La ambición sacude a Morena
¬ Augusto Corro miércoles 21, Ago 2019Punto por punto
Augusto Corro
En el partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) ya empezaron a darse los primeros brotes de divisionismo, el mal que acaba con los organismos políticos. Todo ocurrió en el marco de la elección del nuevo titular de la Mesa Directiva del Senado.
El primer pleito de pesos pesados corrió a cargo de los senadores Martí Batres Guadarrama y Ricardo Monreal Ávila. El primero pretendía continuar como presidente de la Mesa Directiva y el segundo pugnaba por llevar a una legisladora a ese cargo. Ganó Monreal Ávila. La senadora Mónica Fernández sucederá en el puesto a Martí.
En una acción de la más pura “mapachería priísta”, Monreal Ávila, coordinador de Morena en la Cámara alta, invitó a senadores ajenos a su partido a que votaran como si pertenecieran a esa fracción parlamentaria. Y claro, se “olvidó” de los legisladores del PT que pudieron, con su voto, hacer la diferencia.
El hecho real es que se presentó el enfentamiento que, de no atenderse y solucionarse a tiempo, le dará agudos dolores de cabeza a la jerarquía morenista.
Apenas el 1 de agosto se cumplieron cinco años de vida de Morena. Su trayectoria política meteórica ya llevó a la Presidencia de la República a Andrés Manuel López Obrador. Ganó legislaturas, gubernaturas, alcaldías, etc.
Todo iba viento en popa, hasta que empezaron los dimes y diretes entre dirigentes guindas que tienen enfrentadas a Yeidckol Polevnsky, presidenta interina; con Bertha Luján, quien preside el Consejo Nacional. Ambas buscan la dirigencia nacional del partido.
También se encuentran apuntados en la lista para liderar a ese organismo político el diputado Mario Delgado y el senador suplente de Ricardo Monreal, Alejandro Rojas Díaz Durán.
Morena y su esencia social
Es seguro que Martí Batres tendrá que reflexionar mucho sobre el problema que enfrenta. Continuar su descontento no ayudaría a su propio partido, que ya da señales de albergar a políticos ambiciosos, que anteponen sus intereses personales a su ideología o principios.
Por ejemplo, uno de los militantes distinguidos de ese institución política, Paco Ignacio Taibo ll, dijo que Morena perdió su esencia social y se convirtió en un partido “blandengue”, electoralista y buscachambas.
También señaló que el problema de Morena se encuentra en las estructuras de mando, al grado de tener una dirección que parece la de la Lotería Nacional y no la de un partido político.
No pasó mucho tiempo para que los legisladores morenos manifestaran sus ambiciones por el poder. Eso fue lo que reflejaron sus acciones alejadas de ideologías o principios.
Ya veremos quién de los dos legisladores resultó el más ambicioso. El zacatecano Monreal Ávila ya logró, con sus caprichos, mantenerse con vida en la política. Según él ya tenía todo ganado para su candidatura a la jefatura de gobierno de la Ciudad de México.
Sin embargo, su adversaria política, Claudia Sheinbaum le mató las ilusiones. Ella fue la candidata por Morena. Y ganó.
A Monreal Ávila no le gustó como lo trataron y amenazó con irse a otro partido. Alguien lo convenció que siguiera en el partido guinda y su “disciplina” fue premiada con un cargo importante en el Senado.
Martí Batres ya demostró en un sinnúmero de ocasiones que es un luchador social, congruente con su ideología.
Cuando se desempeñaba como titular de la Sedesol del DF criticó la conducta de su jefe Marcelo Ebrard. Este lo echó del cargo.
El problema surgió cuando el citado Ebrard asistió al informe presidente Felipe Calderón. Argumentó Martí que ese hecho equivalía a dejar de apoyar al entonces ex candidato perredista Andrés Manuel López Obrador, quien aspiraba a la Presidencia de la República para el 2012.
Los senadores Batres Guadarrama y Monreal Ávila saben muy bien que los conflictos internos en nada ayudarán a la estabilidad y crecimiento de Morena, como partido político.
Y fueron el divisionismo y las ambiciones políticas desatadas de sus personajes los que tienen en la lona al PRI y al PRD.
En el caso del Revolucionario Institucional fue la corrupción incontrolable de los funcionarios públicos emanados de sus filas, lo que provocó el repudio de la sociedad. Los resultados electorales fueron desastrosos.
En el PRD la destrucción empezó en sus propias filas. Las luchas internas fueron demoledoras. Todos perdieron. El divisionismo, como maldición de los partidos de izquierda, cobró una víctima más.
¿Cuál será el destino de Morena?