Intervencionismo
¬ Augusto Corro viernes 18, Feb 2011Punto por Punto
Augusto Corro
La muerte del agente estadunidense, Jaime Zapata, permitirá una mayor injerencia del gobierno estadunidense en México; para empezar, el FBI ayudará a investigar el crimen del extranjero registrado en una carretera de San Luis Potosí el martes pasado. El ahora extinto viajaba acompañado de Víctor Ávila, quien resultó lesionado. Iban a bordo de una camioneta blindada con placas diplomáticas. Las declaraciones de este último, que el público no conoce, serán determinantes para la captura de los asesinos.
Sin embargo, el hecho en sí, que a todas luces es reprobable, viene a sumarse a esa cadena de crímenes, la mayoría sin solución, que se registran en un país en guerra, donde la cifra de muertos pasa de 36 mil. No se puede circular por los caminos de México, sin tomar en cuenta que los hechos violentos son el pan de cada día.
Planteado el asunto, la agresión contra Zapata y Ávila no significaría sino una acción más contra la sociedad que se encuentra a merced de los cárteles; pero resultó que en este caso la delincuencia atentó contra dos funcionarios que trabajaban para la Agencia de Aduanas y Migración (ICE) -por sus siglas en inglés- y su misión en México era muy importante, tanto, que no se escatimó poner en riesgo sus vidas.
La información, apoyada con el espionaje que realiza Estados Unidos en México, como ocurre en todo el mundo, era más que suficiente para prever que las carreteras de nuestro país están plagadas de delincuentes, de sicarios de los cárteles y de las propias autoridades, quienes se dedican a instalar retenes para robar, secuestrar y lo peor, asesinar. Y en otros casos, sin ningún motivo, los delincuentes disparan contra las personas. Es interminable la lista hechos sangrientos.
Ante ese panorama, los dos agentes estadunidenses que se dirigían a Monterrey debieron realizar su viaje en avión. Por eso, es extraño que Zapata y Ávila se trasladaran a la capital neolonesa en una camioneta ostentosa, blindada y con placas diplomáticas, que a simple vista provocaba tentaciones. ¿Y si viajaban en un vehículo a prueba de balas, qué los motivo a bajar los cristales de las ventanillas para ser acribillados? La historia real de lo ocurrido pronto se conocerá, aunque la captura de los asesinos no será fácil.
Aunque las especulaciones se refieren a una persecución de grupos de narcos que pretendían apoderarse de la camioneta y que ametrallaron a los extranjeros, una vez que supieron de quienes se trataba; hasta la participación de “Los Zetas” que matan por el hecho simple de satisfacer sus instintos sanguinarios; pasando por la idea de una emboscada, donde los victimarios ya estaban informados del trabajo que realizaban Zapata y Ávila.
APENAS EMPIEZA
El asunto no termina ahí, apenas empieza y las autoridades estadunidenses se encuentran, aparentemente, muy molestas por lo ocurrido a sus agentes. La propia Janet Napolitano, secretaria de Seguridad Interna de EU, expresó que el ataque no será tolerado por ninguno de los dos países. Por su parte, Eric Holder, procurador general de la Unión Americana, anunció que en colaboración con las autoridades mexicanas, se lanzó ya una agresiva investigación sobre el incidente ocurrido en San Luis Potosí. Además, los Departamentos de Seguridad Nacional (DHS) y de Justicia (DOJ) anunciaron la creación de una fuerza de tarea encabezada por la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) para ayudar a México en la investigación. Recalcó Napolitano que “la violencia contra personal del Departamento de Seguridad Nacional en México representa un ataque contra todos los que sirven a nuestra nación”.
En relación a la guerra del gobierno federal contra el crimen organizado y la violencia desatada, seguramente los convenios de colaboración entre México y los Estados Unidos constantemente son revisados y corregidos; ahora, las autoridades del país vecino tienen la oportunidad de participar en acciones injerencistas en nuestro territorio e incrementar el espionaje con mayor facilidad. Claro que es condenable la muerte de una persona, de un representante de la ley, como es el caso de Zapata; pero eso no evita que las autoridades estadunidenses aprovechen la oportunidad para llevar agua a su molino.
A propósito de convenios binacionales, ¿sabe el Senado qué número de estadunidenses trabajan en la embajada de EU en México? ¿Y de ese número de extranjeros, cuántos laboran en las oficinas de espionaje? Será interesante saber hasta qué punto estamos vigilados por Estados Unidos y sus espías, que con cualquier pretexto buscan etiquetar a México como una amenaza real contra sus intereses. Precisamente, en días recientes, autoridades norteamericanas dejaron entrever una posible relación entre Al Qaeda y “Los Zetas”. Vaya imaginación.
En otra ocasión, en México ocurrió la muerte de un agente encubierto de la DEA, Enrique Kiki Camarena, quien fue torturado y asesinado por los cárteles de la droga. Se realizó una cacería contra los asesinos, en la que no se respetaron las relaciones diplomáticas, menos la soberanía de México. Los investigadores vinieron a México y secuestraron a implicados en el asunto del policía antidrogas.
El caso de Zapata es diferente, aunque podía tener los mismos elementos del agente de la DEA. De todas maneras, Estados Unidos tiene el pretexto de enviar a agentes policiacos, el número es lo de menos, para colaborar con las autoridades mexicanas en la investigación del crimen del experto en seguridad, Zapata. Estas últimas, como siempre, no saben por dónde empezará la búsqueda de los asesinos. El vocero de la PGR, Ricardo Nájera, dijo: “no descartamos ninguna línea de investigación”. Excelente respuesta que abarca todo y nada. Vamos a esperar sentados que la PGR y sus brillantes investigadores compitan con el FBI y lleven ante la justicia a los criminales, que actúan impunemente, sin respeto a ninguna autoridad sea esta nacional o extranjera, en todas las carreteras mexicanas. En síntesis, EU tiene una gran oportunidad para desarrollar su política intervencionista.