Mercaderes de la salud
Freddy Sánchez martes 28, May 2019Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Cuál es el tamaño y dónde se localiza el “tumor” de la corrupción en el Seguro Social.
¿Acaso el mal es incurable?
Sería una desgracia que se tratara de un cáncer con efectos expansivos infecciosos que hicieran imposible la salvación del instituto.
Sea lo que fuere, es preciso diagnosticar con absoluta precisión el estado de salud que guarda actualmente el IMSS. Para que no cunda el pánico y se aplaquen las dolencias de los que temen lo peor, debido a lo que se ha dicho del Seguro Social.
Y es que la renuncia de su ex director, desató una “tolvanera” de especulaciones. Unas en abono a los dichos de los que se empeñan en ver un desbarajuste en los actuales manejos de la institución, a causa una supuestamente perniciosa injerencia de la Secretaría de Hacienda.
Del otro lado está la opinión de los que confían en lo que afirma Andrés Manuel, en el sentido de que mucho de lo que se habla del Seguro Social tiene que ver con la firme voluntad de su gobierno de acabar con la corrupción. O sea, que a los corruptos les incomoda lo que está sucediendo en el IMSS. Claro que, en contraparte, muchas otras personas también están incómodas e intranquilas.
Lo cual es natural, tratándose de una institución altamente valorada por un amplio sector de la sociedad. Nada menos que millones de compatriotas que carecen de solvencia económica para curar sus enfermedades en el sector privado.
Así que más allá de cualquier diferendo acerca de lo que pudiera estar ocurriendo al interior del Seguro Social, es menester que el propósito fundamental de los cambios a darse se inspire en la inquebrantable decisión institucional de mejorar y ampliar la cobertura de los servicios médicos.
El interés de millones de compatriotas no debe sufrir el más mínimo avasallamiento, sea como sea que se tenga que actuar en las acciones a seguir en torno a nuevas políticas sexenales en el Seguro Social.
La premisa de “primero los pobres” en lo concerniente a la salud se tiene que cumplir a cabalidad.
De otro modo, los implacables críticos de “la Cuarta Trasformación” probablemente dirán con sorna que eso se ha convertido en un “mito genial” en el Seguro Social.
Por ello, es necesario puntualizar que la lucha contra la corrupción debe practicarse como “una cirugía mayor”, lo menos cruenta posible y no como lo haría “un carnicero” sin mesura alguna al destazar una res, chorreando sangre por doquier. De modo que para combatir la corrupción en el Seguro Social no debe haber marcha atrás, pero tampoco consecuencias en perjuicio de los enfermos que requieren atención y no tienen por qué “pagar los platos rotos” de las corruptelas a perseguir y erradicar en la institución.
Porque de lo que se trata es mejorar los servicios y no empeorarlos. De ahí que deba estimularse la calidez y calidad médica, esmerándose en la atención de los pacientes, dando acceso sin ninguna restricción a las medicinas requeridas para cualquier tratamiento, además de gastar lo necesario en el mantenimiento apropiado de las instalaciones, la renovación de equipos obsoletos y el justo pago a los trabajadores, médicos y enfermeras. Esa debe ser la prioridad en toda acción contra las prácticas de la corrupción dondequiera que éstas se localicen.
Porque bien vale la pena declarar con vehemencia: no sólo son corruptos los que roban con las medicinas, sino quienes en cualquier posición pública o privada se dejan influenciar por su inmoralidad omitiendo sus deberes sociales y actuando descaradamente como mercaderes de la salud.