Florence Cassez
¬ Augusto Corro lunes 14, Feb 2011Punto por Punto
Augusto Corro
Ineptitud y falta de sensibilidad política son las banderas que ondea la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) ante la comunidad internacional. Su titular, Patricia Espinosa, se encuentra en medio de un juego en el que emergen caprichos e inexperiencia. Las relaciones internacionales no se les dieron a los gobiernos panistas. Desde el primitivo Vicente Fox hasta Felipe Calderón, el trato con otros países vecinos es caprichoso y convenenciero. El trato entre Cuba y México, un país con el que se sostuvieron contactos comerciales y culturales, sufrió un revés importante, cuando Fidel Castro estuvo en una reunión en Monterrey, a la que asistiría George W. Bush y surgió la frase aquella del guanajuatense: “Comes y te vas”. Franca descortesía para que el cubano no se enfrentara con el presidente estadunidense. Posteriormente, el propio Fox, influenciado por su actitud fundamentalista, siempre que tiene oportunidad lanza ataques contra el presidente venezolano, Hugo Chávez, a quien lo señala de colaborar con el narcotráfico. En los seis años de Fox la imagen de México sufrió un considerable aislamiento, que lo alejó del liderazgo latinoamericano, que para bien o para mal ostentó nuestro país. Brasil, con su presidente Lula, se convirtió en el abanderado del continente del río Bravo hasta la Patagonia.
Los fracasos de Fox fueron múltiples, entre otros, la incapacidad para alcanzar un tratado o convenio para los millones de mexicanos indocumentados que radican en Estados Unidos. En los altibajos de su personalidad, no aprovechó la amistad con George W. Bush y lo que prometía beneficios para México, terminó en un desprecio del funcionario estadunidense hacia México. No le gustó a Bush la actitud cobarde de Fox que prefirió pasar en falso, cuando su amigo le solicitaba el apoyo para invadir Irak. El guanajuatense se internó en un hospital para una intervención quirúrgica en la espalda. Esa acción no se le olvidó al texano.
En el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa las relaciones internacionales van por la misma senda, pues su anunciada visita a la isla caribeña no se concretó y al vecino a lo mejor ya hasta se le olvidó. Por otra parte, los vínculos de México con Brasil en algunos momentos lucen como ejemplo de colaboración y luego caen en acciones caprichosas por parte de la diplomacia mexicana. Ejemplo: surgió la idea de un convenio comercial entre ambos países, pero en una reunión para analizar problemas del medio ambiente internacional, Lula no apoyó la postura de México. Eso fue motivo suficiente para que en la toma de posesión como nueva presidenta de Brasil, Dilma Rousseeff, la Secretaría de Relaciones Exteriores enviara a un funcionario de quinta en representación del gobierno mexicano y obviamente de quien ejerce el poder, Felipe Calderón Hinojosa.
Por otra parte, las relaciones de México con los países centroamericanos Honduras, El Salvador, Guatemala, etcétera, tampoco se encuentran en las mejores condiciones. Los secuestros y asesinatos de los migrantes que ocurren permanentemente en territorio mexicano provocaron manifestaciones y exigencias al gobierno para que se aplique más en el cuidado de la gente que cruza el país con destino a Estados unidos. Una de las masacres que sacudió la conciencia de los países centroamericanos fue aquella registrada en un rancho tamaulipeco. Setenta migrantes centro y sudamericanos perdieron la vida a manos del cártel de “Los Zetas”. A la fecha, algunos cadáveres se encuentran en la morgue en espera de ser identificados y enviados a su lugar de origen. De las investigaciones poco se sabe, porque son tanto los crímenes que la policía no tiene tiempo para cerrar investigaciones. Pero la tragedia no terminó con esa matanza, cada día se informa de cientos de migrantes secuestrados o desaparecidos una vez que llegan a México. La SRE dejó que las inconformidades de los países centroamericanos crecieran una solución al problema migratorio se encuentra en el limbo, a pesar de los discursos demagógicos que pretenden dar la imagen de que México se convertirá en “Jauja” en materia de cuidado y protección a quien cruce la frontera y llegue a suelo patrio.
De una temporada a la fecha, funcionarios estadunidenses, desde la secretaria de Estado, Hillary Clinton; la titular de Seguridad Interna, Janet Napolitano y otros como el subsecretario del Ejército de EU, Joseph Westphal, no quitan el dedo del renglón sobre la amenaza que representan para Estados Unidos los cárteles del narcotráfico. La posición cómoda de los estadunidenses de criticar a México no tiene una respuesta seria, contundente del gobierno México, que deja correr las acusaciones que le llegan del exterior. Si bien es cierto que la narcoviolencia crece incontenible, en nuestro país son los estadunidenses un factor importante para su desarrollo. En múltiples ocasiones se ha señalado que el mayor mercado de drogadictos en el mundo se encuentra en el vecino país, además de ser uno de los principales proveedores de armas a la delincuencia mexicana.
Ese análisis superficial de la actuación de la diplomacia mexicana, nos lleva al caso de Florence Cassez, la secuestradora francesa, que tiene en jaque al gobierno mexicano. La canciller Patricia Espinosa, con una falta total de visión política, permitió o propició que el presidente derechista, Nicolas Sarkozy, ventilara el asunto de su compatriota como si se tratara de una heroína a la altura de Juana de Arco, cuando es todo lo contrario. Por errores de la policía, la ahora famosa plagiaria Florence Cassez, se convirtió en un elemento importante para levantar el índice de popularidad de Sarkozy que se encuentra por los suelos, de acuerdos con las encuestas recientes. Qué mejor oportunidad de unir al pueblo francés para exigir la deportación de su paisana. México, sumido en la tibieza diplomática, no tiene los arrestos necesarios para poner fin a ese problema que ya es internacional.
El rector de la UNAM, José Narro, advirtió que se requiere de una respuesta “mucho más firme” del gobierno federal frente a las actitudes injerencistas mostradas por Estados Unidos y Francia. Añadió que “no es nada más invocando la sensibilidad de otros mandatarios. Se requiere demandar respeto a nuestro país, a nuestra autonomía y soberanía”. (La Jornada, 13 de febrero de 2011).