El fiel de la balanza
Freddy Sánchez jueves 11, Jul 2019Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Lo dijo bien Andrés Manuel: más que imponer hay que convencer, para no parecer abusivo y prepotente. Convencer a la sociedad en general de que la lucha contra la corrupción, no se medirá con un doble rasero, queriendo sobreproteger a los cercanos al gobierno y sólo castigar a los “entenados” de anteriores regímenes.
El mismo convencimiento lo deben tener todos acerca de que las resistencias frente a las acciones institucionales para el saneamiento institucional, provienen de aquellos que no quieren renunciar a una vida cómoda, en virtud a sus antaño solapadas corruptelas.
De ahí, la importancia de estimular la certidumbre social acerca de la convicción institucional de estar combatiendo sin distingos la corrupción, dondequiera que ésta se encuentre y hasta liquidar “el régimen corrupto” en este mismo sexenio, como lo aseguró Andrés Manuel.
Por tal razón, es menester que los ciudadanos estén absolutamente convencidos de la imparcialidad oficial en el combate a la corrupción. Más que ciertos, entonces de que no se trata de señalar con “índice de fuego” a los corruptos de otros gobiernos, abrigando al mismo tiempo la intención de consentir a los corruptos de la presente administración sexenal.
Porque en cuanto se conozca la más mínima desviación, en especial de los altos jerarcas del gobierno de la “Cuarta Transformación”, se actuará sin demora para sancionarnos ejemplarmente.
Así las cosas, hay que alentar el convencimiento ciudadano en relación a que si en anteriores regímenes fue una insana costumbre promovida desde el gobierno cobijar la corrupción de amigos y aliados, eso acabó para siempre y no se reeditará en beneficio de una nueva “franquicia” de malhechores institucionales y privados. Y que, justamente por ello, los empresarios tienen el derecho a hacer negocios, pero de ningún modo, dedicarse a robar descaradamente, mediante trampas o el tráfico de influencias.
En cuanto a la política fiscal, es menester que los contribuyentes se convenzan de que los privilegios al condonar adeudos a ricos empresarios, lo que provoca mermas a la hacienda pública, en verdad habrán de terminar sin excepción alguna, además de que se procederá a sancionar con firmeza las evasiones y omisiones en el pago de los impuestos de los actuales proveedores del sector oficial.
Es necesario, consecuentemente, que los mexicanos queden convencidos de que el régimen en turno, en forma alguna se prestará a repartir canonjías entre los aliados políticos en tanto a los adversarios y críticos se los hostiga, persigue y daña económicamente con propósitos de alienación.
Los que apoyaron a Andrés Manuel para llegar a la Presidencia y los que no lo hicieron, tienen que convencerse de que actualmente se tiene un buen gobierno para todos. Que se ocupa en atender las más elementales necesidades de la sociedad, alejándose definitivamente de toda manifestación de abuso y prepotencia.
Porque la intención de esta administración es servir al país y no como en otros tiempos, fingir que se sirve cuando en la práctica cotidiana los corruptos del gobierno y sus amigos gozan de impunidad. De ahí, que sea indispensable demostrar con hechos, más allá de los dichos que la batalla contra la corrupción no se trata de una mentira más, de una típica demagogia en el ejercicio del poder.
Porque esta vez, ciertamente, el mando presidencial quedó en manos de una persona honorable, que ama a la patria y no quiere pasar a la historia como uno de tantos vulgares mitómanos que hemos visto pasar por la Presidencia.
Estar ciertos y convencidos pues de que Andrés Manuel quiere que se reconozca socialmente sin lugar a dudas su bien actuar. Lo cual obliga a decir una cosa: todo gobierno debe estar sujeto al constante análisis crítico de sus acciones, lo que permita en caso de necesidad enmendar deficiencias, errores y excesos y para ello es preciso procurar los justos equilibrios en el ejercicio del poder recurriendo a un jurado imparcial emergido de la sociedad civil que en el análisis de lo acontecido haga las veces del fiel de la balanza.