que acompañaría a la penitenciaría a lo largo de toda su historia.
La ciudad de Monterrey siempre estuvo por encima del crecimiento y la actualización del Topo Chico.
Llegó el control en 2018
A partir de noviembre del año pasado, con una nueva asesoría penitenciaria, ya probada en otros estados y a nivel federal, llegó la reingeniería al sistema penitenciario de Nuevo León.
El líder de ese grupo de asesores es Eduardo Guerrero Durán, experto en Estrategias Penitenciarias y Sistemas de Seguridad, quien además fue el responsable de mantener a Joaquín “El Chapo” Guzmán en prisión y extraditarlo a Estados Unidos.
El control llegó con una nueva visión para estudiar la situación de los internos, celadores, instalaciones y de cómo desactivar un autogobierno. Con toda la información analizada, empezó una estrategia que abarcó nuevos protocolos de actuación y procedimiento.
El estado creó el primero y siempre solicitado Centro de Reinserción Penal Femenil de Nuevo León, acorde con el compromiso de la Conferencia Nacional del Sistema Penitenciario Mexicano, así como atendiendo una recomendación de la Comisión Nacional de Derechos Humanos.
Con ello salieron del Topo Chico las mujeres, luego de que durante años algunas eran extorsionadas y abusadas por internos a través del pasadizo denominado “Uber”, que conectaba con un muro falso el área femenil con el Topo Chico.
Ahora, ellas llegaron a un centro de reinserción limpio, ordenado, controlado por la Fuerza Penitenciaria.
Entre noviembre de 2018 y agosto de este año se trasladaron y reacomodaron 4 mil 898 internos, 846 de ellos y considerados peligrosos fueron a prisiones federales.
Hoy lunes se cierra una de las prisiones más peligrosas de México.