Las inquietudes del senador Martí Batres
Roberto Vizcaíno martes 28, May 2019Tras la puerta del poder
Roberto Vizcaíno
Con 52 años a cuestas, Martí Batres ha dejado de ser el joven político de izquierda surgido de uno de los tantos fugaces movimientos estudiantiles de la UNAM de los últimos tiempos.
De finales de los 80 a la fecha ha vivido la vorágine del cambio democrático encabezado por Cuauhtémoc Cárdenas con el PRD y luego junto a Andrés Manuel López Obrador en Morena.
En ese largo lapso sus compañeros de viaje no fueron los más acertados: primero con René Bejarano y Dolores Padierna en la tribu de IDN y ahora al lado de la cada vez más impresentable Yeidckol Polevnsky, la gerente de AMLO en Morena que no ha entendido que ya llegó a lo más alto a lo que puede aspirar. De ahí sólo hay descenso.
Batres, presidente del Senado a contrapelo de los deseos de López Obrador, quien ya había apuntado en el cargo a su amigo Cristóbal Arias, concluye su encargo la media noche del sábado 31 de agosto próximo.
Sin ninguna otra posición dentro de la Cámara alta, Batres anda inquieto. Dicen que buscará repetir.
Pero salvo por el apoyo de su amiga Yeidckol (que es menos que nada dentro del grupo de Morena en el senado que comanda Ricardo Monreal), y quizá un par de senadores más, la verdad no se ve cómo pueda lograrlo.
El reglamento interno y la tradición democrática legislativa indican que Batres se tiene que ir sin hacer panchos, y dejarle el espacio a otra fuerza política.
La Presidencia del Senado y la Cámara de Diputados sólo duran un año. Y bye-bye.
En esta ocasión debería llegar uno del PAN, que es la segunda fuerza senatorial, y entre ellos se habla de Damián Zepeda, quien ha sido uno de sus opositores más duros y críticos.
Sería una doble mentada para Batres, afirman.
La suma de sus puntos en contra es mucha y muy sobresaliente. No se lleva bien con Monreal… ni con AMLO.
A ambos Batres les ha jugado a la mala.
A Monreal lo confrontó en su intención de ser candidato a la Jefatura de Gobierno de la que salió al final victoriosa Claudia Sheinbaum, para luego llegar a disputarle la coordinación del grupo de Morena en el Senado e imponerse de mala forma en la Presidencia.
Desde entonces Batres se ha significado por jugarle las contras a Monreal quien obviamente responde ante López Obrador.
En el caso de la animadversión de AMLO, dicen surge de cuando al tabasqueño en diciembre de 2013 le dio un infarto al miocardio.
En aquellos años del inicio del régimen de Enrique Peña Nieto y de la formación y registro de Morena, el tabasqueño lo ubicó como presidente de su movimiento.
El infarto a López Obrador no sólo fue nota principal en los medios, sino que provocó reacciones insospechadas. A partir de ese momento quedó en claro que AMLO podría morir inesperadamente.
Batres, que es grillo no médico, quizá mal aconsejado por sus compañeros de viaje o por sus intestinos, o por ambos, parece que se movió para quedarse con el control de Morena si ocurría el fallecimiento.
El Senado estaba por aprobar la reforma energética y con López Obrador lleno de tubos y transfusiones en el área de recuperación intensiva de Médica Sur, su hijo Andrés Manuel López Beltrán encabezó el cerco de esa cámara.
Aquello fue un rotundo fracaso. Todos voltearon a ver a Batres. Simplemente no lo apoyó con sus bases.
Dicen que una vez recuperado AMLO hizo la cuenta. Batres no apoyó al hijo en un intento de hacerlo a un lado, restarle fuerza dentro de la directiva de Morena, en caso de que el tabasqueño no lograra superar el infarto.
¿Chismes? ¿hubo o no intento de golpe de poder?
Vaya usted a saber, el caso es que reinsertado en la contienda por la Presidencia de la República, López Obrador hizo a un lado a Batres de la directiva nacional de Morena y lo colocó en la presidencia de este partido en la capital rodeado por sus hijos. Ahí surgió en su lugar Yeidckol Polevnsky.
Dicen que había el antecedente de que lo mismo intentó hacer Batres cuando René Bejarano se fue a la cárcel por lo de las ligas.
Ambos estaban entonces en la dirección de Izquierda Democrática Nacional, IDN, una de las más importantes tribus del PRD y Batres le quiso quitar el control de la corriente.
Ahora todos los días a Batres se le disminuye el tiempo. Y en una semana ha lanzado ya dos iniciativas: para ampliar a 3 los períodos de sesiones y para establecer una rendición de cuentas de los senadores hacia la sociedad.
Anda inquieto, sin duda.
No son las medicinas, son los recortes y los despidos
Desde la renuncia de Germán Martínez a la dirección del IMSS, y luego de la publicación de su larga carta de denuncia, el presidente Andrés Manuel López Obrador no encuentra la paz y el pleno control de su agenda mediática y política.
A la ruidosa dimisión del ex presidente del PAN sobrevino una ola de denuncias en redes sociales y el resto de los medios informativos tradicionales, sumada a movimientos de médicos y directivos de institutos y hospitales que revelaron una verdadera crisis de salud con afectación directa para millones de mexicanos, esencialmente los más pobres del país.
Estas declaraciones y movimientos dejaron en claro que los recortes presupuestales ordenados por AMLO y ejecutados por Carlos Urzúa desde Hacienda, no sólo repercutieron en una grave escasez de medicamentos -los más notorios para enfermos de VIH y para diabéticos como para niños con cáncer-, sino en una impactante disminución de servicios y atención médica.
La capacidad de hospitales disminuyó, se adelgazó al máximo por falta de personal e insumos y medicamentos.
El número de operaciones de todo tipo disminuyó en algunos casos a un tercio y hubo secciones de hospitales e institutos que de plano cerraron.
La respuesta de Andrés Manuel López Obrador fue la negación, dijo que los reportes eran mentiras vertidas por sus opositores y críticos y ampliadas por el “hampa del periodismo”.
Pero de la misma Hacienda se le desmintió. Si había recorte y retención de presupuestos y 2 mil 400 millones de pesos reclamados por directores de institutos fueron, se dijo, enviados de inmediato a las instituciones de salud.
En las cámaras de Diputados y Senadores se organizaron grupos de legisladores para dar seguimiento a estos recortes presupuestales y obligar al gobierno a cumplir con los presupuestos.
Hacia fines de la semana e inicios de esta, AMLO y sus colaboradores se han hecho bolas con lo del desabasto de medicinas.
En un absurdo Raquel Buenrostro, oficial mayor de Hacienda, encargada ahora de todas las compras del sector público, atribuyó a una falta de planeación del gobierno de Enrique Peña Nieto el desabasto de medicinas porque, dijo, eso se planea con un año de antelación.
Nadie le creyó.
Para comenzar no le creyó su jefe el presidente López Obrador quien en su mañanera de ayer dijo que si continua el desabasto de medicinas enviará al canciller Marcelo Ebrard y al secretario de Hacienda Carlos Urzúa a otros países para comprar las medicinas que hagan falta.
El tema sin embargo ha quedado claro: el asunto es que AMLO ordenó recortar presupuestos de todas las áreas en su afán de tener recursos para sus programas asistenciales de reparto de dinero directo a jóvenes, adultos mayores, estudiantes, madres solteras, etc y para Pemex.
Quizá para su aeropuerto en Santa Lucía y para su Tren Maya.
Mala decisión ¿no?
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