Reglas para el hampa del periodismo
Ángel Soriano sábado 25, May 2019Desde el portal
Ángel Soriano
Atribuyó el presidente Andrés Manuel López Obrador “al hampa del periodismo” las denuncias en el sentido de que hay despidos de médicos y enfermeras en el sector salud –“el cual está peor que el sistema educativo”– bajo la premisa de que, es común en el periodismo, de que difamar si no mancha, tizna.
Y en el rejuego entre el poder público y el periodismo –otrora llamado cuarto poder– deben establecerse reglas claras para el ejercicio de ambas funciones y no excederse ni uno ni otro, porque si bien la prensa crítica ejerce una función social, también es cierto que los medios, los más influyentes, han quedado en manos de mercaderes.
Y el mismo presidente AMLO tiene en su Consejo Asesor Empresarial a uno de los principales negociantes de los medios de comunicación, despojador de medios, lo que ha hecho que miles de trabajadores estén en la calle y en la miseria, en tanto él, como una docena más, siguen lucrando con los recursos públicos.
Conviene que la sociedad, el Estado y el Poder Legislativo, establezcan reglas claras en las relaciones de poder y de negocios, los legítimos y los ilegítimos, para evitar también que desde la más alta tribuna de la Patria se difame a quienes ejercen con profesionalismo la tarea de informar y criticar, porque, efectivamente, el difamar sino mancha, tizna.
Y se ha propuesto que, una vez depurado los medios de comunicación, como en general las instituciones que se han convertido en facilitadoras del saqueo del erario, sean depurados, éstos se conviertan en entidades de interés público por su trascendente función entre la sociedad y el Estado y, en consecuencia, tengan acceso legítimo a los recursos del Estado.
Porque los recursos del Estado no son, de ninguna manera, dineros propios para entregarlo a simpatizantes y amigos, socios o familiares, sino para el cumplimiento de una función específica en beneficio de la sociedad. De esa manera la sociedad tendría confianza en medios y periodistas, no en sociedades o personajes públicos que a través de los mismos se convierten en poderosos conductores de la opinión público.
Vale la pena la tiznada presidencial: deben establecerse las bases para reglamentar una nueva relación Estado-medios y se denuncie, también, a los poderosos consorcios que acaparan medios en todos los niveles y cuyo poder, tan contundente, permite que tengan acceso a los pasillos de Palacio Nacional y se conviertan en los hombres más rectos y honestos del país, cuando tras de sí hay una cadena de hechos ilícitos vergonzantes.
Debe ser pareja la acusación al hampa del periodismo: quienes son los negociantes y quienes cumplen con su tarea. Si bien no es el Estado en su conjunto ni los funcionarios en particular los sancionadores de conductas, sino la opinión pública, también debe evitarse que el periodismo en su conjunto sea señalado como hampón al servicio del mejor postor.
Reglas claras demanda la sociedad para evitar más linchamientos a unos y a otros.
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