El gran misterio de la Independencia de México
Alberto Vieyra G. lunes 16, Sep 2019De pe a pa
Alberto Vieyra G.
¿Le gustaría conocer el misterio más grande la Independencia Nacional? Bueno, póngase cómodo y pare oreja.
Eran las 12:00 del día del 30 de septiembre 1810 cuando el ejército realista y las huestes del ejército insurgente, al mando del cura Hidalgo, chocaron en el Monte de las Cruces, a sólo 32 km de la Ciudad de México. Sí, la consumación de la Independencia estaba a dos o tres horas y a 32 km de su consumación, pero después de que los insurgentes derrotaron al ejército colonial, misteriosamente Miguel Gregorio Antonio Ignacio Hidalgo y Costilla Gallaga Mandarte y Villaseñor, nombre completo del Padre de la Patria, decidió regresar en desbandada hacía el Bajío y la consumación independentista tendría que esperar hasta 1821, once años después.
¿Cuál fue la razón por la que el cura Hidalgo tomó tan absurda decisión? ¿Tuvo miedo de convertir a la capital de la Nueva España en una carnicería, a pesar de que el grueso del ejército realista se encontraba en San Luis Potosí y sólo una guarnición de unos 8 mil soldados defendían a la nación? ¿Fueron sus encarnizadas pugnas que sostenía con Ignacio Allende y Aldama, quienes a partir de entonces lo mantenían en calidad de prisionero? ¿Fueron esas traiciones las que obligaron a Hidalgo a huir en desbandada hacía Aculco, Guanajuato y Guadalajara?
Recordaré que los espanófilos, desde la llegada de Hernán Cortés a este continente, veneraban a San Judas Tadeo y a la Virgen de los Remedios, mientras que el indigenismo mexicano tenía como deidad a la Virgen de Guadalupe y tanto arrastre tenía la Guadalupana, que en Atotonilco El Grande, el cura Hidalgo tomó un óleo de la Virgen del Tepeyac y lo improvisó como estandarte de la Guerra de Independencia. La Guadalupana hizo que, en menos de 3 semanas, el ejército insurgente creciera en más de 80 mil almas que, sedientas de libertad se lanzaran a romper las cadenas de la esclavitud española de tres siglos, aunque fuese con armas, como machetes, lanzas, entre otras.
Por aquellos días, a la capital mexicana llegaban rumores de que Estados Unidos invadiría a México con 40 mil soldados, para arrebatarnos Texas y que el cura Hidalgo avanzaba como un torbellino hacia la Ciudad de México. El virrey de la Nueva España, Francisco Javier Benegas, se apanicó y ordenó que llevaran a la Catedral Metropolitana a la Virgen de los Remedios. Ante ella, el virrey se hincó y poniendo su bastón de mando a los pies de la virgen, le pidió con toda su alma que ninguna de las dos calamidades que se cernían sobre México ocurriesen. Los gringos zopiloteaban desde entonces al territorio azteca para apoderarse no sólo de Texas, sino de otros vastos territorios, que sumaban en total 2 millones 347 mil 242 km de nuestro territorio original, el 62% del llamado cuerno de la abundancia.
La descuartización de México ocurriría hasta 1848, pero desde 1835, Texas pasaría a formar la estrella número 29 en la bandera de las barras y las estrellas. Eran los años de la gran división y confrontación entre los mexicanos, liberales contra conservadores, todos contra todos. Un país dividido como el que hoy divide y enfrenta un populista gobernante llamado Andrés Manuel López Obrador.
No faltan historiadores e investigadores que se preguntan reiteradamente y también me pregunto yo: ¿En la batalla del Monte de las Cruces le ganó la guerra la Virgen de los Remedios a la Virgen de Guadalupe? ¿Qué ocurrió realmente? ¿Sabremos algún día la verdad del gran misterio de la Independencia de México?