“Fifís” de cola larga
Freddy Sánchez martes 4, Jun 2019Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Un “pollo gordo” de buen ver es de lo más apetecible.
Esa es una verdad literal y metafórica. Apropiada para hace alusión al consumo de productos cárnicos, en primer lugar. Pero, también por lo que se refiere a la satisfacción de los apetitos sociales en cuestiones políticas.
Lo cual viene a cuento ante las primeras muestras de acción institucional contra la corrupción “de altos vuelos”.
En ese sentido, dos connotados personajes del pasado sexenio, figuran como candidatos a la “guillotina”. Sendos juicios judiciales esperan, por un lado, al dueño de Altos Hornos de México, Alonso Ancira, y por otro, a Emilio Lozoya, ex director de Pemex, acusados ambos de corrupción.
Preguntemos entonces.
¿Cuántos más serán los prospectos a un “ajusticiamiento” mediático con su respectiva persecución judicial por haber sido presuntos gandallas o prevaricadores sexenales?
Tal cosa se verá en poco tiempo.
Por lo pronto, cabe mencionar que los elegidos para ejemplarizar la seriedad de las acciones vigentes contra la corrupción del pasado reciente, no necesariamente son los idóneos.
Para dejar en claro que ahora sí es verdad aquello tantas veces repetido sobre que nadie estará por encima de la ley, es preciso ir más lejos.
Lo que, innegablemente, quedaría demostrado al elevarse las miras de la justicia al nivel más alto posible, intentando llevar a juicio penal al ex presidente Enrique Peña Nieto.
La causa: los sobornos hacia Pemex y de ahí probablemente en otras direcciones más arriba en el escalafón burocrático, por parte de una empresa brasileña que obtuvo multimillonarios contratos y concesiones durante la pasada administración federal.
El hecho de que la compañía “Odebrecht”, supuestamente haya corrompido a varios presidentes de otros países, mediante el reparto de mucho dinero para tener la vía libre en el manejo de su negocio en suelo extranjero, obliga a suponer que, por lo menos intentó lo mismo en México.
Razón de peso para “abrazar” el deseo social de llevar a juicio a Enrique Peña Nieto, aunque él pudiera hacer valer su inmunidad como ex presidente, si no quiere acudir ante los tribunales de justicia, a descartar cualquier duda sobre su honestidad e inocencia, absolutamente seguro de convencer a propios y extraños de que “el que nada debe nada teme”.El caso es que a millones de connacionales les interesa saber si la corrupción en Pemex llegó o no a la residencia de Los Pinos.
Huelga decir, además, que la mejor forma de hacer sentir que contra la corrupción “no habrá intocables”, lógicamente requiere acciones que acrediten lo dicho por Andrés Manuel, en cuanto a que en el combate a la corrupción, “las escaleras deben barrerse de arriba para abajo”. O sea: echándole “el guante” a un “pollo gordo”.
Pero, si eso no es posible (en lo que a Peña Nieto se refiere), hay que ir a la “caza” de otros personajes de notoria presencia social, a fin de probar que en la lucha anticorrupción de ninguna manera se está pensando en el escarmiento de “primero los pobres”.
Y tampoco haciendo llegar el “brazo de la ley”, únicamente a los empresarios o políticos de “medio pelo”. Porque de lo que se trata, realmente, es de llegar hasta los grandes potentados e influyentes coludidos en corruptelas que los hicieron amasar fabulosas fortunas mal habidas.
Ahora que, naturalmente, no es deseable emprender persecuciones judiciales “a tontas y a locas”, ni mucho menos “una cacería de brujas”. La ley tiene que aplicarse con las debidas pruebas en la mano para castigar a los corruptos, pero sobre todo a los “fifís” de cola larga.