Portarse bien
Alberto Vieyra G. viernes 26, Jul 2019De pe a pa
Alberto Vieyra G.
El Presidente de la República no entiende qué es la libertad de expresión y menos que el Estado está obligado a respetarla y fomentarla. El mandatario sólo entiende que, si no están en favor de su gobierno y dizque de la cuarta trasformación, entonces los periodistas y medios de comunicación están en su contra y a eso le llama “portarse mal”. ¡Qué miope concepción tiene AMLO de la prensa y los periodistas de México!
Los únicos que tiene la obligación de “portarse bien” con su régimen, empeñado en desaparecer las instituciones creadas como contrapeso a los excesos del presidencialismo, sin que se vea la tan cacareada 4T son: sus propagandistas, periodistas y los medios de comunicación pagados por su gobierno.
El pasado lunes, en la mañanera desde Palacio Nacional, Arturo Rodríguez, periodista de la revista Proceso, puso al Presidente contra la pared, al cuestionar a AMLO el porqué su gobierno no investiga al ex presidente Enrique Peña Nieto y a Luis Videgaray por la fraudulenta compra de Fertinal, además de Ricardo Salinas Pliego, que actualmente forma parte del Consejo Asesor Empresarial y quien presumiblemente intervino en esos trinquetes mediante empresas fantasmas de su propiedad, a las que Banco Azteca les presto más de 500 millones de dólares, esto es, se autoprestó Salinas Pliego.
López Obrador tronó inmediatamente, argumentando que “la revista Proceso, por ejemplo, no se portó bien con nosotros. No es ningún reproche”, argumentó AMLO.
¿Portarse bien?… ¿Qué no la prensa, llamada el cuarto poder de la sociedad, tiene como obligación fundamental informar de todo lo que esconden los gobernantes y de que el pueblo tiene el derecho a saber?
Para AMLO, los periodistas y medios de comunicación críticos, son enemigos de la que él llama “la cuarta trasformación” de la que sólo se ve retroceso en la vida institucional de México. Erróneamente, él cree que todos los periodistas y medios de comunicación deben estar a su servicio y “portarse bien” para no ser exhibidos como “sus adversarios y malos periodistas”.
Para AMLO, los mejores periodistas que han existido en México son Ignacio Ramírez “El Nigromante” y los Flores Magón, que militaban en el Partido Antireeleccionista de Madero y que, por ende, estaban obligados a ofrecer su lealtad al llamado “Apóstol de la democracia”.
Hoy, las cosas son muy distintas. Los periodistas y medios de comunicación con alguna ideología partidista o que responden a determinados intereses, algunas veces oscuros, no tienen ninguna obligación de exaltar al gobernante en turno.
No olvidemos que los medios de comunicación son negocios y la única obligación es de ser plurales para servir a la ciudadanía y no al poder económico, político y religioso. Es con la ciudadanía con la que los periodistas y los medios de comunicación tenemos la obligación de portarnos bien.
Lo dicho por AMLO contra Proceso no ayuda en lo más mínimo a la democracia mexicana. El Presidente dice que tiene todo el derecho de réplica y advierte que no se quedará callado. Estamos ante una política errónea y descabellada, porque el Ejecutivo usa todo el aparato del Estado para denostar a medios de comunicación, periodistas y opositores, a los que no baja de “fifís conservadores”, cuya principal característica es la hipocresía”.
A eso se le llama abuso del poder y quiérase o no el Presidente viola la Constitución en sus artículos sexto y séptimo, además de trastocar principios en materia de Derechos Humanos consagrados por la ONU, que reza que: los gobiernos tienen la obligación de garantizar la independencia y la libertad editorial –párrafos 9 y 16 de la Observación General 34 del Comité de Derechos Humanos de la ONU sobre libertad de opinión y libertad de expresión.