Carne de cañón
Freddy Sánchez jueves 6, Jun 2019Precios y desprecios
Freddy Sánchez
El nombre de “Jóvenes Construyendo el Futuro”, da mucho qué pensar.
Primero, porque denominar de esta manera un programa institucional conlleva al intento de un análisis minucioso de su significado.
Qué exactamente quisieron decir los hacedores de ese otro programa llamado “La Cuarta Trasformación”, al bautizar como lo hicieron el plan que tiene como finalidad impulsar a la juventud nacional a tomar el cauce correcto en el manejo de sus vidas, no sólo para su bien sino para el bienestar nacional.
Desde ese punto de vista, inequívocamente, el nombre tiene mucho que decir, si hemos de estar de acuerdo en que al poner en juego esta acción pública se está dando lugar a un evento de alta significación.
Nada menos que estimular a nuestros connacionales juveniles a contribuir con la construcción del futuro.
En ese aspecto el programa puesto en marcha, en sí mismo constituye un aliciente que estimula la buena fe en un cambio positivo para el país por parte del gobierno en turno al voltear a ver a un sector de la sociedad que en las últimas décadas se dejó crecer como a la yerba silvestre.
Sin la más mínima conducción, ni abono ni cultivo de ninguna clase.
Eso pues, amerita el reconocimiento más amplio, en lo referente a un quehacer institucional que supo aquilatar la importancia de ir al rescate de la juventud carente de oportunidades para incorporase al mercado productivo nacional, y por ende, expuesta a ser convertida en cautiva de la delincuencia organizada.
Cosa que uno quisiera creer que no sucederá con todos esos chicos y chicas incorporados al programa “jóvenes construyendo el futuro”.
Y es que, haciendo números para reflexionar, uno podría desmoralizarse. Veamos si no: de medio millón de aspirantes a estar en dicho plan de apoyo oficial para la juventud, más de trescientos sesenta y ocho mil ya lo tienen al alcance de su mano.
Con tutores de la iniciativa privada que se comprometieron a darles capacitación, los jóvenes afiliados al programa están recibiendo tres mil seiscientos pesos mensuales de beca, pagaderos con dinero de los impuestos.
La idea es que posteriormente dichos jóvenes, una vez preparados para la realización de empleos formales, reciban la oferta de trabajo de los mismos empresarios que los capacitan actualmente, o en su defecto, de algunos otros interesados en recibirlos y pagarles un sueldo, en sustitución de la beca que en principio decidió otorgarles el gobierno federal.
De tal suerte que de cumplirse con las expectativas institucionales, en poco tiempo más integrantes de la juventud nacional estarán en posibilidades de unirse a este programa oficial.
Claro que son tantos los jóvenes que requieren la protección institucional, dadas sus actuales condiciones de vida, en situación de lamentable pobreza, que resulta difícil creer que los apoyos oficiales puedan alcanzar para todos, durante la presente administración.
Diez y siete millones de compatriotas en edad juvenil y condiciones de insolvencia económica familiar, son candidatos al programa.
Y este año quizás logren su incorporación solamente un millón.
Como se puede ver entonces, es casi imposible ir al rescate de toda la juventud que lo requiere en el país.
Ojalá pues que los becarios, reciban la capacitación debida y pronto encuentren un trabajo remunerado para no convertirse en reos de dolosas intenciones electoreras.
Del mismo modo es deseable que los que de plano queden fuera del programa no terminen siendo atraídos por la delincuencia organizada que suele hacer de los jóvenes sin oficio ni beneficio en este país, no sólo sus vasallos sino “su brazo armado” y también por supuesto: su carne de cañón.
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