Pésimo gobierno
Freddy Sánchez martes 3, Sep 2019Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Acciones, acciones y más acciones…
Esa ha sido la tónica en el gobierno de Andrés Manuel. Una infatigable lucha para el cambio político, económico y social. Lo que mantiene un ritmo vigoroso. Los datos duros del informe presidencial, así lo corroboran y por lo mismo el implícito exhorto a la confianza ciudadana del mensaje político del presidente se justifica plenamente.
La mayoría electoral, (avalada por un estado de derecho que es imprescindible respetar y defender), lo puso al mando de la nación, lo que obliga a respetar lo decretado en las urnas y a la vez dar tiempo al tiempo confiando en que se cumpla a cabalidad lo prometido.
De momento, como es lógico, hay quienes no dudan en que lo hecho en estos primeros meses es más que suficiente para demostrar que todo está bien y en camino de mejorar, aunque la contraparte no opina igual, y por supuesto, tiene el mismo derecho de expresar lo que piensa.
Una y otra postura, (justo es mencionarlo), deberían abarcar lo mucho que este gobierno está realizando, en aras de modificar todo aquello que a criterio del poder actuante, se corrompió y es preciso erradicar para impedir que perdure su perniciosa influencia haciendo imposible “un cambio verdadero”.
De ahí la intensa campaña institucional, a favor de la austeridad y en contra de prácticas corruptas en la relación entre autoridades y particulares. La guerra contra el ”huachicol” y los abusos especulativos y voraces en materia de comercio de las medicinas, además del efectivo freno a todos esos “mete manos” en el reparto de apoyos institucionales hacia la gente, que con las nuevas reglas gubernamentales logró quitarse a los intermediarios corruptos, que obviamente, antes de dar lo que el gobierno destina para tal o cual respaldo económico, comúnmente los dineros menguaban inexorablemente, y en no pocos casos hasta desparecer sin que ninguna ayuda llegara a sus destinatarios.
Quién podría estar en contra pues, de que esa corrupción se termine.
Igual que la del pago con dinero público de viajes de placer, más que de trabajo, comilonas en lujosos restaurantes, servicios personales de sirvientes institucionales, escoltas oficiales con empleos incluso de niñeras para el cuidado de los juniors con padres en altos cargos de gobierno, atenciones médicas en hospitales privados y hasta lo que era el colmo: estiramientos de la cara para quitarse las arrugas.
Una vil fantochada con cargo a los contribuyentes.
De modo que cuanto se ha hecho y se siga haciendo para terminar con los abusos, es una acción que amerita amplio apoyo comunitario, aunque naturalmente, por desgracia nunca falta “el pelo en la sopa”.
En análisis de las acciones contra la corrupción y en pro de la austeridad, (sin incluir en la evaluación los claramente insatisfactorios resultados de la nueva lucha sexenal contra el crimen organizado), no basta decir simplemente: “perdonen las molestias que estas obras ocasionan”.
Es indispensable proceder a emendar desaciertos. Que no han sido pocos y han causado mucho daño a gente pobre y necesitada, burócratas honorables dedicados a su trabajo y en general aquellos que sin deberla ni temerla se ven afectados por los cambios, lo que sería menos funesto, con mayor cuidado del gobierno para que en la denominada “Cuarta Transformación”, no tengan que pagar justos por pecadores.
Connacionales pobres que recibían un mínimo apoyo económico y por burocratismos siguen sin amparo alguno, enfermos expuestos a morir en un grito de dolor por la falta de medicamentos a su alcance, mujeres desprotegidas de apoyos institucionales de distinta índole, entre otras: fallas, fallas y más fallas. Aunque, eso no quita esperar que este gobierno cumpla lo que ha prometido para el bien común y así evitar convertirse en una funesta reproducción de lo que la memoria colectiva recuerda como el malhadado reciclaje de un pésimo gobierno.