El PRI y lo que sigue
¬ Augusto Corro martes 13, Ago 2019Punto por punto
Augusto Corro
El gobernador de Campeche con licencia, Alejandro Moreno Cárdenas (a) Alito o Amlito, es el nuevo presidente del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y Carolina Viggiano Austria, la secretaria general.
Mañana miércoles asumirá el poder oficialmente, tras su triunfo electoral del domingo pasado. Venció a sus opositoras Ivonne Ortega y Lorena Piñón.
El nuevo presidente tricolor tendrá que hacer el mayor de sus esfuerzos para resucitar a su partido, que actualmente se encuentra más que en ruinas.
Fue determinante su derrota en los elecciones presidenciales del 2018. Perdió todo. Ahora se defiende con una raquítica representación en las Cámaras de Diputados y Senadores.
El PRI es otro. Al problema político que enfrenta debe sumársele su condición de pobreza económica. El partido en el poder ya no tendrá los subsidios ilegales del gobierno, suponemos.
Quedó, pues, ese organismo completamente vacío de ideas y de dinero. A Amlito le tocará revivirlo. No será fácil.
Tras décadas en el poder, los gobiernos emanados del tricolor se distinguieron por su insaciable saqueo a las arcas públicas.
Los mexicanos decidieron echar del poder a todo lo que oliera a PRI y votaron por el partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). Se empezó a escribir otra historia.
El Revolucionario Institucional, completamente desmantelado, y sus nuevos líderes tendrán que darle otro rostro a su organismo político.
Por ejemplo, comprometerse a escuchar y respetar el sentir y decir de sus militantes, con acciones democráticas. ¿Se podrá? ¿Acabarán con el dedazo? Claro, el tiempo nos sacará de la duda.
En tanto, Amlito tendrá que fortalecer la ideología que esgrimirá en su lucha política, así como las acciones prácticas que la acompañarán. Por el momento, del PRI se podría decir que se encuentra en la total orfandad.
Aquellas figuras de políticos priistas desaparecieron, se esfumaron o se hicieron a un lado, inconformes por los malos tratos que recibieron de sus compañeros con más poder.
Colocados en la más extraña de las disciplinas, los priístas “distinguidos” mostraron su cobardía al no protestar por la imposición de un candidato ajeno a la cúpula partidista, como candidato presidencial.
O sabían que debido a la marcada corrupción de su partido no tenían ninguna posibilidad de ganar la presidencia de la República, o ya sin necesidad de satisfacer sus intereses personales, dejaron que el mundo rodara.
Con la presencia o la ausencia de las “vacas sagradas” del tricolor la derrota estrepitosa del “expartidote” se veía venir. Y así fue.
El Revolucionario Institucional ya no fue capaz de limpiarse las manchas de la corrupción de las pésimas administraciones de los gobernadores de extracción priista, como Andrés Granier Melo, de Tabasco; Javier Duarte, de Veracruz; Roberto Borge, de Quintana Roo; y César Duarte, de Chihuahua.
De los citados exmandatarios, solo dos se encuentran en la cárcel. Otros de debieron correr la misma suerte, se encuentran libres y gozan de su enriquecimiento ilícito, como los exgobernadores de Oaxaca, José Murat y Ulises Ruiz Ortiz, y Mario Marín, de Puebla.
Por cierto, del multicitado Amlito se publicó una nota en el diario Reforma, en la que se aseguraba que era dueño de una mansión valuada en más de 46 millones de pesos, construida por el mandatario estatal, quien percibía ingresos anuales por 5 millones de pesos.
En fin, el nuevo líder priista tendrá que darle a su partido oxigeno de boca a boca y anunciar que se espera de ese instituto político.
Sus adversarios políticos demandaron ya que deje de usar los colores de la bandera como parte de su símbolo partidista.
Y más de uno de sus militantes quieren que se le cambie el nombre de Partido Revolucionario Institucional (PRI).
El caso de Alejandro es peculiar porque como oposición no tuvo empacho en mostrarse amigo del presidente Andrés Manuel López Obrador. Son tan estrechas sus relaciones que al campechano, conocido como Alito, lo llamaran Amlito.
¿Quién será más beneficiado de ese trato político? Unos apuestan a que López Obrador contará con más apoyo en el Congreso. Sus proyectos de ley, según dicen, serán aprobados sin tantos problemas.
La “minioposición” en las Cámaras se reducirá aún más. El PRI ya tuvo la experiencia del manejo político con los presidentes panistas. Aprovecho muy bien su papel de oposición y no le fue mal. Ya veremos que sigue en el nuevo PRI.