Volver a empezar
¬ Edgar Gómez Flores martes 30, Jul 2019Con mi mano izquierda…
Edgar Gómez Flores
¿Qué tal si pudiéramos regresar el tiempo y retomar las decisiones que nos han puesto en este estado de trance económico y social? ¿Qué haríamos? ¿Qué sugeriríamos a nuestros gobernantes? Debemos estar conscientes que nuestro presente tiene un pasado. Es decir, algo nos llevó aquí. Por eso, al regresar el tiempo, en este ejercicio, nuestro presente podría cambiar. Pero nuestro pasado sería el mismo. Y, ¿cuál es nuestro pasado? Venimos de un gobierno presidencialista, con alto índice de corrupción y un bajo nivel de productividad en la mayoría de nuestros procesos productivos. Somos una sociedad antigua y rica en cultura; sin embargo, con un bajo nivel educativo.
México se dio la oportunidad de probar una nueva forma de interrelacionarse entre su sociedad y el gobierno. Escogió, entre pocas opciones, al ahora presidente Andrés Manuel López Obrador y al movimiento social que lo llevó al poder (Movimiento de Regeneración Nacional). Estoy seguro que cada persona eligió por un mejor México; un país progresista, respetuoso de los derechos humanos, con un dinamismo económico que detuvieron, durante décadas, los monopolios y las oligarquías que llevaron a pocas personas a una riqueza inmesurable. Ahora, nos encontramos con la realidad. ¿Fue una mala decisión? La gran cuestión es si el bienestar se ha diferido en el corto plazo o nunca llegaremos a él.
Quizás el paso atrás que debemos dar los mexicanos es la polarización. A ningún lugar nos lleva el pelear entre ricos y pobres, entre personas de derecha o de izquierda o entre novocristianos y católicos. Debemos retomar un camino creciente y no uno que nos lleve a un hoyo, donde las ideologías nos pongan en una ruta sin regreso.
Para el Presidente, quien ahora dirige nuestro país, en un estado presidencialista, le pediría que deje de reinterpretar el Himno Nacional. Antes señalaba: “un soldado en cada hijo te dio”… ahora se quiere imponer “un transformador social en cada hijo te dio” y esto, no es cierto. No es lo mismo crear una patria desde cero. Como lo hicimos en el siglo XIX. Éste era el momento de consolidar a México. No todos los mexicanos quieren hablar, opinar o tener injerencia en la polìtica. Los mexicanos comunes quieren tener un trabajo, acceso a la educación y a la salud, para gozar de unas vacaciones periódicas y poder expresar sus sentimientos e ideologías con libertad. Aunque no le guste a esta nueva administración, las personas quieren compartir con familia y amigos tiempo de ocio, ver un partido de futbol, caminar por los espacios públicos de sus ciudades o tener contacto con el mundo sin perder el origen de sus raíces. México es un país que no requiere imposiciones, necesita bienestar. El cual ha obtenido de manera marginal y en una parte de las clases sociales. Pero, nuestro país es una nación solidaria. Este pueblo “sabio” podía sin trabas pensar “primero en los pobres”, reducir la corrupción y trabajar de manera productiva (somos el país menos productivo de la OCDE). Lo único que no podemos aceptar, es regalar el dinero a los empresarios por cancelar un proyecto aeroportuario sin razón, otorgar recursos a una empresa petrolera sin un sustento técnico y económico o entregar nuestras libertades a un Estado autoritario. Nos bastaron 70 años de autoritarismo presidencial, 12 años de descontento social y 6 años de corrupción inaceptable.
El presidente Andrés Manuel y su cuarta transformación, tienen una nueva oportunidad (con el 46% de la aceptación social). Trabajar por los pobres de manera asertiva, generar los proyectos de inversión que la nación necesita y la comunidad internacional ve con buenos ojos y forjar un proyecto de país sin corrupción y con un desempeño económico, social y cultural que ponga a México en boca de todos. Como lo hizo España o Corea del Sur en los años ochenta.
Un México en paz, con crecimiento económico y ocupado en su base social es algo que no nos caería mal. Si nos damos la mano entre mexicanos; obreros y empresarios, gobierno y artistas, políticos y personas de la vida común sería una buena forma de volver a empezar. De aquí, un país sin ideología extremista; más la de proteger nuestra cultura. Somos un mosaico de muchos imperios empalmados que requieren ser oídos.
Necesitamos conferencias presidenciales que reconcilien, no que confronten, nos urgen partidos políticos que cumplan la ley y no que quieran perpetuarse en el poder, requerimos un Presidente que cumpla sus promesas de campaña y la esperanza de un mejor México para todos. Pero ante todo, necesitamos un pueblo sabio que no abandone la crítica y la actuación. Si no, como agente político, sí como agente social que tenga como fundamento el libre pensamiento y la búsqueda del bienestar colectivo.