Cambio de régimen; dejarlo pasar, un crimen
Francisco Rodríguez viernes 21, Jun 2019Índice político
Francisco Rodríguez
El colonialismo cultural forma parte indisoluble de la dependencia estructural de los países pobres con relación a los que parten el bacalao. El colonialismo mental de los dirigentes es inseparable del entreguismo puro y duro. Podría decirse que es el eslabón más consistente de esa cadena de indignidades.
El colonialismo mental campeó en México desde que tenemos memoria. No sólo durante el desarrollo estabilizador o del crecimiento hacia adentro, también primordialmente durante los largos cuarenta años de neoliberalismo ñoño.
Aunque suene a lugar común, el cambio de régimen implica un cambio de la estructura mental de los dirigentes y del pueblo mismo. Nada se puede lograr en un país acostumbrado a quemar sus naves antes de que el invasor político y económico enseñe sus afiladas garras. Están muertos desde antes.
El cambio de la mentalidad sobre los conceptos básicos de soberanía, independencia económica, autosuficiencia y nacionalismo democrático debe estar necesariamente ligado a todas las acciones del régimen tendientes a lograr esos objetivos superiores de un pueblo. La liberación empieza por el cerebro.
Las encarnizadas luchas democráticas mexicanas por las libertades civiles, políticas y de cogestión han sido icónicas. Los líderes sociales que encabezaron los principales movimientos urbanos y rurales del siglo XX pasaron a formar parte de lo mejor de nosotros mismos y de nuestra atribulada historia.
Las movilizaciones magisteriales, ferrocarrileras, petroleras, mineras y médicas que desembocaron en el gran movimiento estudiantil popular de 1968, pusieron la plana. Crearon un fermento de cambio contestatario que hasta la fecha marca la pauta en las luchas nacionales contra los poderes hegemónicos de siempre.
Los líderes sociales encarcelados, torturados y masacrados por los regímenes conservadores —aunque al principio también tuvieron que luchar contra una clase acomodada y retrechera— acabaron imponiendo su estilo en la manera y los modos de obedecer y de mandar.
Una de las cintas emblemáticas de los 50’s, apogeo del franquismo retardatario, fue “Bienvenido Míster Marshall”, del cineasta de culto Luis G. Berlanga. Una poesía contra el entreguismo, un grito a mitad del túnel contra el ensimismamiento de los favoritos, pensando que todo lo tiene que resolver el de afuera.
Es una cinta imprescindible en el análisis del colonialismo mental de los dirigentes. La película es una mordaz carga de profundidad contra Estados Unidos, rematada con la escena censurada de la bandera gabacha hundiéndose en una acequia, que escandalizó a tirios y troyanos durante su proyección en Cannes.
Una comedia costumbrista sobre la España de los años 50. Son los años en que el gobierno de los Estados Unidos pone en marcha el Plan Marshall para reconstruir la Europa Occidental de posguerra, ayudas en las que España quedó al margen. Berlanga retrata el aperturismo del régimen franquista hacia los Estados Unidos.
La película es una muestra de cómo era la España del momento, y los personajes representan los tipos característicos. El poder, representado por el alcalde, el cura y las fuerzas vivas (boticario, maestra, comerciantes) y el pueblo, casi todos agricultores y ganaderos. Es la genial caracterización de la llegada de un Míster Marshall que jamás llegó al pueblo de Guadalix de la Sierra.
El régimen franquista no la “enlató”, pues en un principio no se dio cuenta de su carga crítica y después tuvo que apechugar para demostrar que ahí no había censura. Esperando demostrar el lado de la cultura española, los ciudadanos visten trajes típicos andaluces, contratan a un cantaor de flamenco y se preparan para pedir. Pero el momento nunca llegó.
La brillantez de Luis G. Berlanga, cineasta considerado casi en la misma estatura que Luis Buñuel y Carlos Saura, consiste en retratar fielmente los modos inoculados por el imperialismo hoy fracasado para moldear el pensamiento del mundo iberoamericano, su zona hegemónica proverbial.
Los estudios sociológicos posteriores sobre la enajenación cultural y la supuesta ingenuidad de las clases dirigentes para montar guardia contra el opresor deben referirse forzosamente a esta obra maestra, incómoda para su tiempo, y para muchos tiempos más.
Invertir en la gente, sigue siendo la principal recomendación de quienes han abandonado la sujeción colonial. Preparar a su pueblo en las materias en donde no tienen competencia extranjera, sigue siendo la bandera que ondea entre los Tigres Asiáticos y los capitalismos de Estado europeos y de Asia.
Desarrollar los sistemas educativos y proyectar un modelo que no dependa estructuralmente de las decisiones tomadas en los círculos financieros del exterior, sigue siendo la mayor apuesta del subdesarrollo rampante y enraizado en las conciencias de los anexionistas.
Ha quedado demostrado en todas latitudes del planeta que seguir a pie juntillas los procesos de expansión del capitalismo sólo lleva a repetir los mismos errores del pasado colonial. No es por ahí. El modelo de desarrollo debe estar apegado a los sentimientos y a las vocaciones del país.
Por primera vez en muchas décadas, nuestro país tiene la gran oportunidad de abandonar el barco de los naufragados. Por primera vez, nuestros recursos naturales y de hidrocarburos pueden sentar las bases de un desarrollo industrial direccionado, justo y distribuidor de los beneficios esenciales.
Por primera vez el desarrollo manufacturero, agropecuario e industrial pueden correr parejos a la doctrina del nacionalismo democrático, enraizado en las costumbres, el pensamiento y las normas vigentes en este país.
Dejarlo pasar sería una aberración imperdonable. Máxime cuando puede no haber otra oportunidad para hacerlo.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: Quienes salimos a votar hace ya casi un año por el cambio de régimen que implicara el castigo a quienes con su corrupción hundieron al país en la crisis económica y moral, ya llevamos don frentazos en la puerta de Palacio Nacional. La primera, cuando se pospuso la consulta del 21 de marzo para que los ciudadanos votáramos si queríamos o no que se enjuiciara a esos %@#%$ de su %#&@ madre. Apenas ayer jueves la segunda, cuando en su ya habitual conferencia matutina AMLO deslizó la posibilidad de que ya no se lleve a cabo dicha consulta sobre el enjuiciamiento a los ex presidentes, a menos que los ciudadanos así lo exijan y dejó clara su postura de no apostar a castigo y dejar atrás el pasado para ver hacia adelante. “No creo que sea lo mejor la persecución o apostar al castigo de los responsables del fracaso del modelo neoliberal”, dijo. Y agregó; “En esencia, (lo que he planteado) es no anclarnos en el pasado y ver hacia adelante, eso fue lo que planteé, justicia también significa prevenir delitos y que el compromiso era actuar hacia adelante, en lo que a nosotros nos corresponde con honestidad, y no permitir la corrupción”.
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