Confianza cero
Freddy Sánchez jueves 27, Jun 2019Precios y desprecios
Freddy Sánchez
¡Sin gente de fiar, mejor ni arriesgar!..
Algo así decía un hombre proclive a la desconfianza. Lo que francamente dificulta cualquier relación posible entre personas y grupos. En los matrimonios, tratos amistosos, decisiones de negocios y, en especial, tratándose de convocatorias a la unidad colectiva.
Cuando el convocante no inspira confianza, la mayoría actúa con reservas. Se abstiene de creer en las promesas y normalmente concibe la preparación de un engaño vil e inescrupuloso.
De eso han tenido de sobra las expectativas sociales en lo referente a las ofertas políticas, prácticamente de todos los actores que suben a un estrado para ofrecer soluciones y con el paso del tiempo quedan al descubierto sus patrañas demagógicas.
Razón de sobra para no querer participar en procesos electorales a manera de repulsa para los contendientes en busca de un cargo, lo que obviamente no es la mejor decisión ciudadana, puesto que los charlatanes de la política se cuelan de todos modos a los cargos de poder.No les importa que su elección haya sido avalada por un mínimo porcentaje de votantes, en tanto que la mayoría recelosa no quiso darles su apoyo.
Cosa más que distinta con Andrés Manuel, porque a las urnas acudió un número excepcional de votantes que confiados en su palabra lo hicieron llegar a la presidencia. Su desconfianza hacia cualquier otra opción, los hizo fiarse del actual primer mandatario.
Así que el nivel de confianza ciudadana con la que se hizo Ppresidente y que para tranquilidad de “Monera” conserva el jefe del Ejecutivo, implica un compromiso: evitar que los que creyeron en su discurso político, comiencen a dejar de creer.
En ese sentido, es indispensable que el gobierno federal no sólo se aplique con toda energía y creatividad a frenar al hampa criminal despojándola de sus bienes y haciendo que el crimen organizado deje de ser uno de los mejores negocios en la actualidad, sino que al mismo tiempo evite tomar cualquier decisión que incida en desalentar la confianza ciudadana.
Hacer algo que después se tiene que deshacer o tener que mantenerlo a contra pelo por mero capricho no puede ser sano para la credibilidad social en el gobierno.
De modo que en caso de incurrirse en errores, de cualquier naturaleza, lo apropiado es reconocer que se ha fallado y proceder con humildad a enmendar las faltas cometidas, reparando los daños que se hayan podido causar.
En asuntos económicos, políticos y sociales, es prudente y sensato calcular las consecuencias de todos los pasos y no precipitarse a resolver corriendo el riesgo de equivocarse gravemente.
Bajo este esquema, es menester que “La Cuarta Transformación” avance lo mejor posible, a efecto de que la confianza en Andrés Manuel se mantenga firme.
Y si de intensificar las acciones contra la corrupción se trata, que así se haga sin dar marcha atrás, pero evitando actos que a la postre redunden en perjuicio de la mayoría, a consecuencia de tomar las decisiones equivocadas.
En ese sentido, es preciso proceder contra los empresarios pillos, a los que urge “cortarles las uñas”, aunque sin recurrir a ninguna clase de abusos de autoridad que inhiban la inversión privada.
A los funcionarios y ex funcionarios que cometieron actos deshonestos, es necesario igualmente llevarlos a juicio penal y expropiarles los bienes mal habidos que hayan obtenido, siempre que se tengan a la mano las pruebas fehacientes que acrediten sus fechorías.
Así es como se puede mantener a salvo el apoyo social a las acciones institucionales, lo que es indispensable para evitar que en los actos de autoridad la colectividad llegue a tener una confianza cero.