Los pecados capitales de la transformación
¬ Edgar Gómez Flores lunes 2, Sep 2019Con mi mano izquierda…
Edgar Gómez Flores
El nuevo matrimonio entre el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador y la Iglesia evangélica mexicana, rompe con la tradición liberal juarista de un Estado laico. Algo condenable, por las consecuencias que hemos visto en México, cuando la Iglesia, antes la Católica, Apostólica, Romana, hoy la Evangelista, se entromete en asuntos de gobierno. Sin embargo, algo que esperaríamos, aunque sea en la forma, es un estricto apego a normas morales de comportamiento. Pero no es así, la comunicación social de la cuarta transformación es cristiana por decreto; pero no pone la otra mejilla como Jesús de Nazareth, al contrario, pone otra bofetada contra sus adversarios políticos o contra sus aliados que muestran una pequeña diferencia de criterio. En esta semana pudimos observar, cómo el director de la Agencia de Seguridad, Energía y Ambiente (ASEA), Luis Vera Morales, presentó su renuncia al secretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Víctor Manuel Toledo, por haber aceptado que recibió presiones para emitir las autorizaciones ambientales del proyecto Dos Bocas.
En este camino de la política mexicana, vemos las contradicciones entre el predicador cristiano, que lleva el crucifijo en la mano derecha, pero lleva el garrote en la izquierda. Con ira (el primer pecado capital de la 4T) suelta condenas a periodistas, a “fifís” y a opositores. Y puedo afirmar que es con ira, porque el comportamiento exacerbado genera torpezas en el actuar y así pudimos ver al Presidente de la República y al gobernador de Veracruz, Cuitláhuac García, cuando, al enterarse de la masacre de 28 personas en Coatzacoalcos, Veracruz, la semana pasada, antes de enviar condolencias a las familias y al pueblo veracruzano, afirmaron que la culpa de estos hechos la tenía la Fiscalía General del Estado. Esto, porque en meses anteriores habían liberado al principal implicado en estos delitos. Sin embargo, el fiscal estatal, Jorge Winckler, dejó en claro que este individuo había sido puesto en manos de la Fiscalia General de la República, y esta dependencia federal fue quien realmente liberó al presunto responsable. A la fecha, el fiscal general de la República, Alejandro Gertz Manero, sigue en investigaciones y acepta responsabilidad de ambas partes. Mientras, la Presidencia y la gubernatura guardan silencio.
Por otro lado, en las dependencias públicas, el presupuesto sigue detenido y parece que la austeridad republicana, que pasó a pobreza franciscana; ahora, como segundo pecado capital, se enfila a una insoportable avaricia, la cual no mide consecuencias. No sólo los datos macroeconómicos muestran las consecuencias de un presidente avaro (0% de crecimiento); también en los hospitales se puede ver la falta de medicamentos y en todo el país la escasez de proyectos de inversión que le den sostenibilidad a nuestro país. Aun las latentes muertes de niños en el Hospital Infantil de México, por falta de preuspuesto para medicinas, no se convierte en un hito importante para cambiar la política económica de la Secretaría de Hacienda, por el contrario, parece que los padres de familia pueden ser los nuevos “fifís” combatientes de la transformación.
Ahora, cuando estos comportamientos se consolidan con soberbia (el tercer pecado capital de la 4T) es difícil poder generar una espiral de aprendizaje en este seminuevo gobierno. Esto, porque la soberbia genera ceguera, no permite identificar los errores, siempre se encuentra un culpable de los propios yerros. Se vuelve sistemático el “echaculpas”. Sin embargo, como en la divina comedia, esta 4T llevará entre sus espaldas el peso de la realidad, quien le hará bajar la cabeza para poder ver lo que su soberbia hoy no le permite.
Por el momento, esperemos ver si este neocristianismo transformador es bondadoso y retoma el camino de la conciliación, o si por el contrario, se mantiene en la línea inquisidora, señalando a cada adversario (real o creado artificiosamente) con la espada de fuego.