¿Cambiará el PRI?
Ramón Zurita Sahagún viernes 9, Ago 2019De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
El PRI apuesta a su futuro. El domingo se define el nombre de su próximo dirigente nacional, dependiendo de quién gane y la forma en que lo haga se podrá dilucidar si hay o no destino para este partido, que concentró los principales cargos (el 95 por ciento) de elección popular durante 60 años.
Tres son los aspirantes que compiten por la presidencia del CEN del partido tricolor, un premio que en el pasado era considerado como una secretaría del gabinete presidencial y hoy asemeja una reliquia del pasado.
Dos ex gobernadores que han pasado por los principales cargos de elección popular, diputado federal, senador y gobernador y una joven con poca presencia política, pero que puede significar el futuro del partido, son los contendientes.
Ivonne Ortega y Alejandro Moreno son dos personajes políticos que antes de cumplir los 50 años ya pasaron por todas esas experiencias y Lorena Piñón apuesta a representar esa nueva cara del partido hacia el futuro.
Quien gane de los tres (hay un amplio favorito) tendrá que luchar con muchos fantasmas que, los antes orgullosos priístas, mantienen dentro de su clóset y se ve difícil que se puedan desaparecer en un santiamén.
La herencia dejada por el priísmo es sumamente pesada y la responsabilidad de haber caído tan bajo en las preferencias electorales es solamente de ellos.
Son sus dirigentes y principales cuadros, los que despreciaron al pueblo y dedicaron sus gestiones a lucrar con el dolor ajeno y beneficiarse con contratos, dádivas, desvío de recursos y una serie de abusos que ni siquiera actuando judicialmente en contra de algunos de ellos se consiguió aminorar el efecto, quedando el sexenio pasado grabado en la mente ciudadana como el más corrupto de la historia de México.
Y es que el PRI desde la década de los 70s viene arrastrando los conceptos de corrupción que comenzaron a permear con las abundantes fortunas construidas al amparo del poder público.
No es que antes los políticos no se beneficiaran de los negocios ni hicieran concentración de riquezas, pero nada comparable a lo de la actualidad. Es cierto hubieron personajes muy famosos, afiliados al PRI que acumularon fortunas inmensas, pero la gran mayoría eran mesurados y salían con el futuro asegurado, pero nada equiparable a lo ocurrido en la administración de Enrique Peña Nieto.
Ahora todo es caos dentro del partido que tuvo la supremacía durante 76 años y que cayó estrepitosamente en las preferencias ciudadanas y que en los más recientes comicios provocó el repudio de los electores.
Si las cúpulas generaron el rechazo en las urnas, ahora los mandos medios muestran su rencor y división entre los pocos grupos que muestran alguna fuerza política.
Ese será el principal reto que tendrá el nuevo(a) presidente del Comité Ejecutivo Nacional, la reagrupación de sus militantes, los que hasta ahora se han mostrado ajenos al proceso de elección de su dirigente nacional.
Corresponderá a quien asuma el control del partido vencer odios, acercar a los que tienen rencillas y, principalmente, convencer a los militantes y a los ciudadanos que el PRI se revigoriza y cambia para ser una nueva oferta política, aplicando ahora sus estatutos y programas y que no dejará que sucedan cosas como las del pasado reciente que los arrastraron al abismo.
De no hacerlo así, el 2021 se presenta como el año de su desaparición.