El humor no tiene límites
Opinión lunes 27, May 2019De la carpa a las letras
Arturo Arellano
Seguido me encuentro en mis redes sociales con publicaciones de colegas, humoristas, payasos, standuperos y demás personas dedicadas al arte de la risa, sin embargo, llamaron últimamente mi atención algunas, en las que más allá de disfrutar de la tarea de conseguir una risa honesta, se critica o trata de contextualizar rigurosamente algo que durante cientos de años se ha hecho, basándose en el aprendizaje transmitido de generación en generación, evolucionando y sobrevivido a los cambios en el entreteniendo por el aferro de los artistas a seguir coleccionando sonrisas.
Payasos augustos, cara blanca, trampa, street, con nariz o sin nariz, mudos y parlanchines, han existido siempre, como una mera manera de identificar los estilos, no para etiquetar o limitar cualquiera de los personajes, lo mismo en otras vertientes, ¿comediantes o humoristas? ¿standuperos?, ¿A cara limpia o de personaje?, el frenarse a calificar tan tajantemente el estilo de actuación de cada artista en lo personal me parece una limitante creativa y en ese hartazgo, llegué a la conclusión de que cuando de hacer reír se trata, como en la guerra y como en el amor todo se vale. La elección es meramente del público y de sus gustos, de a quien deciden ir a ver o que show prefieren disfrutar, en qué formato y escenarios.
Esta reflexión me llevó a descubrir algo que estuvo mucho tiempo ante mis ojos y a redescubrir una pasión que trunqué hace varios años. Siempre he sido un amante de la comedia, desde lo más simple hasta lo más inteligente o transgresor y al tener de frente a Trino, monero mexicano, uno de mis ídolos de la adolescencia, me di cuenta de que el humor en efecto no tiene ningún tipo de límite y nosotros no tenemos por qué ponérselo. Aunque actualmente tenemos espectáculos de todo tipo en nuestro país, stand up, circo, teatro, cabaret, también están los olvidados, moneros, caricaturistas que plasman en papel una comedia que pone el dedo en la llaga. Algunos con un humor basado en lo cotidiano, otros en el día a día de la política mexicana, pero ambos con capacidades extraordinarias para plasmar gags irónicos y divertidos con trazos.
Los caricaturistas han estado presentes en nuestra cultura desde la Revolución Mexicana, en incluso antes, cuando uno de los principales medios de protesta o de expresión satírica eran los panfletos. La caricatura en México, no tiene únicamente cien años de existencia; existen antecedentes que datan de 200 años o más, si se considera como un género periodístico común. No obstante, fue hasta 1812, cuando se publica en México la primera revista satírica “El Juguetillo”, aunque históricamente se considera como la primera, la que apareció en el periódico IRIS del año de 1826.
Ahondaremos en el tema de la caricatura mexicana, en otra edición de nuestra columna, pues hoy escribo con nostalgia, con el recuerdo en mente de cuando a los 14 años de edad, entré a un concurso de caricatura de la revista MAD, en su edición mexicana y fui rechazado tajantemente. Siendo un fiel seguidor de la revista y con las hormonas a tope, fue el drama más trágico, no volví a dibujar, creyendo que si no era bueno para MAD, no lo sería para nadie. La vida me llevó al periodismo y en esa labor, más de diez años después de aquel fallido concurso, me encuentro de frente con quienes he admirado desde siempre en esta vertiente, naciendo de nuevo el hambre por dibujar, plasmar en caricatura mi opinión sobre todo, desde el punto de vista del humor, el que no tiene límites, los que yo mismo me puse y que hoy no están más, porque… Estoy de regreso.