Farsa anticorrupción
Freddy Sánchez jueves 15, Ago 2019Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Otra dama en prisión. Dos figuras emblemáticas del feminismo político, trastabillaron, cayeron y rodaron por el piso con su humanidad en desgracia.
Primero, Elba Esther Gordillo, en el pasado sexenio, y en el que corre tocó el turno a Rosario Robles. Cosas de la ironía, esta última, “como blanca paloma”, (luciendo un vestido en ese color), un día anterior había acudido voluntariamente a responder de una acusación en el juzgado y al día siguiente de regreso confiadamente al mismo lugar, (ante la sorpresa de propios y extraños), fue a parar a Santa Martha Acatitla, siendo objeto de la prisión preventiva oficiosa, por resolución del juez.
La historia de la sempiterna líder del magisterio, fue otra, pero igualmente espectacular y mediática por su importante significado.
Y es que detener a la maestra, nunca antes tocada ni “con el pétalo de una rosa”, constituyó un memorable logro en cuanto a hacer llegar la aplicación de la ley al más alto nivel.
En el que casi nunca nadie se atreve a importunar a los en apariencia “eternamente” protegidos del sistema político nacional.
Lo que en aquel momento cambió de aspecto, al menos un poco, ante la evidencia de que estaría dando inicio una campaña para asestar un “duro golpe a los intocables”, aunque en la práctica con el paso del tiempo lo cierto fue que “la vara de la justicia”, se quedó corta durante el pasado régimen.
La aprehensión de Duarte, al final del sexenio, tuvo todos los visos de otro “gran golpe” mediático para aparentar una frontal lucha contra la corrupción.
Y es aquella milenaria conseja para regar cíclicamente el árbol de la justicia con la sangre de algunos villanos, suele ser una práctica común cada nuevo gobierno.
“La guillotina” se aplica puntal e inexorablemente, aunque en el caso de pasados regímenes, solamente haya sido contra algunos poderosos incorporados en la lista de “ajusticiados”. En tanto que muchos más simple y llanamente no fueron llevados ante la justicia.
Claro que al que le toca, le toca.
Como sucedió con Elba Esther y ahora Rosario Robles. Ambas, súbitamente, despojadas de todo manto protector. De hecho, algo así le dijo a la señora Robles el ministerio público, antes de que el juez la mandara a la cárcel.Algo que a nadie se le desea y menos cuando es fácilmente imaginable que en los recintos carcelarios, en cuanto a poderosos corruptos se refiere, no están todos los que son ni son todos los que están.
O lo que es lo mismo: muchos “tiburones” de la corrupción se la pasan nadando libremente en los mares de la impunidad.
Y eso se debe, como es de suponerse, al apoyo secreto de amigos en el poder o los múltiples recursos legales y triquiñuelas legaloides, promovidos por renombrados bufetes de abogados. El caso es que una minoría de los involucrados en millonarias corruptelas, llegan a vestir el uniforme carcelario.
De hecho, hay quienes, acusados de diversos delitos, se declaran inocentes, pero no dan la cara para probar su inocencia, rehuyendo presentarse voluntariamente ante las autoridades competentes. Así lo hacen ciertos políticos, que prefieren recurrir a sus abogados, intentando a toda costa, eludir su comparecencia personal en tribunales de México.
Que lo digan si no, el ex director de Pemex, Emilio Lozoya, y el director General de Altos Hornos, Alonso Ancira, a quienes la justicia mexicana sigue intentando sin éxito ponerlos tras las rejas, por sus aparentes actos de corrupción.
Un caso distinto, al de Rosario Robles, quien suponiendo que podría enfrentar un proceso penal en libertad, equivocó sus cálculos o de plano la engañaron y eso la ha convertido en distinguida huésped de la cárcel. Lo que unos ven como un paso en firme contra inmoralidad de la política y otros como una detención encaminada hacia una nueva farsa anticorrupción.