El justo medio
Freddy Sánchez martes 17, Sep 2019Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Que difícil es hacer lo justo y lo correcto. Desde una posición de poder, suele dificultarse mucho más. Claro que el buen gobierno no tiene más opción que procurarlo en todo tiempo.
Bajo esa perspectiva, es importante que en torno a las acciones de la presente administración, la sociedad pondere con justeza lo que se está haciendo con miras a favorecer el interés colectivo, en tanto que quienes tienen a su cargo el ejercicio público, deberían reconocer con honestidad y humildad aquello que desajuste la balanza de la justicia social.
Hay cosas, naturalmente, que en principio fueron contrarias al bienestar momentáneo, pero a la postre, pocos pueden fustigar lo que se hizo. Caso concreto, el robo de gasolina, porque la escasez momentánea del carburante en las gasolineras, valió la pena.
Y cómo no, si el cada vez más descarado “huachicol”, dejó de operar con absoluta impunidad.
En ese mismo tenor, puede hacerse un análisis sobre las acciones de gobierno, encaminadas a combatir los privilegios fiscales que a los más ricos de este país, les permitieron incrementar sus fortunas, lo que no sucederá más en un acto de equilibrio para el bien común.
¿O a caso fue justo que los más acaudalados recibieran la devolución de cuatrocientos mil millones de pesos que pudieron ocuparse para pagar la dotación de servicios públicos indispensables para el bienestar de la población?.
La verdad es que esos favores para los acaparadores de riqueza, no fueron justos ni correctos.
Como no lo era tampoco que en el sector de la salud operaran con gran impunidad, aquellos monopolios encarecedores de los medicamentos requeridos por los enfermos que atiende el sector oficial.
En buena hora pues que dicho mal fue descubierto y será erradicado
Lo que ahora falta, naturalmente, es que se regularice el abasto de las medicinas, que no se restrinja en ninguna forma el derecho a recibirlas de paciente alguno, mucho menos los que sufren enfermedades como el cáncer.
Así que una vez propinado un “duro golpe” a los que inescrupulosamente medraron con la salud de la gente de menores ingresos, es indispensable complementar esta acción con las medidas de gobierno que en realidad tiendan a mejorar la calidad de los servicios médicos institucionales.
En ese sentido, la política de austeridad que por supuesto es saludable por su contribución a la racionalización del gasto público y como valladar contra la corrupción, obviamente, amerita cuidadosas revisiones en su aplicación para no dejar de hacer el gasto donde imperiosamente se necesite.
Porque si bien, en otros momentos, una burocracia con privilegios inmerecidos llegó a darse el lujo de agenciarse incluso hasta las plumas y el papel a su disposición en oficinas de gobierno, lo que no debe ocurrir es lo contrario. O sea que en algunos o muchos casos de mezquindad institucional se esconda el material necesario para el trabajo o se pretenda que los empleados públicos lo compren de su peculio. Eso está lejos de ser justo y no es correcto.
Y no lo es echar a la calle a la gente, despojándola de su trabajo, a fin de reducir gastos institucionales, sin crear opciones de subsistencia para esos que fueron despedidos.
Como no lo será sacar de las cáceles a muchos reos, sin ofrecerles un empleo para evitar que “trabajen” en la delincuencia.
En fin pues, cada acción que se está haciendo en la actual administración sexenal, requiere de una constante revisión y corrección para privilegiar lo que es justo y correcto, evitando incurrir en lo que no lo sea, puesto que el mejor sustento de la justicia social para un buen gobierno debe ser la búsqueda de las cosas poniendo siempre la mira en lograr el justo medio.