Reducción a prerrogativas partidistas, el debate que viene
Jorge Luis Galicia Palacios lunes 12, Ago 2019Como veo, doy
Jorge Luis Galicia Palacios
- Acabar con el despilfarro: Mario Delgado, diputado de Morena
- Ver realidad sin simulaciones discursivas: Martha Tagle, diputada de MC
Hay descrédito hacia los partidos políticos y también mucho despilfarro de recursos para que éstos sigan en la lucha electoral, es cierto, de ahí que no sea mala la propuesta de reformar las leyes que tienen que ver con el financiamiento público de los partidos políticos, específicamente hablamos de la iniciativa que plantea disminuir prerrogativas que se destinan a los referidos organismos políticos y aunque los de la mayoría parlamentaria en el Congreso de la Unión, o sea Morena, se inclinan por reducir el financiamiento a estos organismos entre un 50 y 70 % , es preciso señalar que la nueva mayoría creció y se empoderó bajo las reglas que han estado vigentes por más de veinte años en nuestro sistema democrático.
El debate no es nuevo, la iniciativa de reforma al artículo 41 constitucional en gran medida recoge una demanda de antaño entre la sociedad mexicana.
Se tiene que detener “el despilfarro de los partidos en cuanto a recursos públicos”, subrayó el presidente de la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados, Mario Delgado, y diputado por Morena, en tanto que otras voces hablan de simulación, por ejemplo, la diputada Martha Tagle (MC) señaló que la propuesta para reducir las prerrogativas a los partidos es sólo una simulación, es más un discurso que es una realidad, porque este ejercicio no se puede realizar hasta que no haya un debate legal.
En términos de gasto público la idea de recortar presupuestos a los partidos no es mala, pero en términos de democracia la idea parece querer regresar al sistema del partido único, ya que, ahora que hay un nuevo partido hegemónico en el poder, lo que parece una medida relacionada con la austeridad aplicada en todos los niveles de gobierno más bien se asemeja a querer desfondar a los partidos que son oposición.
En ese contexto, los promotores de esta medida legislativa pareciera que ya olvidaron sus años de lucha democrática, donde desde la oposición sus esfuerzos lograron el reconocimiento político como partido, sea en el gobierno, en el poder legislativo y en general en la vida pública.
Muy pronto han olvidado sus elocuentes batallas discursivas con las que, de alguna manera, dieron vida y luz a momentos épicos de la democracia mexicana, dándole voz a las minorías, pero también a los que, sin partido político, no tenían forma de expresarse en temas del debate público. ¿En verdad ya lo olvidaron?
En caso de que prospere la reforma propuesta por Morena es como si esta nueva mayoría se metiera a un túnel del tiempo para de nuevo encontrarse con un sistema dominado por el partido hegemónico al cual sustituyeron en el poder, donde lo que se pretende, según se ve, es que los partidos de oposición sean sus satélites o solo tengan un carácter testimonial, en otras palabras, quieren regresar a aquellos tiempos donde las minorías políticas se expresen, pero no cuentan sus votos.
En términos del uso de la razón, no se ve que haya alguien que se oponga al ajuste presupuestal de los dineros que van a parar a los partidos políticos, pero de un plumazo reducir hasta en un 70% sus recursos no parece equitativo, aunque el argumento sea que esta acción responde a la nueva realidad política del país y si en verdad se quiere reformar esta realidad por qué mejor no primero se hace una consulta amplia entre los actores involucrados, las autoridades electorales, los académicos y en general que la sociedad civil opine de qué es lo que quiere en materia de democracia, y no imponer condiciones solo porque ahora Morena tiene todas las canicas para jugar.
Es decir, nuevas reglas, pero surgidas bajo una realidad de participación amplia y que sea para modernizar el sistema democrático y no para debilitarlo.
VA MI RESTO.- En la exposición de motivos de la iniciativa de reforma al artículo 41 constitucional, presentada el 7 de marzo ante el pleno por la diputada Tatiana Clouthier, se expone como argumento que el sistema electoral actual se fundó durante la década de 1990 en el contexto de los conflictos electorales posteriores a 1988, donde la premisa fundamental fue abrir un sistema con un partido dominante a la participación electoral real de una incipiente oposición partidista, bajo dos principios: la necesidad de garantizar la equidad en la contienda, y preeminencia de dinero público sobre privado para asegurar la independencia de los partidos de grupos privados
Hay razón en parte de los argumentos, lo que tal vez no se dice es que, para llegar a esas reformas, fueron necesarias múltiples consultas a la ciudadanía mediante foros, debates parlamentarios, análisis de resultados de jornadas electorales, revisión de gastos en campañas electorales y muchos otros factores, como el aumento de ciudadanos, nuevas poblaciones y muchos otros etcéteras.
Es cierto la realidad política nos habla de una democracia extremadamente cara, dispendiosa y derrochadora. Así que la idea de reducir recursos para el funcionamiento de los partidos políticos tiene su razón, pero aquí el asunto es que para lograr una propuesta como tal pues no hay de otra más que generar condiciones a través de acuerdos, consensos, debates y amplias consultas a la sociedad, y no salir con que la gente ya votó o “porque lo digo yo”. En fin, en democracia hay muchas fórmulas para llegar a los acuerdos, ojalá que en este debate que apenas inicia no se imponga el “mayoriteo” o lo que también se conoce como el recurso del “agandalle”, y hasta ahí porque como veo doy.