Cenáculos de bribones
Freddy Sánchez martes 10, Sep 2019Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Los Partidos Políticos necesitan de electores que les permitan acceder y mantenerse en el poder. En contra parte, la gente requiere de los institutos partidistas para la defensa de sus intereses.
Dos propósitos que deberían ir de la mano, aunque por desgracia, la realidad es diametralmente opuesta.
La causa salta a la vista: los políticos, por años y años, comúnmente apoltronados en “los aposentos” del poder partidista (que suele operar como una fábrica de chocolates para regalarlos entre amigos e incondicionales), poco menos que nada hacen en aras de beneficiar a la mayoría, ocupados como parecen estar en beneficiarse a sí mismos y a sus séquitos de aduladores, lo cual provocó de tiempo atrás un divorcio con la sociedad.
Y no sólo eso, sino que el rompimiento ciudadano con los partidos políticos, adquirió visos de nunca más creer en la demagogia partidista, con todos los embrujos de su embaucadora retórica.
Por qué no decirlo sin tapujos: sobran evidencias de que las promesas de bienestar social provenientes de los institutos políticos, terminan por convertirse en billetes falsos como los que se imprimen en el banco de la ilusión y cuyo valor resulta el equivalente a una mención materna de las que tanto incomodan el alma.
Como es lógico pues, el repudio social hacia los partidos, es irreversible.
De hecho, la extraordinaria sorpresa de “Morena” que se dio en las urnas convirtiendo a un mini partido en el súper partido que es hoy, por la abrumadora voluntad electoral de la mayoría, es el más vivo testimonio que podría tenerse sobre el desprecio de la sociedad hacia otras opciones partidistas.
Lo que, por supuesto, no significa que los electores hayan jurado “un amor eterno” para los morenistas, puesto que lo arrollador de su triunfo, fue simple y llanamente, producto de un no querer saber más entre la colectividad con respecto a la permanencia en el poder presidencial de los partidos políticos más poderosos hasta antes de las elecciones.
Millones de compatriotas están decepcionados del quehacer partidista.
Y más a sabiendas de la descarada corrupción de infinidad de políticos, que por obra y gracia de sus dirigentes partidistas, en vez de quedar fuera de las lides electorales, por el contrario, (como si en todo tiempo prevaleciera la reciprocidad en una comunidad cortada con la misma tijera de la desvergüenza), mucho de lo peor de la política continúa pululando aquí y allá disfrutando de inmerecidos apapachos.
Así entonces, (los cuates de los cuates de la mentada mafia del poder), de diputados o senadores, pasaban a una gubernatura estatal para después regresar a una curul, sea local o federal, una presidencia municipal, algún otro alto cargo gubernamental o una encomienda partidista de lo que sea.
El caso es que los de sobra conocidos “saltimbaquis” de la política se mantengan vigentes y prestos a recibir órdenes de los que “parten el queso” en los institutos políticos y por lo regular se hacen rodear de los más fieles colaboradores con el mando partidista, como ineludible requisito para impulsarlos a conseguir cualquier nuevo nombramiento electoral.
Bueno, eso era lo habitual previamente al gran desplome de los partidos políticos más influyentes, PAN, PRI y PRD, porque en los tiempos que corren la lucha por la sobrevivencia en las arenas de la política, inequívocamente tendrá que cambiar.
El hartazgo social contra los institutos políticos sigue vigente y difícilmente se aplacará sin cambios radicales en la forma de hacer política.
Así que “Morena” estará en el candelero solamente si a lo largo del sexenio las cosas se modifican para mejorar y no empeoran en materia de seguridad colectiva y solvencia económica familiar.
Y es que la sociedad en general no parece dispuesta a esperar eternamente que los políticos demuestren tener una probidad intachable, siendo que muchos más bien parecen integrantes de rapaces y abominables cenáculos de bribones.