Un mundo de plástico
Alberto Vieyra G. martes 4, Jun 2019De pe a pa
Alberto Vieyra G.
“Somos lo que comemos” … “Que tu alimento sea tu medicina, y no tu medicina tu alimento” …, era la tesis del médico antiguo de la Grecia, Hipócrates. Sólo que el eminente médico, que, por cierto, nunca tuvo un título, ni por equivocación pensaba que 2 mil 500 años después, los terrícolas comeríamos diversas variedades de pescado, cuya alimentación es el plástico en el fondo de los siete mares.
Uno de mis tres lectores y radioescuchas de Nayarit me ha escrito para darme la mala nueva, de que hace unos días cuando limpiaban en su casa un pescado recién capturado por los pescadores de San Blas, descubrieron que sus tripitas estaban atiborradas de plástico y como usted puede imaginarse, somos lo que comemos como lo sostenía Hipócrates.
Trataré de estremecer y de hacer conciencia entre mis tres lectores y radioescuchas sobre el Apocalipsis ambiental que se cierne sobre nuestra casa común: el planeta Tierra.
Diversos estudios científicos revelan que la inconsciencia humana, principalmente la industria, restaurantes, hoteleros y comercios de toda índole arrojan al mar cada segundo 200 kilos de plástico, y si lo multiplicamos por 60 segundos, nos da un total de 12 mil kilos por cada minuto y si Pitágoras no miente por cada 24 horas nos da, 17 mil 280 toneladas y si esa operación aritmética la hacemos por año, nos encontraremos que nuestros mares y océanos en el mundo están convertidos en gigantescos basureros.
Demos gracias al Altísimo, de que los océanos tienen una profundidad de hasta 5 mil metros, porque de otra manera ya podríamos caminar sobre el plástico.
Estudios recientes realizados por el INEGI y diferentes organizaciones ciudadanas ambientalistas coincidieron también en que algunas de las empresas más contaminadoras con envases plásticos para refresco o agua embotellada son la Coca-Cola, Oxxo, Wal-Mart, Soriana, Bonafont, Ciel y muchas más, componen el universo de basura que inunda nuestro parques, escuelas, carreteras, pueblos y rancherías.
Hagamos usted y yo, un sencillo experimento: lo invito a que, a la hora de caminar hacia la chamba, el colegio, o a donde sea, que mire a su alrededor ¿Con cuántos envases de plástico se va a topar y de qué empresas son? Le apuesto doble contra sencillo que los envases predominantes serán de las aguas negras del imperialismo yanqui, es decir, de los cocacoleros de Atlanta.
Por ello, me llama poderosamente la atención que la diputada local por Nayarit, Julieta Mejía, ande como pavorreal, presumiendo que Nayarit es el primer estado en la República mexicana, sin plásticos. A la iniciativa de ley presentada en el Congreso, Julieta Mejía le cargó las pulgas al perro más flaco, es decir, al pueblo de Nayarit y para no verse tan deshonesta y radical, les perdonó la vida a los cocacoleros y empresarios que son la principal fuente de contaminación ambiental. Les dio un año para que gradualmente vayan desechando su cochino plástico por vidrio y otros envases biodegradables.
Y es que si Julieta Mejía, hubiese pisado callos, al primero que le habría pisado los juanetes sería al gandul y gris gobernador nayarita, Antonio Echevarría García, dueño de la Coca-Cola y de tantos otros productos con envases plásticos que seguirán circulando por Nayarit y que por cierto de quién sus coterráneos se avergüenzan, porque de política no sabe ni máiz paloma y salió más chindinguas que ningún otro en la historia. Bueno, los rancheros allá en mi tierra sostienen la tesis de que “el que nace pa´ maceta, del corredor no pasa”.
Así que hablaremos de un Nayarit sin plástico, pero el día en que su gobernador ya no contamine.