Última oportunidad para responder a las demandas de los oprimidos
Francisco Rodríguez martes 30, Jul 2019Índice político
Francisco Rodríguez
Hubo un tiempo, antes de que se destruyera sistemáticamente el orgullo del mexicano, en el que se pensaba en el nacionalismo como una expresión política, más que como un pretexto económico para cerrar las fronteras y proteger a los socios que explotaban factorías del campo, el comercio y la industria, para enriquecerlos con sistemas cautivos.
Porque cuando el desarrollo estabilizador fue elevado a la altura del arte, nunca dijeron que había sido a costa de los bajos salarios y el férreo control obrero sobre los dirigentes charros. Nunca reconocieron que logramos crecimientos superiores al 6% anual, sacrificando las bases sociales de la población mexicana.
Había, sí, un modelo para el constante crecimiento regulado de las clases medias, circulación monetaria a raudales, cero inflación y un rostro de futuro. Pero las ambiciones rompieron el saco. Los gobernantes perdieron el equilibrio emocional, se les aflojaron las agarraderas de la voluntad…… se dejaron arrastrar por sus instintos básicos, descompusieron el tejido social y el escenario nacional. Inauguraron la rara época del intercambio hormonal de favores por sustanciosas prebendas del Estado. Tomaron los puestos públicos para colocar a juniors y a favoritos.
Los descendientes de las oligarquías pulqueras y de petate iniciaron una loca carrera por robarse lo que encontraran, bien o mal acomodado. Destruyeron los liderazgos regionales, los rostros auténticos de la nación, desmantelaron la producción industrial y agropecuaria… se negaron a aceptar el imperio de la ley.
Quisieron y decretaron que la realidad se acomodara a sus caprichos pueriles, a los desmanes de sus protegidos, desatados y desenfrenados, cobrándose afrentas de maltratos sufridos en su infancia. Pactaron con la delincuencia organizada, imponiendo trasiegos cómplices y reformas precipitadas a contrapelo de la población.
Hubo un tiempo, antes de que premiaran a los lambiscones y reprimieran a los leales, antes de que los “litempos” —orejas de la CIA— y neoliberales arribaran al poder ultrajado, que se entendía con toda precisión que el modelo nacionalista era el que elevaba la productividad y mejoraba la distribución de los beneficios.
Existieron líneas paralelas en el pensamiento político de ilustres mexicanos, desde que las juventudes arroparon las decisiones cardenistas a través de las voces de individuos que marcaron tendencias durante décadas: Natalio Vázquez Pallares…… Enrique Ramírez y Ramírez, Baudelio Alegría, Carlos Madrazo, Manuel Jiménez San Pedro y muchos miles más que invadieron con sus posiciones de vanguardia las universidades públicas, los politécnicos, las escuelas para hijos de trabajadores, formando una argamasa de principios que hoy simplemente se desconocen.
Una ideología autóctona, producto de largos años de lucha y experiencia que la generación de brillantes tribunos de la campaña henriquista difundieron desde los improvisados templetes: José Muñoz Cota, Wenceslao Labra, Martino y los que clamaron rescatando una revolución raptada.
Es la misma generación que influyó en las posiciones progresistas del heroico José Revueltas, ícono de todas las rebeldías, con su enorme grito: “¡Aquí no se raja nadie…!”. Los postulados libertarios de Valentín Campa, Demetrio Vallejo, Othón Salazar y los líderes petroleros, ferrocarrileros y magisteriales de la reconstrucción del país.
Es una línea profundizada por los Gámiz, en Madera; los Genaro Vázquez y Lucio Cabañas en las montañas de Guerrero; los jóvenes emblemáticos del ‘68 que partieron la historia moderna, entre los más destacados, Luis Tomás Cervantes Cabeza de Vaca y Félix Hernández Gamundi, recipiendarios de tradiciones profundas y libertarias.
La línea contestataria perdida desde las reivindicaciones de damnificados urbanos por las desgracias naturales de un país convulso, telúrico, volcánico y hacinado por las injustas políticas de concentración demográfica. Los movimientos políticos que lucharon por las libertades civiles y democráticas, injustamente masacrados.
Y los ciudadanos pacíficos, arrasados en la muerte por las complicidades en el trasiego de narcóticos por gobernantes perfumados y ajenos, formados en escuelas patito del extranjero, donde fueron mandados por sus padres, ahítos de bienestar por un sistema depredatorio. Los rostros desconocidos para el Imperio que formaron un dique de opinión pública contra el entreguismo y la claudicación en todas las épocas del pasado muy reciente. Combativos, desinteresados, lúcidos, valientes, que dejaron pedazos de humanidad en busca de paz y concordia. Los rostros indispensables frente a la invasión descarada y altanera.
Antes de que los peleles entregaran al país en las manos de financieros internacionales por la vía de la privatización de todo, el desmantelamiento, el ofertismo fiscal, el regalo del petróleo, el gas, la electricidad, el agua, los bosques y la diversidad biotica, hubo grandes mexicanos liberales y nacionalistas. Los que se opusieron al anexionismo de una especie de protectorado maquilador sin red alguna de protección. Los que nos defendieron de metecos y oportunistas, pasan lista de presentes. Sin remilgos y sin esparadrapos. Fueron y son nuestra conciencia nacional.
Hoy que las líneas de izquierda tratan de sobreponerse al infortunio. Cuando las amenazas de los muros fronterizos y los aranceles comerciales nos azotan, inexplicablemente nos sumamos a los agravios de una crisis humanitaria que vulnera a los migrantes indefensos, en aras de proteger todas las abulias.
Las líneas contestarias heredadas pueden naufragar. Estamos desgraciadamente a un paso de que la voluntad popular expresada en las urnas sea convertida en humo.
La sepultura del ideario progresista está ante su prueba de fuego. Desafortunadamente para México, hoy no se debe fallar. Es quizá la última oportunidad para que las voces de los oprimidos sean defendidas en la plaza de la historia. Si en esta ocasión se fracasa, no vemos por dónde pueda buscarse el futuro.La nación está en vilo. ¿No cree usted?
Índice Flamígero: De don Miguel Ramírez, quien escribe al buzón del Índice Político desde Torreón, Coahuila: “Nuevamente López Obrador criticó a la prensa, lo que ya es el pan de cada día de este sexenio. Dos de los medios de comunicación mencionados por él son completamente confiables. Lo que motivó el malestar del tabasqueño hacia SinEmbargo, uno de los aludidos, fue que este periódico digital informó que el hijo menor del Presidente se encontraba en un campo que tiene una cuota de admisión bastante elevada, y no se ve congruente que alguien que dice mantener una política de austeridad realice este gasto. El otro medio señalado fue Proceso, que presentó una entrevista a Carlos Urzúa, realizada, por cierto, por un periodista afín a AMLO, y que tal parece fue el origen de su inconformidad. López Obrador reclama a Proceso ‘no haberse portado bien con nosotros’. En el segundo debate de la elección presidencial del año pasado, AMLO mostró, en apoyo a las críticas que hacía al panista Ricardo Anaya, un ejemplar de este semanario en cuya portada se leía ‘Los turbios ingresos de los Anaya’. Después de que el tabasqueño ganó la elección del año pasado, Proceso publicó un número especial, ‘El largo y rudo camino al poder’, donde se hace un recuento de la trayectoria política de AMLO, desde 1988 hasta 2018. Por lo que se ve, López Obrador es olvidadizo y malagradecido. En la misma mañanera, reclamó a los periodistas ser independientes, pidiéndoles que mejor apoyen la transformación. Lo que un simple lector exige como mínimo a un medio de comunicación es que sea, precisamente, independiente, al igual que los articulistas que ahí colaboren, aunque sus opiniones puedan ser diversas, por tanto, lo que pide López Obrador se ve muy cuestionable. Está claro que los cambios que ha hecho y hará AMLO son reales y profundos, y que para realizarlos es necesario no flaquear, pero tener una obcecación casi enfermiza, sin autoanálisis para lograrlos, los afecta. Se ha mencionado recientemente que se está gestando un golpe de estado blando en contra de AMLO. Ya sabemos quiénes serían sus promotores. Uno de ellos, Enrique Krauze, pidió formar un frente antirreeleccionista, que encabezaría ¡Cuauhtémoc Cárdenas! Son grupos que carecen del apoyo de la sociedad. Lo grave sería que ésta perciba que López Obrador es un presidente autoritario, que no escucha la opinión de los demás, y que, por eso, se empiece a alejar de él.”
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