“Chistirrín”, orgullo mexicano en Alemania
Opinión lunes 12, Ago 2019De la carpa a las letras
Arturo Arellano

“Chistirrín” trabaja actualmente en el Circo Roncalli de Alemania, donde demuestra sus dotes como clown, malabarista, acróbata, músico y cantante.
Marco Antonio Vega es el nombre real de uno de los payasos mexicanos más exitosos de la actualidad, con apenas 28 años de edad, ha recorrido muchos de los mejores escenarios, llegando a desempeñarse al día de hoy en uno de los mejores circos del mundo y de mayor tradición: El Circo Roncalli de Alemania, donde desde hace algunos años ha realizado su comedia fina, pulcra, estudiada y divertida, destacándose por utilizar elementos de todo el circo, como debe de ser para un buen payaso, no sólo usar la pantomima o el slapstick, sino además demostrar dotes de malabarista, acróbata, músico y cantante: el es “Chistirrín”.
Oriundo de la Ciudad de México, donde empezó a desarrollar su talento desde los tres años de edad, dado que su padre, abuelo y bisabuelo también eran extraordinarios dentro de este arte. “Chistirrín” asegura que nunca quiso hacer otras cosas: “Siempre quise ser payaso, un buen payaso. No es sólo la cara de un payaso pintado, eso no es suficiente. El payaso tiene que estar en el corazón, sólo entonces serás un buen payaso”.
“Chistirrín” enmarca su rostro con cejas pobladas, pintadas de negro, apenas una línea blanca debajo de los ojos, dando luz a su mirada, que penetra en su público cada que sale al escenario. Por supuesto, chapas rosadas y una brillante nariz roja, que llama la atención en cuanto se le mira. Su atuendo es una pantalón corto en diferentes colores, generalmente sobrios, sostenidos a su cuerpo por unos enormes tirantes y botones gigantes, mientras que su torso lo cubre únicamente con una playera blanca. Atuendo sencillo, pero efectivo, sin grandes adornos, ni lentejuelas brillantes, pues para “Chistirrín” lo que debe brillar en el escenario es el talento, las aptitudes, la pasión por hacer reír.
El clown ha refrendado que para los payasos no existe la barrera del lenguaje, como lo hizo Charles Chaplin en su momento o Buster Keaton, que desde sus trincheras lograron hacer reír y llorar al mundo entero, así, “Chistirrín”, guardando las proporciones, ha logrado cautivar a los alemanes, con su humor orgullosamente mexicano. No obstante el joven, asegura que no puede darle una explicación al fenómeno de la risa en el escenario: “Yo sólo hago lo qué sé hacer, y que la gente se ría es prácticamente un regalo, una bendición”, declaración bastante modesta, pues al decir: “Hago lo qué sé hacer”, el hombre se refiere a tocar hasta 18 instrumentos, ser malabarista, acróbata, trapecista y cantante, virtudes que explota en el escenario, para no sólo hacer reír a la gente, sino hacer suspirar a las damas, asombrar a los caballeros e inspirar a todo mundo.
Bernhard Paul, jefe del Circo Roncalli, refiere haber descubierto el talento del mexicano en un pequeño circo en España. “Había muchas cosas con nosotros, no estaban tan ordenadas, buscábamos cambios, buena renovación, frescura y entre esas necesidades existía la de un buen payaso. Entonces lo conseguí, “Chistirrín” es un diamante sin pulir, y ahora está cada vez mejor, es un orgullo tenerlo aquí”. Por su puesto, el payaso mexicano ha representado un orgullo no sólo para su familia, sino para toda la comunidad de payasos en México, que ven en él una inspiración, un ejemplo a seguir y la muestra viva de que nada es imposible cuando te dispones a perseguir un sueño.
“Chistirrín” lleva siempre a México en la piel y la sangre, por lo que eventualmente lanza referencias de nuestro país en su espectáculo. Lo mismo, visita a amigos, familiares y en ocasiones realiza shows en la Ciudad de México, para dejar un poco de su talento en esta tierra.
Actualmente, “Chistirrín” continúa en las filas del Circo Roncalli y su trabajo puede ser seguido de cerca en las redes sociales del mismo.