El gobierno gabacho quiere la cabeza de Videgaray
Francisco Rodríguez jueves 4, Jul 2019Índice político
Francisco Rodríguez
Desvalidos cerebrales, quienes llegaron a sentarse en el despachos principal de Los Pinos, siempre necesitaron asistirse de un personaje con poder, generalmente otro impostor con dotes diferentes, soporte psicológico, echado pa’lante, encantador de serpientes indefensas, con mayores arrestos criminales, que funcionó como el famoso demiurgo de las traiciones.
Siempre con la intención manifiesta de sacar el mayor provecho de las incapacidades del Ejecutivo, los llamados poderes tras el trono —prestado seis años— fueron gentuza que le hicieron a México un daño irreparable, delincuentes que nunca han sido llamados a cuentas por la tradicional predisposición del quien venga atrás que arree.
Al estrenarse, todos los sexenios se taparon con la misma cobija, conscientes de que iban a cometer los mismos errores que el inmediato anterior. No era para menos, el desmedido poder presidencial no podía ser monopolio de uno solo. Menos, cuando las prendas de la ignorancia y el temor del titular no alcanzaban para nada.
Ese fue el caso de Miguel de la Madrid con los favoritos Salinas y Gamboa Patrón, duplicado por el mismo Salinas de Gortari en los hombros de Joseph Marie Córdoba Montoya; repetido por Zedillo en Liébano Sáenz; imitado por Fox en los brazos de Marta Sahagún, y de Felipe Calderón, siempre en las manos de Margarita la del rebozo mordido y arrastrado y su familia de voraces irredentos.
Pero la fórmula que rompió el saco fue la de Enrique Peña Nieto, con el indiscutible favorito: Luis Videgaray, a quien convirtió de golpe y porrazo en el verdadero Presidente espurio, el que tomó las decisiones, el que nombró a todos los funcionarios de las áreas estratégicas, el que asumió las fallidas reformas estructurales dictadas desde Washington…… el que retiró 2 billones de pesos del circulante para no estorbar los supuestos beneficios de la encomienda, el que sustrajo miles de millones en oro para depositarlos en paraísos fiscales, el que se autonombró el mejor financiero del planeta y aprendiz de canciller, el autor de las mayores vergüenzas y dislates conocidas por los mexicanos.
El que navegó placenteramente en todas las bahías neuronales vacías del mexiquita empoderado, el autodestapador de sí mismo, el que para indignación nacional trajo al candidato Donald Trump a Los Pinos para recibir honores de jefe de Estado, a cambio del compromiso con su candidatura adelantada.
Videgaray, el que rompió todos los antecedentes de los validos presidenciales, hasta llegar a borrar la infausta memoria del Rogerio de la Selva alemanista, del Díaz Ordaz lopezmateísta y del Luis Echeverría diazordacista, ejecutor estelar de las órdenes magnificadas del gorila poblano en la matanza de Tlatelolco.
El cochinero que dejó el paso de Luis Videgaray pervirtió todo. Empobreció hasta el absurdo a los menesterosos, secó la economía nacional, desalentó a los inversionistas y paró sus plantas productivas. Fue el único que se equivocó diez veces por minuto y nunca fue reconvenido por alguien.
Nunca supo calcular atinadamente el precio del barril de crudo, el crecimiento aproximado del producto interno bruto, la devaluación escandalosa del peso, que bajo su conducción perdió el 40% de su valor durante el maligno peñato y provocó una pavorosa inflación.
Es el autor del monumental engaño del Presupuesto Base Cero, el supuesto triunfador de las elecciones intermedias del sexenio. El que, a pesar de tener comprados todos los medios de comunicación, nunca pudo superar el doce por ciento de la intención del voto.
Fue el que encumbró a Emilio Lozoya para sus negocios en Pemex, y cuando éste se la creyó quiso y no pudo imponerlo como embajador en Washington y ahora debe apechugar el haber firmado las traiciones, fue también el que quiso manejar la sucesión en la UNAM y al fracasar en todo, muy a su pesar impuso como el elegido a su favorito Meade Kuribreña.
Videgaray, sí, el que tuvo por Plan B conseguir al asiento del Banco de México, por si Meade fracasaba en su intento de seguir rematando el país. El que estuvo atrás del encubrimiento de las tragedias de Ayotzinapa y Tlatlaya, por mencionar sólo algunas. Peña Nieto confiaba en él como los antiguos griegos en el Oráculo de Delfos.
Y el favorito volvió a equivocarse. Nuevamente, el tiro le salió por la culata. El fantasma del Tigre de Tacubaya se cierne sobre él. Todo parece indicar que la justicia estadounidense, en busca del eslabón perdido del salinismo – atracomulquismo anda tras sus huesos.
Dicen los fiscales gabachos que alguien tiene que pagar por los platos rotos del peñato. Quien mejor que Luis Videgaray, el inspirador del desastre. El que agarró a Peña Nieto de firmón para conseguir sus objetivos. Todo un pez gordo que servirá para marcar la pauta de lo que sigue.
Luis Videgaray, el otrora favorito del atlacomulquismo ha sido el designado para responder en tribunales gabachos. A menos que López Obrador se decida de una vez por todas de enfocar su lucha contra la corrupción contra los que tiene que hacerlo: los titulares del pasado inmediato, antes de que todos brinquen la vara.
La gente que votó por López Obrador sigue exigiendo en las plazas públicas las cabezas de Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto, los más embobados por sus hombre fuertes.
Pero a falta de pan, tortillas, dice al adagio popular. Se ha decidido que el pez gordo sea precisamente Luis Videgaray. Y los fiscales gringos. Han dado a López Obrador y a la Cuarta Transformación la oportunidad de poner en cien días tras las rejas al felón Videgaray, el pagano escogido por los fiscales gabachos, con quienes siempre quiso congraciarse.
Y como donde manda capitán, no manda marinero, así tendrá que ser. Videgaray tendrá que responder en un plazo perentorio de todas las avalanchas de corrupción contra el pueblo de México.
Es una buena y una mala noticia. Lástima que el nuevo régimen no haya actuado a tiempo para resolverle al pueblo sus más caras peticiones. Ojalá se dé cuenta a tiempo López Obrador de que sus guerritas menores no sirven casi para nada. A la culebra había que pegarle en la cabeza. Si no, seguirá chillando.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: La Auditoría Superior de la Federación (ASF) en una revisión de la Cuenta Pública 2018 encontró que la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), entonces titulada por Luis Videgaray Caso (2017-2018), no reguló, coordinó ni registró los donativos internacionales para la reconstrucción luego de los sismos del 7 y 19 de septiembre de 2017. “Se desconocen los montos totales, modalidades y uso de las donaciones en especie, de apoyo técnico y en dinero, en incumplimiento de la Ley de Cooperación Internacional para el Desarrollo”, observó el órgano fiscalizador en una revisión de desempeño dictaminado el 6 de junio pasado. “Las deficiencias e insuficiencias detectadas denotan que la SRE no contribuyó a contar con un mecanismo ágil, transparente y efectivo de control y coordinación para que los recursos donados sean administrados y entregados en beneficio de la población”, acusó. ¿Dónde quedó la bolita? ¿Otra ratería más a cargo de quienes más sufrieron las consecuencias de los terremotos? Doblemente criminal.
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