La sucesión en el “tricolorcito”
¬ Arturo Ríos Ruiz viernes 14, Jun 2019Centro..!
Arturo Ríos Ruiz
- Destacan cinco aspirantes para dirigencia del PRI, uno vale la pena
Entre los pedazos del PRI, el otrora partidazo, se calienta entre unos cuantos que le quedan la sucesión de Claudia Ruiz Massieu, que sin pena ni gloria entregará el rompecabezas de lo que quedó del tricolor.
Un buen número de gobernadores apoyan a Alejandro Moreno, el más falso de todos, entreguista, zalamero y lleno de hipocresía; abundan los videos de sus ataques al Presidente y las sentencias si se presentaba en su Campeche, que gobierna, y la desmedida entrega ante su presencia, arrastrado hasta la vergüenza.
¿Cómo confiar en alguien así? Cualquiera que no respete ni su palabra, es quien traiciona y éste es el caso del mencionado, que sería el bueno, para de una vez enterrar de un sopetón las siglas del partido y “amorenarlo”.
A menos que esa sea la idea que una vez circuló durante la pasada campaña presidencial, desaparecer al de los tres colores y configurar a Morena como el sustituto con las mismas mañas, fallas y mentiras del que se iría.
Quedan, Ivonne Ortega, quien chantajeó con sus aspiraciones de ser candidata a la primera magistratura y hasta amenazó con irse, y ahora, se conforma con el diminuto partido.
Ulises Ruiz, ex gobernador de Oaxaca, que nada tiene qué hacer, un pelafustán de la política sin garantía alguna de la famosa renovación que tantas veces ha quedado en el olvido.
Ramón Martel sí es una carta no despreciable, pero no tiene el arraigo para ser un líder; sólo sirve para relleno en esta deslucida contienda.
José Narro es quizá la mejor carta, ex rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, que sorteó muchos problemas, y salió avante; maduro, serio, evolutivo y con carácter.
Es admirable que después de ser toda una figura como titular de la máxima casa de estudios y luego como el mero mero del sector salud, algo raspado por las grandes fallas de corrupción y mala atención para los derechohabientes, ahora se conforme con un enfermo que está punto de recibir los santos óleos.
Es en apariencia, el que podría dar la batalla como un buen contrapeso, tan necesario en todo régimen. Veremos y diremos como queda la decisión.