Anatoli Lokachtchouk: pionero del clown en México
Opinión lunes 8, Jul 2019De la carpa a las letras
Arturo Arellano
El movimiento del clown mexicano comienza a encontrar el camino hacia su madurez con diversos espectáculos y exponentes, que en un afán de colocar este tipo de comedia, arte, entretenimiento en el gusto del público van itinerantes con sus zapatones o sin ellos, con sus narices rojas o sin ellas, por diferentes espacios del país, pero para saber cómo comenzó toda esta aventura habría que remontarnos a la década de los noventa y a un personaje Anatoli Lokachtchouk, artista circense ucraniano cuyos orígenes de su arte se sitúan en el circo soviético.
Anatoli dirige desde 1997 el Escuadrón Jitomate Bola, que se convierte, bajo su dirección, en un referente de la técnica clown en México, así como del malabarismo y la acrobacia, entre otras disciplinas circenses, que sirvieron como pauta para muchas de las ofertas que tenemos en la actualidad dentro de este género. Con una trayectoria de más de 30 años y un séquito de alumnos en todo el mundo, se ha convertido en el principal motor del clown en nuestro país, de lo que cita en la publicación “Contagiar el Afán” del Cenart.
“Amé mucho el circo porque fue mi vida; quiero mucho a los payasos, amo a la gente cuando ríe porque demuestra un contacto con lo mejor de la vida. Para hacer circo primero se necesita saber ¿qué es el circo?”, pregunta a la que responde diciendo “El circo es un ritual donde, desde la escena, una persona maneja ese universo. Domina el espacio y el tiempo. Así, la personalidad de cada artista es visible en la manera de abrir las puertas; su propósito para abrirlas se mostrará después, pero lo importante es la manera en que cada uno entra. La entrada plantea la lógica con base en la cual se desarrollará el sketch”.
Añade en ese tenor que “la gente del circo se ha manifestado de manera orgánica, tanto mental como corporal. Entre más alto sea el nivel de virtuosismo corporal más alto será el nivel del artista y su profesionalismo. El cuerpo humano no tiene límites y puede aprender a no sentir miedo, aunque una de sus tareas sea provocarlo, producir catarsis para hacernos sentir”.
Refiere y asegura que “la personalidad de cada artista es una esperanza para el público que no quiere ver estereotipos. Cada espectador desea ver personas extraordinarias; quiere ver ¿qué haces hoy?, aunque sea la misma función. Cada día el público busca que la función le provoque nuevas emociones”.
En tanto describe: “tomar un curso de clown no sirve, sólo se trata de un tema curricular, porque el clown no es una técnica, sino una manera de vivir. Un filántropo, un loco profesional y un actor en su propio universo. Un clown, a la manera de un guerrero que lucha contra estereotipos, es el realista más grande de este mundo haciendo un acto de sacrificio mayor: dar amor” y sentencia que “en mis clases no existe el ‘no puedo’, sino el ‘necesario’. Inculco a cada uno de mis alumnos la creatividad y la independencia, porque en mi experiencia la palabra ‘artista’ quiere decir que lo eres todo, que no existen cosas que no sepas. No hay malabarista que no pueda ser acróbata”.
Actualmente es maestro en la Escuela Nacional de Teatro, como parte de la Academia de Movimiento. Estudió en la Escuela de Circo de Moscú como artista de circo y director de escena. También estudió en el Instituto Estatal de Artes Teatrales de Moscú, en la Facultad de Dirección Escénica de Artes del Circo como regisseur de artes circenses.